Hay que contagiar pasión por la ciencia: Ana María Cetto - LJA Aguascalientes
19/11/2024

  • Es necesario influir en la formación de los maestros de las diversas disciplinas científicas, darles herramientas didácticas
  • Se requiere la creación de un fondo regional de ciencia y tecnología, en el cual participen todas las universidades, con una agenda propia, que no venga impuesta desde afuera

 

¿Para qué estudiar e investigar sobre ciencias básicas en un rincón del planeta como Chiapas? ¿Cómo podemos lograr que nuestras niñas, niños y jóvenes se interesen y apasionen por temas relacionados con la física, las matemáticas, la química, la astronomía, el medio ambiente y, en general, por el conocimiento científico?

“Todo inicia con un buen maestro, capacitado, que conozca la materia que está impartiendo y sepa contagiar a sus alumnos la pasión por la ciencia”, comenta para la Agencia Informativa Conacyt una de las mujeres de ciencia más destacadas de nuestro país y reconocida a nivel internacional: la doctora Ana María Cetto, profesora e investigadora del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).

Acerca del porqué es necesaria la ciencia para el desarrollo de la región sureste del país, la doctora Cetto sostiene: “Todos los países, todas las regiones necesitan ciencia, desde la más básica hasta la más aplicada, por eso me parece muy importante que finalmente estén encontrando en esta región del país y del continente los mecanismos para promover el desarrollo de la ciencia y la enseñanza científica, en colaboración con los países de Centroamérica, porque hay muchos problemas comunes, son muchas las carencias que se comparten, pero también hay recursos, porque no se parte de cero, desde hace décadas se iniciaron los esfuerzos para que se desarrollaran programas de educación científica en las universidades, desde hace más de 40 años inició el Sistema de Becas de Conacyt, por ejemplo, ya hay un camino andado”.

El camino a la Sociedad del Conocimiento

Una de las preocupaciones expresadas por diversas voces desde la academia, es que la falta de vocaciones científicas comienza por la escasa preparación por parte de los profesores que imparten materias científicas en niveles de educación básica y media.

“Estamos ante un círculo vicioso, buena parte de los docentes de física, matemáticas o química —con sus muchas y muy valiosas excepciones— no conocen los temas que enseñan ni saben cómo impartirlos de manera que provoquen el interés de sus alumnos, y para romper este círculo necesitamos una estrategia múltiple, no basta con una sola acción, es necesario influir en la formación de los maestros de las diversas disciplinas científicas, darles herramientas didácticas.”

Pero si de verdad queremos que nuestros países de la región Mesoamérica y del Caribe se conviertan en Sociedades del Conocimiento, para la investigadora, especialista en los fundamentos de la mecánica cuántica, es necesario comenzar desde los orígenes, porque el potencial humano y la curiosidad, madre de todas las vocaciones científicas, existen en todas partes, pero es necesario fomentarlos y detectar a potenciales científicos e investigadoras desde etapas tempranas.

“Es necesario también trabajar con los más chicos, desde la secundaria, y en programas de detección de los jóvenes talentos, hay muchas experiencias que podemos replicar, como la de El Salvador, o los programas que se realizan en Yucatán, o en la Casa Matemática Oaxaca, por ejemplo, donde los chicos salen de los talleres entusiasmadísimos, con ganas de aprender ciencias, pero para eso se necesita consistencia, permanencia, continuidad en los programas, porque si se interrumpen con los cambios de autoridades, se puede perder en poco tiempo el avance de años, por eso es muy importante que los gobiernos de la región de Mesoamérica y del Caribe entiendan que la inversión en educación, en ciencia y tecnología, requiere de tiempo, es un proceso, que rinde frutos a lo largo de años, por eso es importante garantizar la continuidad de los programas, a nivel presupuestal, creación de infraestructura, etcétera.”


Por ello es de suma importancia trabajar con los distintos actores educativos, universidades, centros de investigación e investigadores que convergen en esta región, para Cetto Kramis “es muy importante este esfuerzo, la discusión para la creación de un fondo regional de ciencia y tecnología, en el cual participen todas las universidades, con una agenda propia, que no venga impuesta desde afuera, así como foros y la creación de centros regionales como el MCTP, que a finales de 2015 ha recibido el reconocimiento como centro de investigación categoría II por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y se prepara para transformarse en el Instituto Mesoamericano de Ciencias (Mesoamerican Institute for Science, MAIS).

 

Ana María Cetto Kramis es licenciada en física por la Unam, maestra en biofísica por la Universidad de Harvard y maestra y doctora en física por la Unam. Es investigadora titular C del Ifunam y profesora de asignatura B de la Facultad de Ciencias. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel III. Ha sido profesora invitada en varias universidades del extranjero. Su principal línea de investigación son los fundamentos de la mecánica cuántica, área en la que ha contribuido de manera sustancial a establecer la cuantización como fenómeno emergente. Asimismo, ha hecho aportaciones centrales al conocimiento de las publicaciones científicas en América Latina. Tiene 250 publicaciones, entre ellas once títulos de libros y 110 artículos de investigación. La doctora Cetto ha sido jefa del Departamento de Física y directora de la Facultad de Ciencias de la Unam (1978-1982), directora de la Revista Mexicana de Física, coordinadora del proyecto para el Museo de la Luz (Unam) y miembro de diversas comisiones dictaminadoras (incluida la Comisión Dictaminadora del área I del SNI). En el ámbito internacional ha sido secretaria general del Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU), miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), presidente del Consejo de la Fundación Internacional para la Ciencia (IFS), y de 2003 a 2010, directora general adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA, Premio Nobel de la Paz 2005).

 

Alejandro Montaño/Agencia Informativa Conacyt


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