Lagomorfo / Minutas de la sal - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Se acaba el mes de los lagomorfos, sí, marzo se va. No es el mes de los roedores sino de los lagomorfos, porque los conejos y las liebres, junto con las picas, son eso: lagomorfos, un orden perteneciente a los mamíferos. Antes de afirmar que los conejos son sólo ratas con suavizante, hay que conocer el hecho de que tienen dos pares de dientes incisivos superiores. Eso hace la diferencia primordial con los roedores, entre otros detalles.

En fin, marzo es un buen mes. En él, la Liebre de Marzo toma el té mientras que el Conejo de Pascua planta huevitos de chocolate en los falsos rosales rojos de la Reina de Corazones. Obvio que el Conejo Blanco nunca tiene tiempo de buscarlos, por lo que terminan derretidos bajo los rayos del sol. Ustedes dirán que estas son historias distintas. No, esos lagomorfos habitan un territorio compartido. El mismo que por las noches es iluminado por la luz amarilla de la luna que en realidad irradia el queso elaborado mes a mes por el conejo que habita en nuestro satélite natural, y que llegó allí de un salto huyendo de un coyote, aunque otros dicen que fue un dios quien lo arrojó hasta allá. Sea como sea la historia, lo que sí resulta falso es el mito de que ese queso está hecho de leche de vaca lunar. No se llamen a engaño, no hay vacunos en la luna, aunque algunas noches tenga cuernos. En realidad, la leche la provee una sola vaca, bastante terrestre, que salta por encima de la luna al ritmo de unas rimas infantiles. Cada vez que lo hace, deja un reguero de leche que el conejo junta con sumo cuidado, sólo para que los plenilunios sean posibles. Sin luna no hay lunáticos. Me alegra que brille en lo alto, pues eso mantiene con vida a la Liebre de Marzo, quien de otra forma sería de junio o de septiembre, y entonces ya no sería viable la imaginación, o sería excesiva como creen algunas personas.

Tal vez por todo ello los lagomorfos han sido tomados como símbolos en distintas culturas. Se los asocia con lo lunar y son símbolos duales. Suelen representar la abundancia y la adolescencia. También son muerte y resurrección, además de mediadores entre lo terreno y lo divino, como el arco iris.

Esto está escrito en el mundo al que llamamos real, en el que existen conejos varios distintos a los del mundo de la imaginación. Uno de los más pequeños es una especie endémica de nuestro país. Es conocido como conejo de los volcanes, zacatuche o teporingo. Sí, es el lagomorfo más pequeño de México. Yo prefiero llamarlo zacatuche, porque significa el conejo de los zacatonales; y como la palabra zacate es una de mis favoritas, todo lo que suene zacatoso me gusta. Dirán que qué tiene que ver un conejo real con los que cité al principio. Pues mucho, porque el zacatuche es una especie en peligro de extinción, y si no la salvamos el único lugar donde podrá habitar para las generaciones venideras será el de la imaginación.

Me preocupa que el pequeño zacatuche tenga que vivir donde el Conejo Blanco, porque con su tamaño no podrá saltar a la luna ni alcanzará las ollas para elaborar queso. Seguro le dará mucho miedo ir a la hora del té y ser confundido con un lirón. A ningún lagomorfo le gustaría ser ahogado en una azucarera. Tampoco lo traje a colación para hacer una receta. La verdad no tengo hambre, estoy ahíta de huevos de Pascua. Sólo les di un nombre, zacatuche, y la posibilidad de imaginar que lo real prevalecerá.


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