- Los gobernantes tradicionales han demostrado su incapacidad para conseguir mejoras comunes
- Los partidos están para postular únicamente a los mejores perfiles
- Los jóvenes “no podemos tener los puntos si no nos dan la oportunidad de gobernar”, señaló el perredista Walter Contreras
El perredista Walter Contreras considera que el electorado de la capital tiene particularidades que lo distancian de los políticos jóvenes; sin embargo, también insiste en que este momento es el adecuado para dar un golpe de timón y probar fórmulas nuevas en la titularidad del gobierno: “Hoy en Aguascalientes tenemos miedo de que nos roben, tenemos miedo a perder nuestro empleo aunque nos paguen tres míseros centavos, tenemos miedo a enfermarnos, a que se muera algún familiar porque hasta ese día es complejo. Hoy Aguascalientes necesita de los mejores hombres y de las mejores mujeres, y para eso estamos los partidos, para postular y encontrar a los mejores candidatos”.
El precandidato a la alcaldía capitalina añadió que de acuerdo con datos oficiales no sólo la ciudad, sino todo el estado, tiene problemas en materia de pobreza y transparencia.
Además criticó los medios empleados para combatir esta clase de males: “Creo que el primer acto de corrupción que estamos cometiendo los partidos es el de imponer a familiares, amigos, cuates, esposas y amantes. Tenemos que hacerle un llamado a los partidos, que entiendan que estarnos pegando por competir no ayuda a ninguna sociedad”.
–¿Habrá futuro político para un joven en Aguascalientes?
–En Aguascalientes hemos crecido tanto, pero somos mucho de familias. Hay que darnos oportunidad, pero también necesitamos experiencia. No podemos tener los puntos si no nos dan la oportunidad de gobernar. Creo que Aguascalientes no tiene madurez para dejarse gobernar por un joven, es complejo dar esa oportunidad, necesitan ver que hay experiencia asegurada, que tiene un apellido de renombre.
Contreras mencionó que “hoy vivimos un momento en donde la única solución es que llegue la izquierda: una izquierda incluyente, una izquierda que sume. La gente no entiende qué es la izquierda: alguien que conozca los problemas desde abajo, alguien que camine, que esté con la gente y vea lo que está sucediendo; para gobernar hay que tener un oído enorme, escuchar pero sobre todo ponernos en los zapatos de la gente”.
Desde su punto de vista, la sociedad debe voltear hacia atrás y valorar la metodología empleada para resolver las dificultades que le lastiman: “Hoy nuestros gobernantes hacen una política de café, se sientan afuera de la catedral a dirigir el mundo y a pelear políticas que le copian a la Federación; discutimos problemas que no, cada uno de nuestros municipios tienen sus particularidades (…). Simplemente en Aguascalientes hay un cruce: el norte y el sur, ricos y pobres, una desigualdad muy marcada. Si no empezamos a tender un puente vamos a acabar mal”.
–¿Qué piensas del término bipartidismo en Aguascalientes?
–Yo no veo bipartidismo, veo un conjunto de familias que han invadido los partidos como si fueran franquicias. Todos son franquicias, se ponen de acuerdo como empresas y juegan con la gente. El PRD por eso ha decidido ir solo, con sus pros y sus contras.
Los partidos enraizados en el gobierno de Aguascalientes han demostrado ineficacia en el manejo del erario. Las inversiones destinadas al combate a la pobreza y a la mejora del campo son cuantiosas y sin embargo no muestran resultados tangibles.
Tal panorama, reconoce el precandidato, complica aún más la llegada de una cara joven al poder público, pues el votante considera que una persona así no tiene la preparación necesaria para hacer frente a las grandes dificultades.
Los medios de información atados al criterio del gobierno y los partidos incapaces de generar cuadros propios y competitivos tampoco abonan al progreso de propuestas innovadoras: “Los jóvenes no creemos en la política porque somos una generación que nació en crisis, crecimos en la mentira. No creemos en nuestros gobernantes, no creemos en las promesas, la política es aburrida (…), nadie en este país cree en ella, creen que todos somos iguales, que estamos cortados de la misma manera, que todos estamos coludidos, que somos compadres y que todos estamos enfermos de poder. Yo no lo creo”.