Ha zarpado de internacionales puertos. Recorrido sinuosos mares. Navegado por los esplendorosos océanos. Atracado en importantes países. La encuesta es la reina de la fiesta en cada elección. Pero con el tiempo y algo de dinero, algunas empresas, negocios patito y partidos políticos se han encargado de prostituirlas para su beneficio, en ocasiones no reflejado en el ánimo del ciudadano, porque dejaron de influir en el electorado al perder la sagrada credibilidad por la manipulación de los números y la tripulación tendenciosa de los resultados en los medios informativos.
George Gallup, en 1933, dirigió en Estados Unidos la primera encuesta política y en 1935 fundó el American Institute of Public Opinion. 1936 fue el año clave de las encuestas de opinión pública. George Gallup y Elmo Roper midieron los resultados de la elección presidencial Roosevelt-Landon en Estados Unidos. El éxito de la “predicción” del triunfo de Rooselvet se debió al uso, por primera ocasión, de las muestras probabilísticas aportadas por Gallup (El Mundo de las Encuestas, Rodrigo Cordero, scribd.com).
La psicosis de estos trabajos apareció tardíamente en México. 1988 es el año del arranque. La democracia de mercado sustituye a la democracia interna de los partidos políticos. Al dedazo hoy se le viste con la llamativa minifalda de la encuesta para presentar candidatos supuestamente rentables, atractivos e hijos María Santísima. Pero no es así.
Revisemos un capítulo de la picaresca demoscópica que se presentó en la elección para alcalde de Aguascalientes en 2007: el viernes 20 de julio, Gabriel Arellano Espinosa, candidato del PRI, declaró que las encuestas de Consulta Mitofsky le daban la ventaja frente a Arturo González Estrada, candidato del PAN. El mismo día, Roy Campos, director general de la empresa, desmintió a Gabriel en diversos medios informativos, incluso en Buenas Tardes Aguascalientes de XEBI, visiblemente molesto, negó el trabajo, cuestionó los supuestos números y rechazó el triunfo o la derrota de Arellano Espinosa: “Si es con cinco puntos de ventaja, no es una encuesta mía”, y agregó: “no me ha pagado el PRI ninguna encuesta”. A su vez, González Estrada aprovechó el momento radiofónico y desde la misma cabina llamó “mentiroso” al priista (agsvoto2007.blogspot.com). El resultado de la elección le concedió la razón Gabriel Arellano, el triunfador de la contienda.
En estos días el PRI y el PAN intensifican sus encuestas. Miden y pesan a los aspirantes como si fueran boxeadores. El ejercicio parece inútil. De enero a junio habrán pasado seis meses y ocurridos muchas cosas, que el trabajo no tiene considerados: reacciones de los aspirantes derrotados, guerra sucia, horrores y errores de los candidatos, simulación de los aliados, desbandada de los militantes que no simpatizan con los ungidos, traiciones, salud, dinero guardado en el bolsillo, estrategias fallidas y operadores ineficientes.
Roy Campos sostiene en su texto Encuestas y pronósticos que existe imposibilidad estadística para medir, a través de una encuesta de opinión, el futuro. Explica las diferencias entre un ciudadano y un votante. O lo que es lo mismo, entre una preferencia y un sufragio. Nadie gana por tener más preferencias. Argumenta que las encuestas “no pueden predecir el comportamiento de los actores políticos, no es posible, aunque quisiéramos, estimar el efecto en las preferencias, si no conocemos lo que hará cada partido”. Y reitera una precisión que acostumbra anotar al entregar una gráfica de preferencia a clientes de la empresa a la que representa: “Las percepciones aquí mostradas reflejan el estado de ánimo y el nivel de conocimiento de la población al momento de la entrevista, por lo que estos resultados no tienen por qué replicarse el día de la jornada electoral” (El Economista, 2/7/2010).
Para la recordada profesional María de las Heras, “a la opinión pública la han convertido en un tirano cuyo pensamiento es difícil de conocer”.
¿Qué son las encuestas tan bien pagadas, excelentemente explotadas por los ganadores, muy vilipendiadas por los perdedores y polemizadas en la vida política? Premoniciones. Adivinanzas. Profecías. Vaticinios. O loterías.
¿Usted les cree a las encuestas? Yo desconfío.
Porque alguien debe de escribirlo: En Aguascalientes, el PAN vive desde el último trimestre del año pasado su carnaval. Los aspirantes hacen ruido. Se aplican en el trabajo de tierra. Aparecen en colonias, tianguis, atrios y lugares comunes de buena concurrencia. Se multiplican como si fueran zancudos en tiempos de lluvias.
En cambio, en el PRI disfrutan la paz de los sepulcros. Esperan el destape de la muy destapada candidata a gobernadora Lorena Martínez, que seguramente no pescará una pulmonía electoral en estos gélidos tiempos. Mientras, los demás aspirantes duermen el sueño de los justos porque están siendo “medidos” por las encuestas.
El lozanismo empuja a sus representantes emblemáticos. Quiere la candidatura a la alcaldía de Aguascalientes en las manos de Enrique El Maracas Rangel, y algunas diputaciones de mayoría relativa y representación proporcional para consolidar el proyecto transexenal del Progreso para Todos.
Ante tal embestida, el general en retiro Rolando Eugenio Hidalgo Eddy salta al ruedo para declarar a Infolínea que sí quiere ser candidato a la alcaldía de Aguascalientes, porque el pueblo se lo pide: “Ya se acercaron no nada más actores políticos, sino también empresarios y muchísima gente de Aguascalientes, mucha gente, no sabe de verás como estoy agradecido con toda la gente que me ha hablado”.
El prospecto de chambelán de Lorena Martínez, de pasadita, le dio su repasadita al gobierno de Carlos Lozano de la Torre, al señalar que “Aguascalientes ahorita necesita un cambio, un cambio total, de la noche a la mañana los 360°”, porque “ya tenemos industria, ya tenemos medios económicos, pero necesitamos que resurja a nivel nacional e internacional, tiene todo para ser el mejor estado de la República”. Al inicio de la entrevista radiofónica anunció que se le verá pronto. Y se comprometió con José Luis Morales: “Pronto lo saludaré”.
La disputa por el poder entre el lozanismo y el lorenismo deja en evidencia que la cumbre de las principales políticos priistas aguascalentenses, a la que faltó uno de ellos -no sé si el principal por su ubicación en el Gobierno Federal-, ha sido un soberano fracaso. La “unidad” acordada en el desayuno celebrado en Casa de Gobierno es un propósito más que se agrega a los enlistados con motivo del Año Nuevo.