Las siete palabras según Haydn / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
03/12/2024

Considerando la fecha no podría hablar de otra cosa, además, me sirve como pretexto para comentar contigo, distinguido invitado a degustar de este banquete, uno de los temas que dentro de la música más me apasionan, la música sacra.

Recuerdo que en mis lejanos años de primaria, a muchos de mis compañeros no les permitían en sus casas escuchar música en estos días santos -yo estudié en Colegio Marista y evidentemente la mayoría, es más, creo que todos, al menos en mi grupo, pertenecíamos a la religión católica, algunos han desertado, otros seguimos siendo católicos-, pero en mi casa sucedía lo contrario, siendo mi familia de las más rancia estirpe del catolicismo tradicional, incluso mi papá no únicamente nos permitía escuchar música, sino que nos alentaba a eso, claro, con un repertorio perfectamente escogido y que estuviera acorde a la esencia de los días. Creo que así fue como tuve mi primer contacto con algunas de las grandes catedrales musicales del repertorio sacro y desde aquellos tempranos días de mi existencia me sentí fascinado por esa música, cuya estética tiene algo especial que la hace diferente al resto de la producción musical académica, por ejemplo, su encanto y su incuestionable belleza tiene la capacidad de atrapar y fascinar, aun a quienes no profesan la religión católica, incluso a quienes no profesan religión alguna, aun en esas circunstancias todos somos candidatos a dejarnos seducir por los encantos de este repertorio.

Recuerdo con claridad algunas de las obras musicales que escuché en aquellos años de mi infancia, por ejemplo, el canto gregoriano, fue una de mis puertas de acceso a este inconmensurable mundo de sonidos fantásticos y cautivadores, también recuerdo cómo en algún momento de mi vida, alguien me ha cuestionado acerca de mi fascinación por esa música, que por otro lado, es la piedra angular de la música sacra católica romana, más que sacra, es litúrgica, que no es lo mismo, toda música litúrgica es sacra, pero no toda la música sacra es litúrgica.

En fin, recuerdo también la Missa Solemnis en Re mayor, Op. 123 de Beethoven, claro, el genio de Bonn estaba inventariado entre el patrimonio de mi casa, no sólo la Missa Solemnis, sino prácticamente toda su producción musical.

También tengo entre mis más apreciados recuerdos el Réquiem en Re menor, K. 626 de Mozart y un puñado de obras que escuchaba siempre en mi casa, pero con más frecuencia y atención durante la Semana Santa.

Más tarde, y ya con la semilla sembrada en mi infancia dando frutos, seguí por estos rumbos de la gran música de concierto, aunque en este momento me quiero referir estrictamente al repertorio sacro, y específicamente, a un oratorio de Haydn con el único fin de compartirlo contigo y bueno, si es posible, y sin ser alguien para hacerlo, recomendarte música que podría ayudarnos a vivir más intensamente estos días, o bien, si no compartes esta creencia religiosa, solamente para que te dejes acariciar por la estética de este repertorio.  

Yo creo que una de las obras angulares de la música sacra, y muy apropiada para estos días, específicamente para el Viernes santo, es el oratorio de Haydn Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, este oratorio está basado en los Evangelios que recogen, en diferentes momentos, las palabras pronunciadas por Cristo en la cruz, justo antes de su muerte, los dos primeros evangelistas, Mateo y Marcos, solo mencionan solamente una palabra, que cronológicamente está acomodada como la cuarta, es decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? En Lucas tercer evangelista, encontramos tres frases, la primera, segunda y séptima: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, “Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso” y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, mientras que Juan nos cita las tres restantes, tercera, quinta y sexta: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, “tengo sed” y “Todo está consumado”, todo esto de acuerdo a la traducción al español de la Biblia de Jerusalén, aunque no solamente Haydn compuso un oratorio basado en este pasaje bíblico, también Heinrich Schütz hizo lo propio en el siglo XVII. Cesar Frank y Charles Gounod en pleno romanticismo hicieron también sus respectivas versiones de las Siete Palabras. Más recientemente, de hecho, muy recientemente el compositor Christophe Looten se ocupó del mismo tema en un cuarteto de cuerdas en el año 2008, y un año más tarde, agregando la voz de una contralto a la misma disposición instrumental, escribió la obra “Mourning”, pero sin duda es la obra de Haydn la que más fácil recordamos y es a la que con mayor frecuencia nos referimos cuando hablamos de música sacra respecto a las Siete Palabras.

La obra le fue encargada a Haydn en 1787 por la Hermandad de la Santa Cueva de Cádiz, en donde además de las siete palabras, también se incluyera el terremoto del que nos habla Mateo al terminar el primer Evangelio. Haydn realizó una versión para coro y orquesta, además de una deliciosa transcripción para cuarteto de cuerdas, recordemos que Haydn es el padre de este lenguaje, la más fiel representación de la música de cámara, es decir, el cuarteto de cuerdas.

El oratorio de las Siete Palabras de Franz Joseph Haydn es una de las tantas catedrales sonoras que son apropiadas para escuchar en estos días que para quienes profesamos la religión católica son profundamente solemnes y de reflexión, y claro, la música tiene ese fin, además del disfrute estético de una obra musical, esté el recogimiento y disposición espiritual, la música es el mejor medio para lograrlo.  


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