En días pasados preguntábamos de qué tipos de espectáculos gusta la comunidad aquicalidense y la pregunta de esta semana no dista tanto de ésta si cuestionamos ¿qué se ofrece como espectáculo al pueblo?
Parecería que la única ocasión que se tiene para instruir al vulgo en cuestiones de cultura es la Feria Nacional de San Marcos, la de las Calaveras y quizá el Festival de la Ciudad.
Aguascalientes es una plaza dura para los eventos así que es más fácil no quebrarse la cabeza o no implementar una estrategia de captación de espectadores, donde se invierte tiempo y dinero en formar a estos, que proponer lo mismo de lo mismo año con año.
Es cuestión de perder el miedo y arriesgarse un poco, tal como nuestro estado vecino Zacatecas.
Cuando se denomina Feria Internacional de San Marcos ¿a qué se refiere? A su salvajismo y cruel cartel taurino donde la afición se regocija por la muerte, LA MUERTE de los toros a mano de matadores españoles, a los tres intérpretes ibéricos del foro de las estrellas, y… ¿por quién más?, pues aunque hay representantes mexicanos de manifestaciones culturales de pueblos polinesios (ganadores de premios a nivel internacional) y africanos siguen siendo pocos además de que, el país invitado desapareció.
Quizá este año el dinero para traer proyectos internacionales, en la única gran oportunidad de acercarnos a la cultura internacional que es la Feria de San Marcos, se vio disminuido por las campañas políticas, los proyectos de fin de sexenio o el MECA.
Hablando del MECA, ¿cómo es que se quiere hacer una sociedad culta de trancazo y sin estrategia social con un arte tan complejo como la instalación y no con la danza o la música que tanto gusta a los aguascalentenses? En fin, la inversión cultural en nuestro estado parece estar íntimamente relacionada con los gustos personales de quien lleva la cabeza o las necesidades económicas de las elecciones en turno.
Los andadores de la feria así como las instalaciones cambian de forma y de lugar según las necesidades de cada gobierno. Así, de apoco, San Marcos, “el pueblito”, ha ido perdiendo su imagen colonial y su tradición pues cultura no sólo refiere a los eventos artísticos sino también a sus tradiciones.
Corre el rumor que dentro de poco en el Barrio de San Marcos ya sólo se le cantarán las mañanitas al santo y todo el jolgorio pasará a la antigua Isla Guadalupe, rebautizada Isla San Marcos.
Entre la construcción de la Expoplaza en los noventa a la fecha, las fachadas del andador J. Pani han sufrido una dolorosa pérdida de esencia y pertenencia. Ahora, pese a nuestro clima, parece un soleado andador playero con palmeras carísimas y blancas fachadas de ressort, nada parecido al nacimiento colonial de su barrio.
No sólo la arquitectura se ha perdido, también la tradicional vuelta en el Jardín de San Marcos, donde se conquistaban corazones y los enamorados regalaban rosas mientras los niños jugaban con confeti o los inolvidables conciertos de la Banda Sinfónica quedaron en el olvido.
Esos años de oro, tradicionales de la Feria se han perdido, los paseantes ya no entran al jardín y muchos hacen sólo parada en los antros, la isla y del santo ni quien se acuerde. Sin un pueblo que demande la no pérdida de las tradiciones, conciertos, obras de teatro diversas e innovadoras, tendencias culturales internacionales, bienales plásticas, entre otras manifestaciones, continuaremos igual, quejándonos de la cartelera del palenque, el foro de las estrellas sin promover un cambio de fondo más apegado a lo que como aguascalentenses sí somos y no a lo que podríamos aspirar.
La fama de la Feria de San Marcos no radica en los elencos artísticos y culturales sino en los millones de litros de cerveza que se vende. En una sociedad tan mocha como ésta pecados como el alcohol y la lujuria son permitidos durante el periodo de gracia de la fiesta “patronal” de San Marcos. El problema no es el beber sino que es completamente absurdo el retirar una publicidad contra el sida incluyente mientras durante las tres semanas de feria se reparten miles de condones, se encuentran a jóvenes ebrísimos teniendo coito en la vía pública, semidesnudos caminando por la misma o, mejor aún, pues es muy divertido el verlo, dormidos en condiciones deplorables en las aceras cercanas al perímetro ferial a eso de las seis o siete de la mañana.
Lo tradicional también atañe a lo artesanal, entonces ¿por qué arrinconan a los artesanos? Dentro de la economía social es importante el apoyar y consumir a los productores artesanales, para ellos es vital la mercadotecnia a la antigua, de boca en boca. En la Feria de México los artesanos de otros estados tienen un espacio pequeño en un área lejana de los paseantes, en la economía social todos son igual de significativos pues pertenecemos al mismo pueblo y es mejor que el dinero y su crecimiento quede entre nosotros y no se vaya al extranjero, hasta para eso se necesita cultura y la promoción y apertura de espacios lo puede favorecer.
Una fiesta patronal dirigida a la parte absurda del consumidor, olvidando sus raíces y tradiciones, sin impulso de la economía social, sin calidad artística, sin visión para crear espectadores es sólo una vendimia que no necesita un santo para tener una razón de ser y puede funcionar en un espacio u otro mientras en cualquier lugar se sirva cerveza y más cerveza, así si el espectáculo no es de calidad no se darán cuenta los presentes ni reclamarán tampoco.
¿En qué momento las ganancias se llevaron la tradición? No lo sabremos, mas si, oníricamente, nos unimos y exigimos calidad en eventos culturales, como nuestros vecinos zacatecanos, podríamos tener una verdadera feria internacional y cultural, mientras tanto contamos con otra edición más de una Feria sin encanto, cada vez con menos tradición y pertenecía a nuestro terruño.
Laus Deo