Cocina Política
Socorro Ramírez O
Comience con una apetitosa tostada de nopalitos su comida de Cuaresma. Para que se antoje y se le abra en verdad el apetito, debe ser una ensalada de nopalitos tiernos finamente picados, aderezados con cebolla, chile serrano, jitomate (tomate rojo) y cebolla; igual, picados en cuadritos bien parejitos y pequeños.
Le pone usted su embarrada de frijoles molidos a la tostada, una generosa porción de ensalada de nopalitos, luego unas largas y finas rebanadas de cebolla morada; un par de rebanadas de untuoso aguacate y queso fresco desmoronado. Para rematar espolvorea orégano seco bien molidito y agrega la salsa de su gusto: verde o roja.
Tome usted con firmeza y decisión su tostada de nopalitos por ambos lados; y acometa con enorme mordida. Debe escucharse un ¡crack! estruendoso que obligue a sus compañeros comensales a mirarlo con cara de antojo. No se preocupe si el contenido de la tostada se derrama en su plato, ya que podrá seguirla consumiendo con ayuda del resto de la tostada; y se habrá graduado como el mejor come-tostadas de la región. ¡Ándeles pues’n!
¡Ha llegado ya! El tiempo de Cuaresma católica ha llegado. Y con eso que ocho de cada diez hidrocálidos somos católicos, según Noticieros Televisa; pues ahí nos tiene en la abstención de carne roja, conforme a nuestros ritos. Pero no es requisito profesar la religión católica para disfrutar de los tradicionales y deliciosos platillos que se preparan en esta temporada.
Por otra parte, se empata con el tiempo de Cuaresma la etapa procesal de precampañas, en la cual, según la ley (no los ritos), ningún precandidato debe andarse cenando (denostando, acusando, exhibiendo) a sus compañeros precandidatos.
Como bien le comenté en la ocasión anterior, las precampañas en Agüitas no son tales ya que, o los precandidatos son designados por el poder político superior central de su propio partido; o habiendo designación, se “sube” a la contienda a un militante de rango menor al del ungido, sólo para aprovechar las prerrogativas de difusión de la precampaña; o echan a andar a unos tres precandidatos en lo que sus respectivos padrinos políticos se ponen de acuerdo. En los tres supuestos anteriores, la culminación de las precampañas, sea por elección directa o indirecta, es mera simulación: los acuerdos estarán tomados y las designaciones acatadas.
Por supuesto, que excepcionalmente algún precandidato se indisciplina, se inconforma o de plano se enchila (enoja) y se queda hasta el final de la contienda sin que sus directivos lo aprueben. En este supuesto, la dirección de su partido puede optar a) por dejar al precandidato enchilado llegar hasta el final, y orientar en la jornada electoral el triunfo hacia el candidato consensuado o designado; b) por sacar de la contienda al precandidato enchilado, mediante algún artilugio legal, para impedirle llegar a la jornada electoral; c) por solicitarle al precandidato enchilado que retire su solicitud, alegando “motivos de salud” o “estrictamente personales”; y a cambio ofrecerle algún encargo menor. Aun cuando la opción a deja limpia la imagen del proceso interno, se convierte en un serio revés cuando el pequeño David resulta ser un oculto Goliat, y gana sorpresivamente la elección, como ya ha sucedido en más de una ocasión en las internas locales de varios partidos.
¡Ya veremos! Por ahí a mediados de marzo, apreciable lectora, estimado lector, en qué terminan las supuestas precampañas actuales. Esta “cocino-polis” no anticipa grandes sorpresas al respecto. Llegarán los y las que tienen que llegar. Y si no, al tiempo…
Al principal. Muchas y deliciosas opciones tiene usted para plato principal en su comida de Cuaresma.
Usted puede degustar, en un caldillo bien calientito de jitomate, unas croquetas elaboradas con papa “quebrada” (molido burdo o grueso) con atún, bien doraditas en aceite. Para que exista un contraste de sabor entre la papa y el caldillo, este debe prepararse con jitomate cocido licuado con un poco de agua (tipo gazpacho) y agregarle cebolla picada en crudo y… ¡fundamental! Orégano seco en molido grueso. El aroma y sabor de este platillo, no tienen comparación ¡Oiga usted!
Al postre. Tras la frescura de su tostada de nopales “bien chabeñitos” (tiernos y ácidos), y la intensidad de sus croquetas en caldillo de jitomate; llega el momento de limpiar ese paladar con la dulzura de la capirotada.
Muchos tipos hay del pudín de pan que llamamos capirotada. Pero la que yo recomiendo, en esta ocasión es la de jarabe de piloncillo con canela.
De entrada coloca en un recipiente una capa de tortillas secas para hacer una base. Ahora acomoda una capa de bolillo secado al sol, perfectamente frito y escrupulosamente escurrido. La baña con un sirope muy caliente hecho de agua, piloncillo, canela y un par de clavos de olor. Coloca sobre ella coco seco rallado dulce, gragea de colores y cacahuate natural (sin cáscara por supuesto), pasas de uva negra o blanca y pequeños trozos de queso añejo. Vuelve a colocar otra capa de bolillo y así hasta al nivel del recipiente. Una vez terminado el proceso, vierte el resto del sirope caliente y coloca el resto de los aderezos en la superficie. Tapa y coloca un paño (trozo de tela ligera) húmedo para que no deje escapar vapor, lo cual permitirá que los ingredientes se integren. Sirva en generosas porciones individuales. Si le gustan los contrastes acompañe su capirotada con café negro. Si es convencido de la armonía entre sabores, acompañe con un enorme vaso de leche fría. Para los vegetarianos: leche de soya o café de trigo.
Nos vemos en la próxima. Recuerde usted que en esta su cocina se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.
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