Hoy en día, más que actuar a partir de un aprendizaje continuo y acumulativo, lo hacemos a través de una mezcla de olvidos y recuerdos.
Zygmunt Bauman, La cultura como praxis
La Palabra y el Hombre
Pienso en Veracruz. Justo ahora también lo pienso. Y entonces lo primero que llega es el recuerdo: una carretera de curvas, la niebla, la lluvia y después de un buen tiempo, el sol.
Enseguida de ese recuerdo llega otro: un rico olor a café, ese café que despierta los sentidos… y lo pienso como slogan publicitario sin el menor sentido poético, para luego recordar que ya de regreso en Aguascalientes, ese mismo café, no me dejaba dormir.
Pasan los años, y vuelvo a pensar en Veracruz. En su arte, en su escuela de danza, en la escuela de Danza de la Universidad Veracruzana, a donde recuerdo Fernanda Manzo decidió ir a estudiar, y es entonces mi primer referente de la Universidad Veracruzana, y además mi primera asociación entre el arte y la universidad de dicho estado. Una universidad con 71 años de vida pero que desde hace más de 40 años cuenta una facultad de danza. La primera de la edad de mi papá; la segunda casi, pero aún casi, la mía.
Y hoy llega un presente y no un recuerdo: el presente de Veracruz, su Universidad Veracruzana y el de su revista La Palabra y el Hombre.
Hoy Veracruz, sabemos, no está en paz. Un estado avasallado por los sistemas del estado y que, cada vez con más frecuencia, ha sido nota central en los noticieros nacionales ante un clima de inseguridad, pobreza e ilegalidad. Y esto, aún para Veracruz, no es un recuerdo, sino una realidad de todos los días que es minimizada por las autoridades del estado y censurada por los agentes de gobierno, en donde incluso las marchas se busca que pasen inadvertidas, al suspenderse las actividades escolares en los planteles de educación básica para evitar así la “incomodidad de los ciudadanos”.
En Veracruz, de acuerdo a la nota de Sinembargomx con fecha de noviembre de 2015, bajo el gobierno actual los pobres pasaron 52.6 por ciento al 58 por ciento, colocándose por encima de la media nacional; su Congreso del Estado aprobó la contratación de una deuda; y además se aprobó que la Secretaría de Finanzas y Planeación use como fuentes de pago participaciones y aportaciones de la Federación e ingresos generados por la entidad. El gobierno se ha distinguido por la criminalización de la protesta, y la libertad de expresión ha sido coartada de manera brutal, como el caso del fotógrafo Rubén Espinosa.Y esto no es un recuerdo de Veracruz, sino una realidad de día y de noche, de todos los días.
Hoy la Universidad Veracruzana tampoco está de plácemes. Bajo este régimen autoritario la universidad ha tenido que salir a exigir en las calles sus derechos, y a demandar en los tribunales lo que le corresponde y que no ha sido atendido por el gobierno. Hoy la Universidad Veracruzana nos trae presente un activismo en favor del derecho a la educación, pero también por la libertad y la justicia como lo pronuncia su rectora, Sara Ladrón de Guevara: “Nos deben el derecho a soñar, la esperanza de un mejor futuro, la confianza en las instituciones, una juventud sin miedos. Nos deben a los desaparecidos, la paz de los violentados y la de sus familias”, ello fue sentenciado en la marcha que la semana pasada efectuara la comunidad universitaria, y la sociedad civil y organizada, en demanda no sólo de los recursos que le corresponden, sino de un Estado de Derecho.
Pero no sólo esas voces se escuchan desde la Universidad Veracruzana. La palabra, la convicción y compromiso como institución se proyecta a través de los medios que tiene a su alcance. La Universidad ha buscado siempre afrontar desde la trinchera de las ideas, de la divulgación y del conocimiento a la lucha por la conformación de ciudadanos libres, pensantes y propositivos desde el ámbito de las artes y la cultura.
Esta labor sin duda ha dado como resultado que la revista La Palabra y el Hombre, la cual comenzó hace más de 59 años, y que hoy nos reúne. Es reconocida como una de las revistas más emblemáticas del país. Con seguridad una trayectoria digna de admirarse, y es que en tiempos en los que la centralidad del estado sigue permeando en los distintos ámbitos de la sociedad actual, una revista no centralizada, con la calidad de forma y contenido, proyecta el trabajo comprometido de quienes la realizan.
La Palabra y el Hombre es entonces compromiso y testimonio con los cuales los universitarios veracruzanos siguen conservando, alimentando, renovando y nutriendo el pensamiento, las artes y la cultura. Y es que ese compromiso de los universitarios hacia su revista está presente desde ese primer número, como lo pronunció Fernando Salmerón al expresar los principios suscritos por los responsables de la revista con motivo de la presentación de su primer número, y que Mario Muñoz, encargado de la dirección de esta publicación, cita al hablar sobre la historia de la misma:
La continuidad no ha sido meramente cronológica sino de fondo, en cuanto a mantener vigentes los propósitos que suscribieron los responsables en la Presentación del primer número, firmado con las iniciales F.S. que correspondían a las de Fernando Salmerón. En esa “declaración de intereses” se precisan los objetivos clave sostenidos en el transcurso de más de cinco décadas. A saber: “Un órgano de investigaciones libres en el que todas las opiniones tienen cabida”, y que “oriente al lector sobre una gran variedad de temas vivos para la inteligencia mexicana”. Los editores enfatizan que “no se trata (…) de una revista literaria (…), tampoco de una revista exclusivamente científica o política sino de un repertorio abierto que pretende, con la mayor amplitud y universalidad, contribuir al desarrollo de la cultura”. Luego de estos principios pasan a explicar el significado del título: la palabra como “condición de nuestro ser y su único testimonio”; y el hombre, porque “el héroe de los contemporáneos ya no es Lucifer, ni siquiera Prometeo, es simplemente el hombre”, y esa continuidad prosigue.
De esta forma, a lo largo de estos casi 60 años de vida, la revista La Palabra y el Hombre ha promulgado en la práctica sus principios al ser una revista inclusiva, en donde, a través de distintos argumentos, diferentes autores han contribuido al diálogo. Tan solo en el número que hoy se presenta y que rinde un homenaje a Juan Rulfo, disfrutamos los textos de Sergio Pitol, Alberto Vital y Gerardo Rodríguez, entre otros, y que nos permiten, a través de la palabra, reconstruir nuevamente no sólo la obra sino la personalidad del gran Rulfo. Ese repertorio abierto con que naciera esta revista sigue presente dando espacio a la “amplitud y universalidad”; porque esta publicación sigue comprometida, y lo hace con lo local y lo nacional; con lo local y lo global; con lo nacional y lo global, pero sobre todo con lo universal, con el hombre, con la palabra, con el conocimiento, con el arte.
La Palabra y el Hombre además sigue contribuyendo al desarrollo de la cultura a través de las distintas ideologías que se manifiestan en los temas sociales, la opinión, la poesía, el análisis, la belleza. Se convierte es un escaparate del pensamiento y de la contemplación gracias a la divulgación de las ideas libres, y de la riqueza cultural que la contiene.
Y es que la cultura, retomando a Zygmunt Bauman en La Cultura como Praxis, “resulta ser un agente del desorden tanto como un instrumento de orden, un elemento sometido a los rigores del envejecimiento y la obsolescencia, o como un ente atemporal. La obra de la cultura no consiste tanto en la propia perpetuación como en asegurar las condiciones de nuevas experimentaciones y cambios” (Bauman, 1999, pág. 33). Así los distinguimos con el texto de Sergio Pitol, prólogo a la edición polaca de Pedro Páramo escrito hace ya 50 años, y cuyo texto para la edición de este número de la revista, fue traducido del polaco y supervisado por el autor al haberse extraviado la versión original en español; así este texto se somete a los rigores del envejecimiento para al mismo tiempo ser atemporal, y dialoga con el texto de uno de los estudiosos más reconocidos de la obra de Juan Rulfo como lo es Alberto Vital; y ambos conversan con Gerardo Rodríguez, joven historiador y gran investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, quien aporta a esta reconstrucción de Juan Rulfo para la construcción de nuevas experiencias para el lector.
Y es aquí donde el lector juega un papel preponderante, porque el lector a través de un diálogo activo construye también la cultura, y es que en palabras de Bauman “La cultura no puede producir otra cosa que el cambio constante, aunque no pueda realizar cambios si no a través del esfuerzo ordenador” (pág.33), y este esfuerzo ordenador es catalizado por el hombre que ordena y desordena la palabra y la imagen; imágenes tan fuertes como las creadas por Manuel Marsol o las propias de la obra fotográfica de Juan Rulfo presentes en esta edición.
La Palabra y el Hombre es una revista honesta, sencilla, clara y directa, pero al mismo tiempo ambiciosa, profunda y apasionada con sus lectores; a ellos los ilustra, los confronta, los cuestiona y al mismo tiempo lo deja libres. Porque el lector requiere de un espacio íntimo para construir criterios y formar intereses. Y es que a veces la realidad nos sobrepasa, nos sobrepasa más que le ficción. Y es donde esta revista muestra su solidaridad y manifiesta su indignación, pero sobre todo cuestiona el estatus de valores tan fundamentales como la democracia, la justicia, la ciudadanía y la participación social en nuestro país, como lo hace en el número 34 dedicado a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero.
La Palabra y el Hombre es testimonio de forma, fondo, orden y libertad del devenir de la historia y que responde a nuestra necesidad de aprehensión y entendimiento de la experiencia que vamos construyendo. Porque La Palabra y el Hombre nos permite olvidar y recordar para actuar. Nos da el espacio de reflexión y nos invita a la participación activa de la reconstrucción de nuestro momento. La Palabra y el Hombre expresa y bajo esa expresión también adquiere una mayor identidad, una estrecha universalidad con el hombre.
Hoy esta publicación de la Universidad Veracruzana, como hace más de cinco décadas, representa el recuerdo que está presente; el presente de todos, de Veracruz y de su universidad a los que externamos nuestro apoyo ante los difíciles momentos que atraviesan. A través de esta magnífica revista dan ustedes muestra de coraje y gallardía que es símbolo de la fortaleza institucional de su universidad.
Hoy, esta presentación, en un momento comenzará a convertirse en un recuerdo. Pero antes que esto suceda, quiero agradecer a la maestra Martha Esparza, jefa del departamento editorial, por su atenta invitación, y a Eliel López y Diana Barberena, por compartir esta mesa conmigo. Por también hacerme partícipe de su recuerdo… aunque debo decir que el mío, a diferencia de mis primeros recuerdos de Veracruz, tendrá un atributo particular, pues me llevará a la acción, a convertirme en una ferviente lectora de esta digna publicación. Y la disfrutaré con un café aunque no me deje dormir, pero que me permita encapsular el momento desde la intimidad de la lectura, como estoy segura también les podrá pasar a ustedes.
(*) Presentación de la edición 35 de la revista La Palabra y el Hombre, en la que se rinde homenaje al escritor Juan Rulfo.