En los tiempos de Sor Juana las mujeres tenían prohibido el estudio y el conocimiento, éstos, reservados para los hombres, se impartían en las academias y universidades, así, Juana Inés de la Cruz debió internarse en un convento para dedicar su vida a los estudios y escribir, pues a los religiosos se les permitían dichas concesiones por dedicar su vida a Dios.
Ya en el claustro, Juana Inés dio rienda suelta a la escritura y aprendió latín en pocas lecciones, decidió dejar el amor y el matrimonio no por consagrarse a la congregación sino a las letras. Escribía piezas sacras y alguna que otra pieza, para su época, mundana, esto provocó el descontento del obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz y quiso obligar a Sor Juana a no continuar con su trabajo literario. Sin temor y con la pluma en la mano la poetisa defendió su derecho, y el de todas las mujeres, a la educación y la vida intelectual en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.
En los tiempos de Sor Juan algunos hombres pensaban que las mujeres eran “bestias de natura”, como lo expresó el filósofo español Feijóo mientras que Miguel de Cervantes escribió el primer discurso femenino que exaltaba la misma ideología que defendía nuestra poetisa, en el capítulo XII. El amor de Grisóstomo a Marcela en la primera parte del Quijote: el derecho a la libertad.
Marcela era una hermosa pastora que no quería contraer matrimonio y prefería dedicarse a su trabajo en la sierra, se le culpaba de la muerte de Grisóstomo porque ésta lo rechazó siendo siempre clara con él sin darle alas o aprovecharse de su enamoramiento. El pueblo la señalaba hasta que ella los enfrentó y pidió que respetaran su decisión de permanecer libre. Cervantes, con una visión feminista, denota la necesidad de equidad en su época donde las mujeres se dedicaban sólo a las labores de la casa y eran destinada al matrimonio les pareciera el marido o no.
Pocas mujeres sobresalieron en las artes, ciencias o letras hasta el siglo XX. Marie Curie fue una estupenda científica que ganó en dos ocasiones el premio Nobel por sus descubrimientos en física y química. A diferencia de nuestras heroínas anteriores, Curie estaba casada y tenía dos hijas. En 1906 le asignaron la dirección de física de la Universidad de París y una veintena de años después su trabajo y entereza lograron hacer que se aceptaran más mujeres en las licencias de física pasando de 27, en 1895, a 45 entre 1906 y 1945, reduciendo así las restricciones de admisión. Apenas 10 años después las mexicanas pudieron ejercer el voto.
Sin embargo, aunque las mujeres en México lograron participar en las elecciones en 1955, la modernidad y la equidad aún no se manifiestan plenamente. Independientemente del número de deserciones de estudiantes en las universidades en nuestro país, existe un número de chicas que no terminan sus estudios universitarios o de bachillerato por dedicarse a labores domésticas, sea por atender la casa familiar o la propia, en caso de que “se juntaran o casaran” por x o y situación.
Tal parece que el hogar o el matrimonio restan independencia a las mujeres. En algunas comunidades las adolescentes no son enviadas a la preparatoria bajo el discurso de “no servir para nada el estudio” o “si es muy leída no encontrará quien la quiera”, como dice el dicho: “mujer que sabe latín ni tiene marido ni tiene buen fin”; más machista no puede ser esa aseveración porque entonces de alguna manera seguimos en los tiempos de Sor Juana, aun sea “lícito y muy provechosos el aprendizaje” para todas las ciudadanas de este país.
En las aulas se encuentran muchas estudiantes a quienes les dan la “oportunidad de estudiar”, así los papás pagan sus matrículas al tiempo que las desmotivan con mensajes brujos como “eso para qué te servirá”, “mejor hubieras estudiado otra cosa”, “eso no es para mujeres”, “mira nada más, pareces viejo ahí debajo de esa máquina”, por lo que poco a poco se van desmotivando, algunas terminan sus estudios, trabajan por un tiempo en su rama y luego se dedican al hogar si vuelven al trabajo, posteriormente, ya no es más sobre lo suyo sino lo que las saque del apuro para completar el gasto.
Peor está la cosa si las estudiantes universitarias deciden concursar para una beca en el extranjero, en las aulas los maestros y compañeros las impulsan a alcanzar sus sueños para que regresen a México con mejores oportunidades de contratación mientras que en casa les autorizan tomar la beca pero poco a poco dejan de apoyarlas emocionalmente hasta que logran convencerlas de desistir, algunas lo hacen, otras logran romper el paradigma y volver satisfechas de cumplir su sueño.
¿Cómo pueden las jóvenes mexicanas terminar sus estudios con esos dobles mensajes que reciben? ¿Podrá ser México una nación letrada cuando aún se lucha contra el ideario de que las mujeres con estudios no son bien aceptadas? Parecen ilógicas las preguntas y quizá hasta inadecuadas o descontextualizadas, más si narramos las historias de lo que viven las universitarias, por lo menos en esta capital, tendríamos un anecdotario sombrío y absurdo de cómo la colectividad piensa y actúa de manera inconsciente cada día, lo mismo que las lleva a estudiar “mientras me caso”.
Cierto es que los hombres aún ganan más que las mujeres y obtienen los mejores puestos, también que hay maridos quienes no permiten la autorrealización de sus esposas, así como padres que educan a sus hijas con los ojos cerrados para que no sobresalgan y sigan la tradición mexicana de no instruirse lo más posible. Un país sin cultura es un país manipulable ¿qué necesita México para liberar a sus mujeres y puedan obtener los mismos derechos y beneficios que los hombres?
Dedicado a todas mis alumnas, especialmente a Ale, Myros, Karla y Myriam.
Laus Deo