Estamos inmersos en las campañas políticas, a la vista de las elecciones del 5 de junio, en las cuales se elegirán doce gubernaturas, y en un estado sólo presidentes municipales y diputados locales; en el ámbito nacional serán 547 presidentes municipales, 398 diputados locales, con la salvedad de que en dos entidades, Veracruz y Puebla, el periodo de la gubernatura será sólo de dos años para homologar las elecciones para el día 2018.
En esta ocasión tenemos la nueva figura de las candidaturas independientes por primera vez, y ya comienzan los problemas, pues en algunos estados no se ha querido dejar el paso franco para que ciudadanos sin partido puedan participar sin ningún problema, y esto a través de leyes locales que exigen una serie de requisitos, que si bien algunos se han amparado y han logrado la protección de la justicia, pero han tenido que invertir recursos y perder tiempo en sus campañas para poder participar; y por otro lado la asignación de recursos públicos realmente es inequitativa, comparada con la de los partidos políticos.
Un ejemplo de lo que está sucediendo es Puebla, pues ahí una prominente panista, Ana Tere Aranda, decidió participar de una manera independiente y la impugnó su antiguo partido, en virtud de que era consejera nacional hasta el 2 de diciembre de 2015; y a pesar de haber logrado conseguir las 126 mil firmas que se le exigían, su candidatura ha sido cancelada por el IEE de Puebla; actualmente están en litigio sus derechos ciudadanos, pero se ve difícil que lo resuelva a tiempo para poder hacer campaña, pues los tiempos son cortos. Así mismo fueron eliminados otros seis precandidatos, por diversas razones, ellos son: Ricardo Jiménez, Leodegario Pozos, Carolina López, Marco Antonio Mazatle, Rubén Hernández, y la ya mencionada señora Aranda, lo cual demuestra que aún queda mucho camino que recorrer para que esta figura de independientes pueda ser parte del proceso electoral, y que se les maneje con equidad, para que tengan oportunidad de airear nuestra incipiente democracia, y el sistema partidista que prevalece, tanto en materia electoral como en las cámaras y gobiernos electos.
Hoy el reto de los candidatos es convencer a la ciudadanía que ellos no caerán en la corrupción ni fomentarán la impunidad, cáncer de nuestro sistema político, que es lo que en estos momentos está exigiendo la sociedad, y que realmente al lograr triunfar en las elecciones, no formarán sus equipos con el amiguismo o cuotas partidistas, sino que llevarán a los mejores hombres y mujeres, con espíritu de servicio, y que logren hacer buenos gobiernos.
Una de las propuestas de los últimos tiempos, es la presentación de la declaración 3de3, la cual, se pretende, llegue a ser una ley que obligue no sólo a los candidatos sino a los funcionarios de todos los órdenes y de todos los niveles a que hagan sus declaraciones: patrimonial, fiscal y de intereses. Esto es una herramienta, pero no será la solución para erradicar la corrupción, pues los prestanombres y familiares deberán ser observados mediante las denuncias, si no esto no funcionará.
Posteriormente aquellos que logren triunfar en las elecciones, al llegar a ocupar sus puestos, el siguiente reto es administrar de manera muy cuidadosa los recursos, pues la situación financiera del país se encuentra en dificultades, y éstas se van a agravar de acuerdo a los analistas, y por lo mismo las reingenierías de las administraciones, y la manera de aplicación de los recursos, requerirán de personas muy cuidadosas, y sobre todo buenos administradores, pues los recortes en los fondos federales son un hecho, y ya están anunciados para el año que entra; sobre todo la burocracia tendrá que ser disminuida, con sus consecuencias. La recepción de las administraciones anteriores deberá ser muy pulcra, pues se tiene que ver con qué compromisos entregan la administración, así como la forma de enfrentar los compromisos de campaña y los inherentes a su área.
Pues estos son los dos grandes retos que deberán pensar, y enfrentar, quienes ahora participan en política. Todo esto pensando en el bienestar de la ciudadanía, y en que las situaciones se verán muy difíciles, no sólo en las administraciones gubernamentales, sino en la economía en general.