En el difícil avance de la democracia, la política y el gobierno en México, la sociedad percibe una cada vez más clara caracterización de la forma de gobernar de los partidos políticos; en las dos últimas décadas -con la alternancia partidista en los tres niveles de gobierno-, los ciudadanos hemos tenido la oportunidad de observar la actuación de los gobernantes, como para poder identificar los modelos de hacer gobierno que están siendo utilizados.
En la actualidad, sin que se haya llegado a una precisa definición y caracterización, podemos llegar a una observación en la que se muestra que son dos modelos de gobierno los que están prevaleciendo. Uno de ellos dominante, con una larga escuela y reconocimiento, y, el otro, todavía incipiente y confuso, que poco a poco va ganando tanto en clarificación como en reconocimiento de los ciudadanos.
El primer modelo ha sido conocido y experimentado, en cierta forma, por toda la sociedad mexicana; el PRI es su creador, así como quien lo sigue reproduciendo y defendiendo con vehemencia. A esta propuesta de modelo de gobierno se han unido en ocasiones -según sea el caso y la elección- otros partidos, como el PVEM, PNA, y, últimamente, el PT. Las principales características que configuran este modelo de gobierno son ampliamente conocidas por los ciudadanos: el autoritarismo, la corrupción, la impunidad, el amiguismo, la no rendición de cuentas y transparencia, el engaño, la doble moral política (dicen estar a favor, por ejemplo, del combate a la corrupción, pero obstruyen el avance de la legislación), el sometimiento de los medios de comunicación (que por motivos financieros lo aceptan), la administración de la pobreza con el paternalismo por motivos electorales, el rezago educativo para un bajo desarrollo humano útil, las guerra sucias electorales en donde un candidato distinto al PRI despierta mayores preferencias, etcétera.
Son características que cada vez más están siendo señaladas por los partidos de oposición, y que se están convirtiendo en un todavía confuso diferencial con el nuevo modelo de hacer gobierno. Confuso aún, porque algunos gobernantes de estos partidos, particularmente del PAN, del PRD y de Morena, han tenido prácticas de gobierno, que, de alguna manera, han utilizado dichas características. Son gobernantes que tuvieron ligas anteriores con el PRI y que, en su afán por cambiar las cosas, no mostraron una voluntad firme para dejarlas atrás para construir con claridad y contundencia el nuevo modelo de gobierno (circunstancia que no invalida la necesidad que tiene la sociedad de contar con ese nuevo modelo de gobierno que deje atrás estas prácticas deplorables).
En los estados donde se desarrollan las campañas electorales del 2016, estamos observando cómo están siendo ‘arrinconados’ los candidatos del PRI con este reclamo social que abanderan los candidatos de los partidos de oposición. Está siendo la ocasión para, prácticamente, distinguir los dos modelos de gobierno, uno que se rechaza, y otro que propone la eliminación de las prácticas añejas y viciosas y que busca un buen gobierno para la sociedad (la respuesta de los priistas es la guerra sucia, donde expone presuntas corrupciones de los candidatos de oposición, sin demostrarlas).
El mejor testimonio de este modelo de gobierno es el presentado por la misma candidata del PRI a gobernadora de Aguascalientes, Lorena Martínez, en su entrevista con CNN, reproducida por el Clarinete, en la red: “Trato de prestigiar a la política. Es mi profesión y lo que más me lastima es que a la profesión a la que yo me dedico esté tan desprestigiada… Priista por convicción, aunque pude haber sido perredista… Estoy convenciendo. Y estoy convenciendo mucho más a pesar de ser del PRI. El PRI de hoy es un partido que no tiene buen referente. No es una marca que venda…”
Aguascalientes ya tuvo la experiencia en el 2010 de la propuesta “Viene Lozano, regresa el progreso”, convertida después en “Progreso para todos”, y que hemos comprobado (habrá ocasión posterior para reflexionarlo) que no resultó como lo ofreció.
¿Cómo encontrar en Aguascalientes este panorama? Un elemento de respuesta es analizar las propuestas electorales de los dos principales contendientes a la gubernatura. El candidato del PAN, Martín Orozco, muestra una propuesta para y hacia la sociedad: “De que te cumplo, te cumplo”; la candidata del PRI muestra una propuesta hacia sí misma: “Acompáñame”. La primera propuesta se presenta de cara a la sociedad a la que servirá en el gobierno; la segunda es un llamado a la subordinación condicionada de los ciudadanos hacia su persona (es “acompáñame”, no es “te voy a acompañar a ti ciudadano”).
La propuesta del panista ofrece ser un equipo de trabajo con la sociedad en los diferentes campos de desarrollo; la propuesta de la priista ofrece a los ciudadanos que, para tener becas, mejores salarios, apoyos para el campo, la salud, etcétera, éstos “deben acompañarla” a no se sabe dónde. La primera propuesta ofrece trabajar con y para la sociedad en la solución de los problemas y la atención de las necesidades; la segunda ofrece un inteligente “yo sí sé hacerlo”, pero acompáñame (los priistas sí saben gobernar, los otros no).
No obstante que la sociedad aguascalentense es una sola, con un modo diverso de ser, las propuestas de los candidatos presentan modalidades de lecturas. Las diferencias que enriquecen las propuestas son relativas; es decir, ciertamente, “todos los caminos conducen a Roma”.
Después de superar este nivel de relatividad, llegamos al nivel de importancia que es, precisamente, el modelo de gobierno que aplicará cada candidato. Hoy, de hecho, encontramos esos dos modelos en la disputa por la forma como los gobernantes ejercen el poder político, que son los que nos presentan las dos visiones de gobierno: uno es el modelo tradicional que se aplica para gobernar, con las características que la sociedad no quiere. El segundo modelo se eleva al plano de la ética política: se sirve a la sociedad, no se sirve a la élite.