Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá, decía Goebbels, el autor intelectual de la estrategia nazi de comunicación del régimen de Hitler, esta misma idea parece replicada por el partido azul que encuentra en esta estrategia la única forma de arrancar una campaña en la que ya se ven perdidos. Y es que en últimas fechas hemos escuchado cómo sistemática y cotidianamente los diversos actores políticos del PAN atacan y agreden a la candidata a la gubernatura de la coalición que integran los partidos PRI-PT-Panal-PVEM, sólo por haber realizado un viaje a Japón. Es cierto y contundente lo que dijo Lorena Martínez esta semana: ni aquí ni en China es delito.
Su estrategia mediática es falaz, tiene evidentes visos de hablar de violaciones legales cuando en este proceso electoral, en ninguno de los procedimientos (de la enorme cantidad que han incoado ante tribunales o la autoridad administrativa) han tenido fortuna, en pocas palabras en ninguna de sus impugnaciones han demostrado tener la verdad jurídica, por el contrario, las sentencias y resoluciones se han inclinado a demostrar que la coalición Aguascalientes grande y para todos y sus candidatos, así como el PRI, actúan apegados a derecho; y lo más importante no sólo se han pronunciado en este sentido las autoridades locales, sino también las federales. Mire usted, Acción Nacional se escuda en embustes legaloides, no han demostrado de fondo ninguna violación a la ley electoral, sus denuncias de estruendoso anuncio mediático, terminan en meras salvas jurídicas, el contrincante utiliza el aparato jurisdiccional electoral para hacer campaña, el apabullante uso de recursos legales para distraer al electorado, a veces hasta como una forma de auto victimizarse alegando que existe parcialidad.
Hay que informarle a los que ven algo ilícito en el viaje de la candidata Lorena Martínez, que el régimen liberal de derecho en el cual se inserta este país y el que pretendemos nos rija, no prohíbe bajo ningún aspecto que una persona pueda viajar, salir o entrar del país, acudir a China o Japón, reunirse con empresarios de cualquier nacionalidad, con su dinero y en su tiempo, pueden hacer lo que les plazca, máxime si esto tiene por objetivo instruirse, conocer, dialogar. Se llama democracia y tiene que ver con el intercambio de ideas, con el libre albedrío y esa prerrogativa fundamental de los derechos humanos: la libertad.
En el último capítulo de la cuarta temporada de House of Cards vemos una cuestión interesante (alerta de spoiler) en materia de política: la falta de ética como eje de batalla. Frank y Claire cierran la temporada de forma por demás escalofriante; después de que fuera asesinado un padre de familia norteamericano por terroristas (porque el presidente renunció a negociar con los extremistas que tenían capturado al infortunado) la pareja presidencial ve a la cámara, Underwood como nos tiene acostumbrados, nos avisa a los espectadores (sus cómplices) que utilizará el terror como eje de campaña, hay algo además inquietante en este excelente cierre, Claire nos mira también, pareciera que por primera vez la elegante primera dama, interpretada por la guapísima Robin Wright, se sumará a ese diálogo que nos transforma al público adicto a la serie, en protagonistas; su mirada malévola nos deja entrever que usarán la mentira como eje de su discurso político. ¿Es justo que en la lid política la ética pase a un segundo plano? Yo creo que no. Sin embargo, la serie, tal vez por su descarado apego a la realidad, nos muestra que en política lo pragmático nunca será ético.
En el fondo, lejos de los caminos legales, del discurso mediático, en su intimidad personal pregúntese, estimado lector, ¿Cuál es el problema de un viaje a Japón? ¿Es legal que se pretenda satanizar a una candidata por el sólo hecho de salir de nuestro país? ¿Hasta dónde puede usarse una interpretación jurídica como discurso y denostación? ¿Cree en verdad que la ley electoral prohíba a un candidato hacer con su tiempo y su dinero lo que más le interese? Pero en el fondo olvídese de distracciones, piense quien tiene las mejores propuestas, quien tiene claro un proyecto de gobierno, y entonces su decisión no podrá ser sino una: Lorena Martínez.