La crítica
En términos generales, me parece lamentable que en el estado se produzcan lo que yo llamo “escenografías culturales”, con objetivos que se alejan mucho del desarrollo artístico: es decir que, con bombo y platillo, se construyan espacios para albergar “el Arte” (con mayúscula) y profesionalizar “Artistas” (también con mayúscula); pero que la misma institución que los construye desatienda sus responsabilidades legales con respecto a los profesionales que contrata, eso, desde mi punto de vista, es como crear escenarios coloridos para actores invisibles.
Quiero añadir que hace cerca de dos años, en esta administración, se canceló el Proarte (Proea se llamaba cuando yo participé en él), un programa de educación artística básico, pionero en el país, en el cual los niños de primarias públicas tenían clases de artes plásticas, teatro, danza, literatura y música. Con ese programa se intentaba no sólo acercar a los niños al arte como forma de expresión (con todos los beneficios que ello implica en el desarrollo emocional y psicológico), sino sobre todo educar al futuro público a través de una sensibilidad artística basada en la experiencia real de los niños con las diferentes disciplinas. La experiencia que yo tuve durante un año de trabajo en ese programa no pudo haber sido más enriquecedora: las capacitaciones que recibíamos como docentes fueron de gran utilidad; el trato que recibí de mi jefa, la licenciada Elena Bernal Medina, fue siempre digno, cordial, honesto y respetuoso; la experiencia de trabajar con niños, a través del juego, me regaló un crecimiento como persona y como profesional de la literatura que ha sido clave para mi vida; el cambio en la sensibilidad artística que logré identificar en los alumnos ha sido trascendental para mi compromiso personal con la educación del arte, en todos los ámbitos.
Por eso me extraña sobremanera y me desconcierta que por una parte se creen espacios, carreras y maestrías en arte, y por otra se cancele el acercamiento inicial de los futuros artistas, estudiantes de arte en lo profesional o espectadores y consumidores del arte (sería interesante entrevistar a los más de cien docentes que trabajaban en Proarte en el momento en el que se terminó dicho programa: ¿Cuál fue su experiencia con respecto a la educación artística básica? ¿Qué opinión les merece la organización y los procedimientos del programa? ¿Cuál es su valoración del programa desde el interior del aula? ¿Cómo se les informó del cierre del programa y cuál fue el trato que recibieron durante el proceso de reacomodo o de despido? ¿Cuál ha sido su situación laboral desde entonces?).
Ahora bien, a principios de este año tuve la oportunidad de dar un taller de redacción a los directores, secretarias y bibliotecarios de las Casas de Cultura del estado. Fue una maravillosa experiencia ya que los participantes mostraron un gran interés y, según sus comentarios finales, el desarrollo del curso, así como nuestro desempeño docente y la resolución de dudas, fueron exitosos. El taller se impartió del 11 al 15 de enero en la Casa de la Cultura de Pabellón. Al día siguiente, sábado 16, ambos talleristas recibimos nuestros honorarios. Así pues, reconozco que el Instituto tiene la capacidad para pagar en tiempo y forma a sus empleados.
La reflexión y la propuesta
To make people free is the aim of art, therefore art for me is the science of freedom
Joseph Beuys
Si bien es cierto que existen debates críticos sobre la función del arte y el artista y sobre la relación entre arte y política, también es cierto que el vínculo arte-artista-sociedad es innegable: el arte es un producto cultural y, como tal, también es susceptible de modas, gustos e incluso economías y mercados. En este sentido, con el paso del tiempo se exigen continuas redefiniciones de “arte” y “artista”, por lo que dichos debates permanecen abiertos. A pesar de lo anterior, la profesionalización del artista es una constante en casi todas las épocas y posturas.
Este año inició para mí con un viaje: la vanguardia rusa, en el Palacio de Bellas Artes, me envolvió con el “vértigo del futuro”. Me maravillé ante esa realidad casi desconocida, pero siempre asombrosa y, entre obras de Eisenstein, Mayakovsky o Rodchenko, vino Kandinsky a mi memoria. A su recuerdo, se añadió el de Prokofiev, autor de Pedro y el lobo. En el contexto nacional, el año inició con la apertura de la nueva Secretaría de Cultura (en la cual se echa de menos el “y las Artes” de Conaculta) y en el contexto local, el 2016 inició con la inauguración del Macro Espacio para la Cultura y las Artes (“el MECA”) y todos sus aledaños. En la misma línea, hace unos años se crearon en Aguascalientes tanto el Bachillerato de las Artes como la Universidad de las Artes, precisamente porque existe una voluntad de cambiar la posición del artista en la sociedad y de darle un reconocimiento académico a su labor (de igual manera, en años recientes se han creado las carreras de Música, Artes Cinematográficas y Audiovisuales, Artes Escénicas y Ciencias del Arte y Gestión Cultural en la Universidad Autónoma del mismo estado). Casi ningún estado de la República puede presumir de tener tantas opciones para estudiar arte en lo profesional y de tener tantos espacios para exponer o representar las obras.
En What is Art? Conversation with Joseph Beuys, el artista alemán, contemporáneo del homenajeado en el MECA, Kounellis, afirma que el arte es el punto de partida para producir cualquier otra cosa, en cualquier otro campo, y que esta idea debe mantenerse en mente si queremos transformar y mejorar la sociedad, ya que dicho proceso de creación y creatividad también tendría que ver con cuestiones económicas y de derechos legales y humanos. Para Beuys, la pregunta sobre la necesidad del arte implicaría también un cuestionamiento sobre la libertad. El arte sería la “ciencia de la libertad” y su concepto de “escultura social” explicaría cómo moldeamos y reconfiguramos el mundo en el que vivimos, pues para él las esculturas, como el mundo, están en continuo proceso de cambio y de evolución: así, afirma, “todo hombre es un artista”.
En este sentido, todos los seres humanos estaríamos llamados a reinventar, a reinventarnos individualmente y a reinventar el mundo y las estructuras en las que vivimos. Necesitamos transformar profundamente nuestras actitudes ante nosotros mismos (luchar por aquello en lo que creemos, poner nuestra inteligencia y corazón en nuestro trabajo, respetarnos y valorarnos…) y ante los demás (pensar más allá de nosotros mismos e intentar mirar como el otro, sentir con el otro, trabajar comunitariamente): México nunca será distinto si los mexicanos seguimos siendo los mismos. Y con mayor razón, desde mi punto de vista, los gestores del arte (que además, en este caso, son servidores públicos) tendrían que ser, también, un poco artistas: según Beuys, se trataría de salir de la comodidad y la costumbre para crear nuevas y mejores formas de hacer las cosas.
La esencia vital es el cambio y la transformación, estamos en continuo movimiento, por eso en la vida nada está perdido ni completamente ganado. Esto nos exige una autodeterminación de hacer continuas revisiones, profundas y críticas, al interior de uno mismo y al interior de la institución, empresa u organismo para el que se trabaje. Es una cuestión de valentía y, como dice Beuys, de libertad; esto es, de elección, de mirarse al espejo.
En términos generales, confío en que esta reflexión pública provoque, más que una ruptura, un diálogo y una revisión crítica al interior del Instituto Cultural de Aguascalientes. En términos particulares, confío en que nuestro trabajo será remunerado, según el acuerdo inicial. Y confío también en que si existen personas en situaciones semejantes a las nuestras, se unirán a este diálogo.
Para Prokofiev, el compositor, como el poeta, el escultor o el pintor están al servicio de la gente, han de embellecer y defender la vida y conducir al hombre a un futuro radiante. Ese, dice en Music and life, es el código inmutable del arte.
El “vértigo del futuro” con el que inicié este texto nos aqueja a todos, hayamos visto la exposición en Bellas Artes o no: intentamos atrapar el futuro mediante prevenciones, ahorros, seguros, plazas vitalicias o hipotecas porque son maneras de conseguir estabilidad y de “asegurar” la supervivencia. Sin negar o menospreciar los intentos anteriores, también quiero pensar en Kandinsky y su De lo espiritual en el arte, en la vida de Prokofiev durante el régimen de Stalin y en las palabras de Beuys para confirmar mi postura: el arte nos salva del estatismo de la muerte e incluso de nosotros mismos, porque el arte nos enseña a ser libres y a cuestionar(nos), a ser nosotros y a ser otros. Y el arte también nos permite confiar en el futuro y, como dice Jorge Volpi, crearlo.
“Our music strives to imbue the people with confidence in the strength and in their future. That is why it is so abhorrent to those who scheme to destroy that future and thrust humanity into new sanguinary wars. But they are powerless to drown out our music, our symphonies of peace and labour –of this I am certain”.
–Sergei Prokofiev
Felicidades, Adriana, por levantar la voz y así intentar cambiar un poco (ojalá fuera un mucho) la situación de nuestro estado, nuestro país. Que haya muchos más que podamos seguir tú ejemplo, pues, desgraciadamente, a todos nos tocan atropellos en nuestra vida diaria por la autoridad.
Espero que las autoridades respondan, aunque sea con un “visto”, a tu excelente reflexión. Y si es así, o de cualquier manera diferente, que sea pública la reacción que tengan, para que todos los ciudadanos podamos enterarnos de las razones, o sinrazones, con las que atiendan tus peticiones. A fin de cuentas son trabajadores públicos, y trabajan PARA NOSOTROS. De mis impuestos sale su sueldo, y, más importante aún, el dinero que destinan para apoyar la cultura en nuestro estado y nuestro país, que buena falta le hace.
Por mi parte sólo tengo una propuesta: ¡Adriana Álvarez para directora del ICA!