Esta es la enorme y eterna Rusia, ubicada justamente ahí, donde termina Europa e inicia el inmenso oriente con toda su magia y misterio.
Rusia cuenta con una de las escuelas nacionalistas más intensas y celosas de toda la historia de la música, aquel “grupo de los cinco”, integrado por Mihail Balakirev, César Cui, Alexander Borodin, Modest Mussorgsky y Nikolai Rimsky-Korsakov, intentaba mantener libre de todo coqueteo occidental a lo que ellos consideraban la auténtica música rusa, y si repasamos la historia de la música rusa, veremos una buena cantidad de ejemplo como éste, con defensores incorruptibles de la esencia rusa de la música.
Una potencia de la música como lo es Rusia no podría quedar fuera de una programación de conciertos en donde se pretenda incluir a las más grandes y sólidas potencias de la música. La semana pasada fue Austria, ahora corresponde a Rusia y el trabajo no es sencillo. Me da la impresión, salvo tu mejor opinión, que el maestro Revueltas optó por programar un compositor del romanticismo que representara la tradición histórica de Rusia, claro, Tchaikovski, y un representante del siglo XX, y quién mejor que el atormentado y sufriente Shostakovich.
En efecto, el concierto se dividió en dos partes, la primera con música de Tchaikovski, la segunda con la Sinfonía Octava de Shostakovich. Claro, es imposible no preguntarnos: ¿y Rachmaninov?, ¿y Stravinsky?, además de los ya mencionados integrantes del grupo de los cinco, entre muchos rusos más que nos pueden resultar infaltables.
El concierto, que por cierto reportó una buena entrada, inició, como ya lo hemos comentado, con música del máximo representante del romanticismo musical de Rusia: Piotr Ilich Tchaikovski, con la Serenata Melancólica, y las tres partes de Memoria de un lugar querido, una especie de concierto para violín y orquesta que el maestro compuso en marzo de 1878, originalmente fue concebido para violín y piano, aunque más tarde Alexander Glazunov hizo la orquestación y fue ésta la forma en la que lo escuchamos la noche del pasado viernes 12 de febrero. Es una obra de características descriptivas, cada una de las tres partes que la integran tiene una intención temática, la primera parte se llama Meditación, la segunda parte es simplemente un Scherzo y la tercera y última se llama Melodía.
Las obras que integran la primera parte de este segundo concierto de la primera temporada 2016 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes requieren la participación de un solista al violín, el compromiso se le encomendó al maestro Román Pavón, que desde septiembre de 2014 es concertino de nuestra Sinfónica. Su ejecución fue nítida y limpia, resolvió dignamente todas las exigencias que proponen estas partituras de Tchaikovsky, la cadencia de Memoria de un lugar querido, o Souvenir d’un lieu cher, Op. 42, la abordó con seguridad, pero sobre todo, conocimiento de causa, esto le permitió salir bien librado del compromiso.
Después del intermedio, en la segunda parte del concierto y de acuerdo a lo programado, disfrutamos de una monumental versión de la Sinfonía No. 8, OP. 65 en Do menor de Dmitri Shostakovich, una obra muy complicada de una rica y generosa orquestación. Yo creo que todos los que amamos la música estaremos de acuerdo en que Maurice Ravel ha sido, históricamente, uno de los más grandes orquestadores, sin embargo, al escuchar cualquiera de las quince sinfonías compuestas por Shostakovich, particularmente esta octava, no podemos dudar de la gran sapiencia musical ejercida por el ruso para trabajar con la orquesta, cada compás es una especie de cajita cerrada llena de sorpresas, no sabemos lo que vendrá, aun conociendo la obra, siempre estamos esperando lo que sigue en función de esa riqueza en la orquestación.
El director que tenga en su atril una partitura de estas dimensiones debe estar siempre muy atento, no puede permitirse el más ligero pestañeo, podría ser catastrófico, es como conducir un carro en una autopista llena de tráfico, la más insignificante distracción podría causar un lamentable accidente, así es dirigir una sinfonía de Shostakovich, la batuta siempre debe estar al pendiente, atenta para resolver puntualmente cualquier posible eventualidad, y estoy seguro que estas eventualidades se suceden con más frecuencia de lo que nuestro distraído e inexperto oído puede captar.
Sin duda el maestro Román Revueltas ha hecho un gran trabajo al dirigir este demandante y exigente programa ruso. Nuestro director titular supo sacar de la orquesta esos sonidos encerrados en la partitura de Shostakovich, hizo sonar la orquesta con la contundencia, al mismo tiempo que con la delicadeza que pide el compositor. Gran trabajo del maestro Revueltas, sin duda.
Para la próxima semana. En el tercer concierto de la temporada llamada Potencias de la música escucharemos un programa dedicado a Italia, con la Sinfonía Rv 169 en si menor Al Santo Sepulcro y la Sinfonía No.3 Rv 149 en Sol mayor, amas de Antonio Vivaldi. Del gran belcantista Gioacchino Rossini, escucharemos dos oberturas, primero La scala di seta y después Semiramide.
En la segunda parte del concierto, disfrutaremos de Giuseppe Verdi la Obertura de la ópera I vespri siciliani o las Vísperas Sicilianas, para concluir con la Suite de la Boutique Fantastique de Ottorino Respighi. El director para este concierto es el maestro Juan Tucán Franco, lo recordamos dirigiendo el programa de música mexicana en septiembre del año pasado. Por cierto, que el maestro Tucán también dirigirá este día el concierto especial con motivo de los 50 años del buen tunar en Aguascalientes, hoy domingo 14 de febrero a las 12:30 horas en el Teatro Aguascalientes.
Pues nos vemos el próximo viernes 19 a las 21:00 horas en la casa de la Sinfónica, el Teatro Aguascalientes, para rendirle tributo a su majestad la música. Hasta entonces si Dios no dispone lo contrario.