Esta debe de ser una de esas noches en donde la magia fluye libremente hasta el último rincón de la sala del Teatro Aguascalientes, sin duda, la noche del viernes 11 de marzo, en el concierto que cierra la primera temporada de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes debe ser una de esas en donde la batuta se convierte en una suerte de varita mágica y hace fluir libremente la música, casi de manera natural, e inunda el espacio. Ha habido noches como esta, como aquella, imposible de olvidar, en donde el maestro Revueltas dirigió la Sinfonía Novena de Gustav Mahler, esta noche se le compara, o por lo menos se le acerca mucho, especialmente con la obra que cerró el concierto, la Sinfonía No. 1, Op. 55 de Sir Edward Elgar, sin duda, el más digno, sin menosprecio de los demás, representante de la música de concierto británica. Su primera sinfonía no es en absoluto, una de sus obras más populares, seguramente su célebre e inmortal concierto para violonchelo se lleva todos los reflectores, o sus Variaciones Enigma o su Marcha “Pompa y Circunstancia”, difícilmente podremos encontrar algo más inglés que esto, pero la belleza de su Sinfonía No. 1 es de dimensiones extraordinarias, claro, se requiere de una ejecución igualmente digna para que los resultados sean completamente satisfactorios, como la que disfrutamos la noche del pasado viernes.
Pero no nos adelantemos, el concierto inició con los Cuatro interludios marítimos de la ópera Peter Grimes de Benjamin Britten, una obra luminosa de una rica orquestación, de hecho, creo que esta es una de las principales características de Elgas, su habilidad como orquestador, siempre hablamos de Ravel como el gran orquestador, sin duda lo es, pero Elgar exige respeto.
Después de una muy decorosa ejecución de estos interludios marítimos de Britten, disfrutamos del Concierto para tuba y orquesta de Ralph Vaughn Williams, la ejecución del instrumento se le encargó al maestro José Jaime Palafox Hernández, tubista de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes desde hace ya poco más de 22 años, y no ha regalado una soberbia ejecución de este concierto que pesa a su poca duración, alrededor de 12 minutos dependiendo del tempo del director, hizo brillar la belleza de la partitura y resolvió decorosamente los retos que propone esta partitura. Por otro lado, es interesante conocer repertorios que no son muy comunes, un concierto para piano, violín, cello, viola, flauta, oboe, son mucho más probables que uno para contrabajo, fagot o tuba, como en esta caso, y creo que nosotros, como auditorio, como amantes de la música, no debemos cerrarnos a este otro lenguaje igualmente hermoso y retador para el intérprete, y por supuesto, disfrutable en la misma proporción. Felicidades al maestro Palafox por esta ejecución.
En la parte final del concierto, después del intermedio, estaba ya listo el platillo fuerte, ya lo comentamos, la Sinfonía No. 1 de Sir Edward Elgar, un verdadero banquete que se debe digerir de principio a fin.
Como la mayoría de las sinfonías, se divide en cuatro movimientos, iniciando con un Andante. Nobilmente e semplice, continúa con Allegro molto, sigue después un Adagio y termina con una lento allegro. Curiosamente el maestro Elgar coloca el movimiento lento en tercer lugar, cuando lo común suele ser ubicarlo en segunda instancia, sin embargo, los resultados son fascinantes.
Antes de iniciar la ejecución de la Sinfonía, el maestro Revueltas se tomó unos minutos para dar una plática didáctica con el fin de que nos ayudara a conocer y, consecuentemente, disfrutar más del concierto. La breve pero ilustrativa muestra del maestro Revueltas fue determinante para la mejor comprensión de la complicada partitura, evidentemente no podemos apreciar lo que no conocemos, para que nos guste algo, debemos adentrarnos en él y convencernos de su belleza, esto fue lo que hizo nuestro director, nos enseñó a escuchar con conocimiento de causa esta partitura lúgubre, oscura, densa pero incuestionablemente hermosa, como el mismo maestro explicaba, “es de un romanticismo contenido”. De alguna manera esto resulta comprensible si consideramos el carácter depresivo del compositor.
Definitivamente la charla que nos ofreció el maestro Revueltas con pequeños ejemplos musicales ejecutados por la propia orquesta, nos pusieron en contexto y logramos sacar algo más de esta profunda, íntima y reveladora obra del genio creativo de Elgar.
Después, ya en la ejecución de la Sinfonía, el maestro Revueltas llevó la Sinfónica hasta sus últimas y más depuradas consecuencias. Nuestra orquesta es muy buena, lo hemos dicho más de una vez, tiene la capacidad de tocar sola cuando el director no es lo suficientemente solvente, hemos visto a nuestra Sinfónica sacar de apuros a más de un despistado director, pero cuando la batuta que tiene enfrente lo hace con autoridad, con total dominio de la partitura, cuando el director sabe exactamente a dónde quiere llegar, entonces la orquesta se sublima y lo que escuchamos son sonidos casi mágicos, es sorprendente como una orquesta cambia cuando es dirigida por el director adecuado, es decir, aquel que la entiende, que conoce sus limitantes y todo su potencial, finalmente el maestro Revueltas la ha dirigido por 11 años, claro que la conoce hasta en sus más íntimos detalles.
La temporada terminó, como ya lo comentamos la semana pasada, el concierto de la Pasión según San Juan de Bach se canceló, no conozco exactamente la razón, pero me imagino que tiene que ver con el Coro de Ópera, no es culpa de ellos, la verdad es que nuestro máximo ensamble coral tiene algunos años en el más cruel de los abandonos, pero bueno, ya veremos qué sucede, por lo pronto habrá que descorchar una botella de vino tinto, partir el queso y sentarnos a ver en TV UNAM “Íconos del Jazz” porque responder a la paupérrima oferta musical que se anuncia para Aguascalientes en la Isla San Marcos, la verdad no llama la atención, al menos no para quienes encontramos en la música una verdadera forma de vida.