El índice de sindicalización en México es bajo.
De acuerdo a estimaciones formuladas por el analista político, Javier Aguilera, en su estudio Tasa de Sindicalización en México, estableció por primera vez un parámetro sustentado en información del INEGI que habla de porcentajes y de estimaciones del promedio de trabajadores sindicalizados.
En ese estudio revela que la tasa de sindicalización en México, que se define como la proporción que existe entre la suma de sindicalizados del sector privado (Apartado A, jurisdicción federal), más el número de sindicalizados del sector público (Apartado B), dividido entre el total de trabajadores que componen la Población Económicamente Activa Ocupada.
De esta forma, establece, de forma muy general, que apenas el 10.02 por ciento de los ocupados formales pertenecen a uno de los 34 grandes centrales obreras y gremiales. En cifras duras, para el año 2008 en que se refiere el estudio se habla de que había en el país menos de cinco millones de los 48 millones de trabajadores en el país.
Se observa que dicha tasa de sindicalización se ha mantenido estable en México durante los últimos años, que es baja considerando la población total en México y la Población Económicamente Activa (PEA). El estudio se realiza a partir de la observación y análisis de cifras y estadísticas proporcionadas por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS); el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), y los informes presidenciales de 2005 a 2008.
Sin embargo, en época más reciente, los datos disponibles en el INEGI hablan que para el 2010 hablan de un tasa de sindicalización del 11 por ciento, esto es, que hay en el país poco más de 5.3 millones de trabajadores que pertenecen a una asociación sindical.
Estos datos nos revelan, entre otras cosas, que existe una baja cultura de asociacionismo en los mexicanos, producto, entre otras cosas, a que predomina en el mexicano el individualismo.
En el caso específico de los trabajadores con potencial a ser sindicalizados, se revela que se experimenta una profunda decepción de los líderes sindicales, quienes por décadas, han lucrado en nombre de los trabajadores.
Basta recordar a Fidel Velázquez y su estela de corrupción, de lucro a la base de trabajadores sindicalizados más grande del país. Contratos de protección, negociaciones a espaldas de los trabajadores, y qué decir de los sindicatos del apartado B de la LFT, sindicatos como el de Pemex, el SNTE o el SME, cuyos líderes igualaban sus estilos de vida a los de los jeques árabes.
Todo este descrédito ha sido también factor determinante para que los trabajadores estén cada vez menos interesados en pertenecer a un sindicato.
Sin embargo, en el terreno de los hechos, por lo menos quienes practicamos un nuevo sindicalismo, más abierto, más dinámico, más propositivo hacia las empresas, vemos que los trabajadores sindicalizados son los que obtienen los mayores rangos de incrementos salariales y los que mantienen en crecimiento las prestaciones laborales.
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