En México existe una clara prohibición del trabajo infantil, la Ley Federal del Trabajo es muy clara en ese sentido. En los artículos 173, 174 y 175 establece la prohibición aunque habla también del permiso para laborar a jóvenes de entre 16 y menos de 18 años con el consentimiento del padre o tutor. Los acuerdos internacionales suscritos por México en el tema de la protección de los derechos de las niñas y los niños habla también de la erradicación del trabajo infantil, por considerar, y de forma correcta, que el empleo de menores en tareas productivas, no forma parte de su sano desarrollo.
Sin embargo, hay un aspecto que no se puede dejar a un lado, por más leyes y tratados que existan, y es el derecho y la necesidad, diría yo, de que los padres transmitan a sus hijos toda una escuela para el desarrollo de oficios y tareas productivas indispensables para la subsistencia. Se trata de la enseñanza del trabajo generacional, que va más allá de las leyes y los derechos.
Esta delgada línea entre lo que debe ser y lo que es; entre el asegurar a los menores un clima y condiciones de vida dignas para su sano desarrollo y el aprender un oficio que le servirá para subsistir, radica, esencialmente, en la cantidad de horas y en el tipo de esfuerzo que tendrá que realizar para lograr dominar, técnicas, fórmulas, conocimientos, recetas y formas de producir algo para vender y proveerse el sustento.
El trabajo infantil constituye una violación de los derechos de niños, niñas y adolescentes, especialmente del derecho a estar protegido contra la explotación, al sano crecimiento, a la educación, al juego, la cultura y el deporte. Es decir, a desarrollarse plenamente.
Sin embargo, la realidad económica del país impone que en muchos hogares se enfrentan a la caída de sus ingresos lo que obliga al desarrollo de tareas productivas en las que se ven, necesariamente involucrados todos los miembros de la familia.
Una de las prioridades de trabajo de Unicef se centra en la erradicación del trabajo infantil. Todos los niños y niñas deben ir a la escuela y tienen el derecho a desarrollar su potencial sin tener que trabajar. Pero sin datos actualizados y confiables sobre trabajo infantil, y sin un conocimiento veraz de las causas, es difícil elaborar una política de protección integral de la infancia que conduzca a su erradicación.
Existen en México 333 mil 839 menores mientras que en Aguascalientes laboran cotidianamente 22 mil 337 niñas y niños; en temporada de feria esta cifra aumenta de forma considerable.
De acuerdo a cifras del INEGI, de los 22 mil 337 menores en situación de trabajo infantil, 12 mil 600 asisten a la escuela en tanto que otros nueve mil no lo hacen, a pesar de que es una obligación pero sobre todo un derecho el acceder a una formación educativa del estado.
Unos once mil 794 cubren horarios de trabajo inferiores a 35 horas por semana mientras que el resto, unos nueve mil, laboran jornadas de más de 35 horas semanales.
Alrededor de cuatro mil 825, a pesar de realizar trabajos productivos, no reciben remuneración alguna; ocho mil 165 perciben menos de un salario mínimo y otros ocho mil 200, más de un salario mínimo. Carecen de prestaciones sociales porque en México el trabajo infantil está prohibido, no obstante, existen miles y miles de menores sometidos a jornadas laborales y tareas productivas inadecuadas para su condición de niños.
¿Hasta dónde se puede enseñar a los niños al noble arte del trabajo, sin que hablemos de trabajo o explotación infantil?