- De Lope de Vega y Góngora, el escritor tendió un puente a Miguel Hernández, quien en su inmensa tragedia, fue el poeta que lo llevó a la literatura
En su discurso mencionó: “Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo”
La gran tarde de Fernando del Paso en el día exacto en el que hace cuatro centurias murió quien escribiera El Quijote de la Mancha, sucedió este sábado en la Universidad de Alcalá de Henares, cuando el rey de España le entregó de propia mano el Premio Cervantes, con el que la lengua española lo honra por honrar él mismo una lengua que transfiguró desde su primera infancia, al llamar a las cosas con neologismos intraducibles que prefiguraban equivocadamente que nunca hablaría la lengua de sus padres.
Elogiado por sus tres novelas, tan esenciales y de poco número como la obra de Rulfo -se dijo-, Fernando del Paso recibió de manos del rey de España, Felipe de Borbón, un galardón que levantó a dos manos como una medalla olímpica.
Fernando del Paso lució sonriente, pleno, regocijado con la ceremonia y el haber logrado que lo pudieran acompañar su esposa Socorro, hijos, nietos y una bisnieta.
Lo acompañaron también sus recuerdos de infancia. Antes de escribir, rememoró, ya elaboraba nuevos nombres para las cosas, costumbre que enriqueció su literatura colmada de diversas capas de lenguajes, ya populares, arcaicos, ya neológicos, barriales o científicos.
Crítico de su entorno social, Fernando del Paso enumeró sus dos vetas de autores españoles que fueron sus compañeros de ruta. De Lope de Vega y Góngora tendió un puente a Miguel Hernández, quien en su inmensa tragedia, fue el poeta que lo llevó a la literatura, y a escribir sonetos, como afirmó el autor de Noticias del Imperio.
En su discurso, el autor de Palinuro de México no dejó pasar la oportunidad e hizo una crítica a la situación actual de México: “Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.”
Ayer, Fernando del Paso depositó en su urna cervantina unas reliquias entre las que destaca una camisa del malogrado poeta mexicano José Carlos Becerra quien murió manejando camino a Brindisi, Italia. Del Paso recordó en su discurso que cuando lo invadía la pereza se ponía la camisa del poeta tabasqueño autor de El otoño recorre las islas. Recordaba su muerte tan joven y se decía a sí mismo que no tenía derecho a flaquear. Este poeta mexicano en su tragedia impulsó su obra, como lo hicieron los también muertos en circunstancias trágicas Miguel Hernández y Federico García Lorca, de quien escribió una obra de teatro que espera ver en escena.
A la ceremonia de entrega del Premio Cervantes asistieron autoridades como el presidente de España, Mariano Rajoy, los reyes Felipe y Letizia, así como el secretario de Cultura de México, Rafael Tovar y de Teresa y el director general del Fondo de Cultura Económica, José Carreño Carlón.
Fernando del Paso se sumó así a los cinco mexicanos que han sido distinguidos con el Premio Cervantes: Octavio Paz, Elena Poniatowska, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco y Carlos Fuentes.
Con información de la Secretaría de Cultura