- Hace falta legislar con perspectiva de género: Comité Institucional de Equidad de Género
- La ausencia de leyes que dimensionen la violencia hacia las mujeres también es parte de la problemática
Para comprender la urgencia de la tipificación del feminicidio como un delito autónomo se necesita comprender primero dicho concepto: “pero como éste no se entiende, se cree que es sinónimo de homicidio y que nada más puede calificar como una agravante”, señaló Gabriela Ruiz Guillén.
La titular del Comité Institucional de Equidad de Género (CIEG) de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) abundó que el feminicidio no se limita al acto fatal, sino que resume un proceso de violencia sistemática hacia la mujer. Es el cúmulo de condiciones sociales que avalan, legitiman y propician el maltrato, a través de conductas que van desde el acoso, los golpes e incluso hasta la muerte de la víctima. Dicho concepto no fue comprendido por el Congreso local, es probable que todavía se necesite modificar una serie de parámetros culturales.
La investigadora agregó que el feminicidio, por definición, propone un análisis: “un ejemplo puede ser cuando están acosando constantemente a mujeres en el trabajo, o como ha ocurrido que ella se suicida porque no tiene salida, porque no le dan el divorcio, porque la vuelven a golpear, porque la tienen amenazada de muerte y eso la induce a tomar la decisión de eliminarse, esa también puede ser una forma de feminicidio (…). Es un proceso y muchas veces las mujeres toman la decisión de abandonar esa relación antes de que las maten”.
Ruiz Guillén advirtió que la ausencia de leyes que sancionen el maltrato hacia las mujeres en su justa proporción también es parte de la problemática, pues la falta de eficiencia en la impartición de justicia desalienta las denuncias: “las estadísticas hablan de cuáles casos ha habido, cuántas noticias escuchamos en Aguascalientes donde el exnovio golpeó a la novia porque andaba con otro, que asesinan a jovencitas a plena luz del día en una vía pública, casos en los que acribillan a la chava, no son invenciones, es un prejuicio enorme de no dar testimonio y que importe poco la vida de las mujeres”.
La cerrazón hacia la construcción de un marco legal en torno a este delito tiene que ver con “la compleja ideología machista y patriarcal que prevalece y que se avala socialmente”.
Estudiar los factores que se aglomeran en una escena de crimen, bajo la perspectiva de género, llevaría a la conclusión de la necesidad de legislar contrapesos a la desventaja social en que se encuentran las mujeres.
“Hay que recordar hechos como el de aquel presidente municipal que estaba bailando y le levanta la falda a la chica, eso es el desdén, misoginia porque no tiene respeto. Si la chica anda de corta o larga falta eso no importa, pero el poder que le da y que además le aplaudieron y se rieron es el aval social de que se puede hacer cualquier cosa con las mujeres y puede ser tomado como chiste”. Esto forma parte de una creencia que objetiviza al género femenino, atentando contra cualquier derecho.