Candidaturas independientes, ¿señuelo para incautos? - LJA Aguascalientes
24/04/2025

Jesús Medina Olivares

 

Interesantes las reflexiones que nos ofrece Francisco Aguirre en su colaboración de esta semana para Esfera Pública respecto a algunos mecanismos que han generado los ciudadanos por una deficiencia del sistema; candidaturas independientes, iniciativa 3de3, de transporte digno, entre otras.

Coincido con muchos de sus argumentos y estimo que contribuiría a este trabajo explorar otro nivel de análisis en relación a la figura de las llamadas candidaturas independientes.

Se les adjudican tantas maravillas que sería de interés mostrar otros enfoques que cuestionan el carácter con el que se les está idealizando. Si en realidad es así o si entrañan un engaño o una falencia.

La figura de las candidaturas independientes es un fenómeno que ha impactado en la arena política en todo el país y evidentemente en nuestro estado.

Expresan una de las nuevas formas de participación política de los ciudadanos derivada, se argumenta, de la ineficiencia del sistema de partidos y de representación, del rechazo social a la corrupción y la opacidad de la clase política, fundamentalmente, la organizada en partidos políticos.

Y desde luego que, en buena medida, les asiste la razón, sin embargo, da la impresión que esta sobrevaloración no es fortuita, que, a instancias de la retórica, existen muchas personas interesadas en propiciar un estado general de magnificar al máximo la figura de las candidaturas independientes y que el receptor del mensaje, la ciudadanía, le atribuya una mayor importancia con la finalidad obvia, de sacar partido o propiciar la mayor empatía posible.

Una precisión, creo profundamente en el derecho inherente, universal e inalienable de los ciudadanos para postularse a los cargos de elección popular y que, en una democracia moderna se debe garantizar ese derecho.


Estimo que las candidaturas independientes generan una gran contribución a nuestra democracia representativa, pero también que muchas de sus premisas son muy discutibles y con frecuencia falsas.

Por ejemplo, me parece una quimera, un engaño, pensar que las candidaturas independientes son la panacea para la sociedad. Que un candidato independiente, per se, está tocado por el dedo divino que le acredita una condición o un mérito que le da la autorización, plenipotenciaria, para representar a la ciudadanía.

Que sólo por el hecho de no pertenecer a ningún partido político, automáticamente puede ser un mejor gobernante eficaz y eficiente y, por supuesto, refractario a la corrupción.

Lo cual, evidentemente, resulta una falacia. La eficiencia en el gobierno y la calidad de la representación va más allá de esta concepción simplista. En otras palabras, la calidad de la representación o el ejercicio de gobierno no está en función de ser militante o no de un partido político.

Lograr buenos resultados en la política y en la gestión pública depende de la conjugación de varias factores; capacidades, poseer cualificación académica y profesional, habilidades, carácter, valores, y otro tipo de virtudes que desarrolla, de manera integral, una persona para comprender y transformar el mundo en el que se desenvuelve y convertidos en servidores públicos, operan las instituciones y administran nuestro futuro.

En términos de Platón, para ejercer el poder político como una Política Ética y Antropológica al servicio de la Justicia.

Por otra parte, es muy cuestionable la supuesta independencia. Está acreditado que la gran mayoría de los candidatos independientes cuentan una carrera política previa o ejercieron cargos públicos en los mismos partidos que ahora rechazan.

Más bien, muchos de ellos se arroparon en la figura de independientes debido a la marginación partidista de que fueron objeto. Por lo que es cuestionable que haya candidatos químicamente puros, sin partido.

De la misma manera una campaña electoral cuesta y cuesta mucho. Se requiere una cantidad considerable de recursos para mantener en operación un equipo de trabajo, oficinas, vehículos, propaganda y un largo etc. Como nunca, es más que aplicable la máxima que se le adjudica al profesor Carlos Hank González que “Un político pobre, es un pobre político”.

En consecuencia si el candidato independiente no cuenta con los recursos económicos suficientes para financiársela, de alguna manera alguien o algunos se la tiene que pagar, con los consiguientes compromisos que ello genera y, lo más delicado, los riesgos de la incorporación de recursos de dudosa procedencia.

En cuanto a las propuestas, si es que las hay, éstas no son distintas de las que ofertan los candidatos emanados de un partido político. Más allá de los lugares comunes y la práctica recurrente de crítica implacable contra el sistema político y de partidos, en realidad el común denominador resaltan las falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir, así como la utilización de otros instrumentos similares para convencer al electorado.

Finalmente otro rasgo distintivo es que cuando acceden al poder su modelo de actuación es muy similar; son liderazgos personalísimos y voluntariosos, poco propensos a la rendición de cuentas y a sujetarse a reglas institucionales o a un marco jurídico.

Recordemos el caso de Alberto Fujimori en Perú que, a inicios de la década de los 90, en espectacular aparición y campaña electoral logró superar al afamado novelista Mario Vargas Llosa. Mucho se habló del fenómeno Fujimori y las consecuencias de su gobierno fallido.

Finalmente otro riesgo que entraña el modelo independiente es la suplantación del sistema de representación política o transformarlo en una plutocracia. Es decir, hacia una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por los miembros más ricos de la misma o un gobierno excesivamente influenciado por los estratos más acaudalados.

Y es que no todo lo que parece tan bueno en realidad lo es. Para decirlo en otras palabras, esas cosas que creemos que son maravillosas, en muchos casos, no lo son tanto y por dentro entrañan algún engaño.

Como lo he señalado, no se pretende, de ninguna manera, minimizar la importancia de las candidaturas independientes, sino propiciar un debate abierto, que sea el hilo conductor para darle su justa dimensión y propiciar se muestren otros intereses reales o colaterales que se mueven o pueden moverse en este tema tan importante.

Que es inaplazable mejorar la calidad de nuestro sistema de representación y de partidos políticos, ni dudarlo. La historia demuestra que los sistemas de partidos no permanecen constantes e inalterables. En consecuencia las nuevas exigencias sociales hacen necesaria una modificación sustancial en las prácticas competitivas de los partidos y el funcionamiento del sistema en su conjunto.

Y sin embargo, pese a las imperfecciones de nuestra democracia representativa, la elección de los representantes populares, principalmente en los poderes Ejecutivo y Legislativo, es la forma más adecuada que nos hemos dado como sociedad para delegar su soberanía. Que como lo señala el artículo 39 de nuestra Constitución, reside esencial y originariamente en el pueblo.

Finalmente es el pueblo quien decide que un sistema deje de tener determinadas características o pase a tener otros, así como los actores políticos, organizados o no en partidos a quienes les otorga el poder

 

jesusmedinao@hotmail.com


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