El 30 de enero de 1969 los Beatles ofrecieron el que podemos considerar como su último concierto. Fue una presentación improvisada, sin la logística que representa la organización de un concierto, con el boletaje, los cuerpos de seguridad. Y más si se trata de un concierto de los Beatles, el despliegue técnico de audio y en algunos casos el espectáculo de luz que suele acompañar algunos conciertos, en fin, sin todo eso que lleva la organización de una presentación en vivo. Los Beatles, sin embargo, con toda su grandeza, con todo lo que el término “Beatles” representa, decidieron realizar su última presentación en la azotea del edificio de Apple Corps, en la ciudad de Londres con una temperatura muy baja, como corresponde a esas fechas en la capital del Reino Unido, en condiciones de total y absoluta improvisación, sin ruedas de prensa ni boletines, sin transmisión en vivo ni nada de lo que pudiéramos suponer lógico en la despedida de las presentaciones en vivo de un grupo como el cuarteto de Liverpool.
Sin embargo, la situación no fue tan improvisada como podríamos suponer, o como el documental cinematográfico que recoge las sesiones de grabación nos lo muestran. En realidad se tenía planeado un concierto, aunque no se sabía con exactitud cómo ni en dónde, lo que sí se tenía claro es que no sería un concierto convencional, sino que sería totalmente diferente, bueno, finalmente se trata de los Beatles, esto no es cualquier cosa.
Originalmente se pensó en tocar en un hospital rodeados de niños enfermos, o a bordo de un barco en donde los cuatro músicos estuvieran rodeados de algunos de sus admiradores elegidos mediante quién sabe qué complejo mecanismo, o bien, en las pirámides de Egipto convocando a algunos beduinos en el desierto para ser el auditorio, en fin, las ideas fluyeron generosamente y, mira, se optó por lo más sencillo y más al alcance de la mano, la azotea de ese edificio de Apple Corps en Savile Row, finalmente, ¿para qué tanto despliegue de tecnología?, la idea era captar a los Beatles en directo, sin trucos, sin edición en el estudio, sin nada, así, en crudo, con un sonido honesto y digno de la carrera de este mítico cuarteto.
Se decidió entonces que sería el 30 de enero de 1969, durante el desayuno, tanto los músicos como sus asistentes y personal involucrado en este proyecto estuvieron comentando que sería su primera presentación desde aquel legendario concierto en el Candlestick Park en la ciudad de San Francisco, casa del equipo de beisbol de los Gigantes de San Francisco, y durante muchos años, también lo fue del equipo de la NFL los 49ers de la misma ciudad, y que fue celebrado el 16 de agosto de 1966. Se considera oficialmente como el último concierto de los Beatles.
Para las sesiones del concierto en Savile Row, George Harrison invitó a Billy Preston a tocar con ellos, lo que suavizó evidentemente el ambiente tenso que reinaba entre ellos por las constantes disputas, principalmente entre Paul y John, y la sensación de Harrison de que no era tomado en cuenta, al menos no seriamente, como compositor. La presencia de Preston suavizó la tensión y además, lo más importante, sus aportaciones musicales son indiscutibles, por ejemplo, la canción Let it be no sería lo mismo sin el órgano Hammond de Billy Preston, y en general, todas sus colaboraciones son de primer nivel, es decir, el nivel que le conocemos a Preston. Por otra parte, es esta la única ocasión en que un músico externo al celoso núcleo de “los cuatro” intervino en una presentación en directo.
Recordemos que ya anteriormente Eric Clapton, el mejor amigo de Harrison, había colaborado con ellos en la grabación del tema While my guitar gently weeps, colaborando con el solo de guitarra de esa canción, pero fue en una grabación y no en una presentación en vivo. Por cierto, que la historia nos dice que Eric Clapton se sentía como un intruso al colaborar con ellos, precisamente por lo cerrado y celoso de este núcleo creativo, aun siendo amigo de los cuatro, pero específicamente más de George Harrison.
Hace 47 años se celebró este concierto, y quise recordarlo en esta ocasión, primero por lo cercano de la fecha, sé que lo óptimo hubiera sido presentarlo la semana pasada, pero ya ves que las continuas y lamentables muertes en el rock nos han tenido distraídos de otras fechas también importantes, pero no he querido dejar pasar esta oportunidad para recordar el concierto en cuestión. Pero por otro lado, ya ves, este viernes se celebra el Super Tazón no. 50, y debo decirte que soy un apasionado de este deporte seguidor incondicional de los New England Patriots, aunque pierdan, y considerando que este tazón es en San Francisco, bueno, en Santa Clara, pero para el caso es lo mismo, se me ocurrió relacionarlo con el asunto del último concierto. Si, como comentamos líneas arriba, oficialmente se considera que los Beatles ofrecieron su último concierto en el Candlestick Park de San Francisco, en un momento determinante en la historia del rock, 1966, un año antes, un verano antes del verano del amor, 1967, cuando, justamente en el área de la bahía de San Francisco, surge el movimiento “hippie”.
Sin duda este fue el último concierto, considerando el evento con toda la formalidad que representa, se cerró la última de sus giras y fue en este emblemático lugar para la cultura pop, no podemos hablar del rock sin considerar a San Francisco. Pero en realidad, la última audición de los Beatles fue el 30 de enero de 1969 con las canciones del álbum Get back, que terminaría llamándose Let it be.