En la notación musical, cuando se aumenta la intensidad de un sonido o de un pasaje, se denomina así como el título. Ahora bien, ese aumento no es inmediato, sino que es gradual: poco a poco la música va pasando a ser cada vez más intensa, más fuerte.
Siempre hemos definido al proceso electoral como la sucesión de etapas que permiten la renovación de los poderes públicos, cada una de esas etapas con un inicio y un término debidamente especificados. De hecho, el común de la gente no identifica el inicio del proceso electoral con la primera sesión que al efecto realiza el Consejo General del Instituto Estatal Electoral dentro de la primera semana de octubre del año previo al de la elección, sino que lo hace a partir del momento en que estamos por comenzar: las campañas electorales.
Si llegáramos a preguntarle al ciudadano de a pie, a mediados de octubre, qué le va pareciendo el proceso electoral, probablemente respondería que no se siente en elecciones. A esas alturas aún no se han definido alianzas o candidatos y se hace difícil que se pueda crear un escenario político cuando lo que abundan son trascendidos, información sin confirmar en el mejor de los casos (o falsa en muchos de ellos), en fin, cuando estamos en la preparación de la fiesta es natural que no se pueda sentir aún el ánimo de jolgorio.
Sin embargo, si preguntamos a esa misma persona si para estas fechas ya estamos en proceso electoral, con seguridad nos responderá que sí. Que la efervescencia del proceso ya es de magnitud tal que ahora se pueden apreciar visiblemente tanto las banderas como los abanderados de los partidos políticos, y algunos que enarbolan el pendón independiente.
La particularidad del proceso electoral es que va de menos a más. In crescendo, como en la música, va tomando volumen, de manera progresiva y gradual que permite que para el primer domingo de junio los ciudadanos se encuentren preparados para emitir su voluntaria opinión en las casillas.
A partir del primer minuto del domingo, deberá notarse por todos que estamos en proceso electoral. Cada uno en su papel deben proponer, asimilar las propuestas, calificarlas, opinar, discutir, debatir, participar activamente, en fin, asumirnos que en unos días más será inevitable nuestro encuentro con las urnas, y lo más importante, definir una posición frente a la boleta que trascenderá los próximos años.
Tras la pasividad, vendrá necesariamente la actividad. En unas cuantas horas comenzarán las campañas que permitirán que la ciudadanía conozca las propuestas de las y los aspirantes a la gubernatura. No debe olvidarse que también habrá actos en los que se promocionen los aspirantes a presidentes municipales, regidores y síndicos de los once ayuntamientos, así como que en cada uno de los dieciocho distritos habrá proselitismo de los aspirantes a diputados.
La labor de la ciudadanía comprometida será la de conocer, analizar y ponderar las propuestas de las personas que soliciten su voto. El llamado hacia los candidatos es a apegarse al estricto cumplimiento de las leyes. La campaña debe ser el momento de la idea, de la propuesta, no de la descalificación o la diatriba.
Siempre hemos tenido por costumbre denominar a la jornada electoral con sinónimos aparentes: a veces les llamamos comicios, elecciones o votaciones. A mí me gustaría que les llamásemos la fiesta electoral. Aquella a la que vamos convidados mediante una invitación entregada con anticipación en donde se nos cita con fecha, hora y lugar a nuestro encuentro con las urnas. Ahí nos estarán esperando los organizadores con los elementos dispuestos para participar del evento. Está en nosotros, pues, el acudir al llamado con la actitud festiva, de celebración.
Faltarán todavía algunos días para el día del evento como tal. Sin embargo, el ambiente festivo debe prevalecer desde ahora, debe parecer que estamos en proceso, aunque en estricto sentido llevamos ya más de seis meses en él.
Por último, y no por ello menos importante, quiero hacer patente un reconocimiento al personal del Instituto Estatal Electoral que realizó la revisión física de cerca de dos mil expedientes de igual número de aspirantes a candidatos, entre partidos políticos e independientes, en una maratónica jornada que se extendió por casi 72 horas de manera ininterrumpida. Esa labor, incesante, callada, pero efectiva, es la que permite a los ciudadanos que exista el proceso electoral. Vaya mi sincero agradecimiento a quienes hicieron de esa labor titánica, una tarea exitosa.
/LanderosIEE | @LanderosIEE