Nuestro lenguaje político continúa el uso rudimentario y globalmente extendido de calificar la posición personal o colectiva como de izquierda o derecha. Autoridades mundiales en el análisis político y semiótico, como Norberto Bobbio (Estado, Gobierno, Sociedad. 2000) o Eliseo Verón (La semiosis social 2. Ideas, momentos, interpretantes. 2013), ya han debatido y argumentado la pertinencia científica de estos dos referentes universales, concluyendo que si ya no hay izquierda, entonces tampoco hay derecha -pues son términos relativos y recíprocos, no pueden ser el uno sin el otro-. Conceptos que tienen como referente histórico el derrumbe del mundo bipolar que vivimos entre comunistas y capitalistas; para quedar al fin como un planeta monopolar con epicentro en el Capital Global.
Este descarte histórico de las izquierdas extremas, lógicamente debería cancelar su opuesto de las derechas extremas, aunque la evidencia nos arroja que tal supuesto no se ajusta a la verdad de los hechos. Lamentablemente, ese análisis tan conspicuo de los intelectuales, no tiene mucho éxito en el eco y percepción de los ciudadanos a la hora de identificar su pertenencia, inclinación, afinidad o simpatía por ser o percibirse como de un lado o de otro: de izquierda o de derecha. Somos auténticos hijos de este siglo XXI, optamos por el pragmatismo de apellidarnos así: de izquierda o de derecha.
La relevancia de estos macro-calificativos es que pretendiendo decir mucho, al final no dicen nada o muy poco de lo que significa en la práctica ser o militar en una u otra tendencia del espectro político. Pero sí introducen un alto grado de incertidumbre a la hora de actuar, porque su opción excluyente nos sitúa en un verdadero dilema. En efecto, al emitir nuestro voto por el candidato de un partido determinado o, ahora por un candidato independiente, tenemos que discernir o mejor dicho debemos adivinar cómo se inscriben las propuestas específicas que defiende cada candidato, con referencia a ese patrón de medida del espectro político, en tanto que izquierda o derecha.
Para entender mejor este galimatías, recupero un interesante e ilustrativo estudio que llevó a cabo Consulta Mitofsky, bajo auspicios del Municipio de Aguascalientes con el Implan (Instituto Municipal de Planeación) en 2001; estudio que replica el objeto y metodología de la ya célebre WVSA (World Values Survey Association/ Asociación de la Encuesta Mundial de Valores (cuya primera Ola data de 1981-1984). Entre cuyos rubros o tópicos de análisis, para Aguascalientes, se incluye el “autoposicionamiento en el espectro político” (Consulta Mitofsky. Encuesta Nacional de Valores, 2001).
Los encuestados del municipio capital se auto-posicionaron como de Centro Izquierda en un 38.9% y 19.7% de Centro derecha. Para el estado los valores fueron: 37.9% el primero, y 19.4 el segundo. Según la edad, el grupo de 50-59 años de edad alcanza el valor más alto para Centro Izquierda, 42.7% y 22.9% de Centro derecha, grupo al que siguen los jóvenes de 18-29 años, con 38.6% y 20.0%, respectivamente de la misma edad. En cuanto a género, las mujeres son más decisivamente de Centro izquierda, con 38.0% y muy cercanos los hombres con 37.7%. Respecto de la educación, los más centro-izquierdistas son los ciudadanos con Secundaria incompleta, 45.1% y su correlato de centro derecha son quienes tienen Universidad incompleta, con 37.8 %, índice que baja a 16.5 para los de Preparatoria completa.
Datos que nos pintan una radiografía de nuestro espectro político, sorpresivamente más centroizquierdista, en general, pero matizado por un centroderechismo que curiosamente se derechiza con el grado superior universitario, pero se atempera a nivel Medio superior.
En materia de Estado Civil, predominan los solteros con 42.6% y los divorciados con 41.6% como de Centro izquierda, a los que se contraponen con 36.7% los que están separados e invocan ser de centroderecha; tendencia que refuerzan los viudos con 28.1% de participación. Si observamos el tipo de ocupación, los desempleados radicalizan su postura adjudicándose el 42.9% de centroizquierda, pero les superan los estudiantes con 45.1% de centroderecha. Con referencia al nivel de ingreso, los deciles que van de 3-5 Salarios Mínimos (3,412 a 5,685 Pesos), invocan ser de Centro izquierda con un 44.0% y les superan los deciles de 7-10 S.M. de ingreso (7,960 a 11,370 Pesos) en centroizquierda con 45.3% versus su recíproco de centro derecha de 28.0%.
De manera que la polarización entre derecha e izquierda se hace prácticamente equidistante en el espectro político del Municipio de Aguascalientes, cuyo centroizquierda supera en muy poco su contrapeso de centroderecha. El factor de la edad influye un poco más en la tendencia hacia el centroizquierda de los adultos mayores que atempera su contraparte de centroderecha en población más joven. Las mujeres superan con un estrecho margen, a los varones en su tendencia centroizquierdista. En cambio, respecto del nivel educativo, los centroizquierdistas se ven mejor representados por los estudiantes de Secundaria incompleta que se robustecen con los ciudadanos de Preparatoria completa; por su parte, los adherentes a la derecha más pura van desde los que cuentan con Primaria incompleta hasta Secundaria completa e incursionan levemente con los que han cursado la Universidad incompleta. Aquellos que son titulados o su antípoda que carecen de acceso educativo se ubican en la zona general de centro, que se ven reforzados por quienes tienen educación básica o media inconclusa ya sean de Secundaria o de Preparatoria.
Y respecto del Estado Civil, predominan hacia la derecha los casados y en unión libre, frente a los solteros y viudos tendientes más a la izquierda, atemperados un poco por los separados y divorciados que se ubican al Centro del espectro político. En cuanto al nivel de ingreso, los pensionados asoman tímidamente hacia el rango de izquierda junto con las amas de casa, mientras que los estudiantes tienden al centroderecha, en tanto que los empujan hacia el centroizquierda, casi a la par que los empleados actuales. Es de notar que los deciles de mayores ingresos, 10-30 SM (11,371 a 34,110 Pesos) ocupan la posición más extrema de derecha, que paradójicamente comparten los más pobres con 0-1.5 SM (1,137 Pesos), que desde mi punto de vista acusan más bien una postura apolítica o anómica.
Pues bien, analizado lo cual, ¿qué tanto importa, al votar, ser de izquierda o de derecha? –La probabilidad de una respuesta se encuentra en aquella perspicaz notación de Albert Einstein: –depende, en este Universo físicamente todo es relativo. Que aplicado analógicamente al espectro político, nos invitaría a pensar: – Que, guardada la referencia a qué, a quién, o a qué tipo de propuesta se dirige nuestra preferencia política, podemos atinar a saber si tal opción se ubica en el espectro más hacia la izquierda o más hacia la derecha. Posición que, al final, no tiene sentido a no ser que hagamos explícito su referente histórico-real: o es más pro-socialista o más pro-capitalista, por ejemplo; o bien, si atendemos los contenidos que ambas ideologías comportan, o se trata de una propuesta de mayor peso socio-comunitario y equitativa, más que individual-mercantilista de corte ganancial privado.
Es en este punto donde ostensiblemente podemos ver las implicaciones reales de ser de izquierda o ser de derecha. De poder calificar la propuesta de un candidato en competencia electoral, dependiendo de en qué punto del espectro político ubica el contenido de la política pública específica que impulsa. La percepción ciudadana actual de “campañas grises” obedece precisamente a que los contendientes en la elección emiten mensajes genéricos disparados predominantemente al Centro -más izquierdoso o más derechoso-, sin matizar el qué y el cómo (hacerlo/know how). Sorprende que Aguascalientes invocadamente más conservador que progresista y liberal, se auto-perciba como de centro izquierda, a la hora de pronunciar su filiación o preferencia; pero, actúe -al votar- más como centroderechista para asignar un puesto público. Esta paradoja, sin duda, se irá resolviendo al poder constatar el sentido y el contenido de su voto. Por ahora, prevalece el grisáceo ominoso de su indeterminación, que no es otra que el temor a enfrentar la relatividad histórica de ser de izquierda o de derecha.