Los mejores libros según... / País de maravillas - LJA Aguascalientes
13/04/2025

En la época de fin/principio de año suelen aparecer las listas de lo más sobresaliente: las mejores vestidas en la alfombra roja, las películas peor fotografiadas, los antros más caros, las donas más deliciosas… qué se yo. Y las revistas y suplementos culturales (y los blogs y canales de Youtube dedicadas a libros) le entran con entusiasmo al asunto, y nos dan sus listas con lo mejor (y, si son mala leche, con lo peor) de los libros del año que termina. Las reacciones ante estas listas son variadas: hay quienes las celebran, quienes las odian, quienes las esperan con ansia para criticarlas o para usarlas como una guía de recomendaciones. Algunas personas se apasionan tanto que olvidan que estas listas tienen varias limitantes: para empezar, que dependen de lo que el azar haya llevado a la mesa de lectura (o sillón de lectura; o baño de lectura, pues) de quien las redacta; y, para continuar, que se relacionan directamente con los gustos, disgustos e intereses de esa persona. Dicho de otro modo: que en la lista de un reseñista no aparezca un solo libro de, digamos, novela realista, no quiere decir que en el año no haya habido buenas novelas realistas, sino que ese autor no las leyó, no las disfrutó o no las quiso incluir. Y nada más. De la misma manera, si un crítico incluye como mejor libro del año a determinado poemario, no quiere decir que haya habido un concurso tipo olimpiadas en el que dicho poemario haya rebasado en los cien metros a los otros, o que en el lanzamiento de bala haya superado al representante de Novelandia y al de Cuentistán. Pero ¡qué trabajo nos cuesta entenderlo a veces!

Es como cuando alguien dice “Juanito es el mejor hijo del mundo”. ¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Utilizó un buenhijómetro, tipo contador geiger, para escanear a tooodos los hijos del mundo, y tras procesar los datos objetivamente llegó al feliz resultado? Porque, además, cuando alguien dice “Mariquita es la mejor esposa del universo”, generalmente resulta que Mariquita es su esposa. Y ni siquiera una entre varias esposas, sino la única.

Y, con todo, me gusta leer las listas de “mejores libros”. A veces descubro en ellas libros que adoré (y me emociono, como si los mariachis me dedicaran una canción), que odié (y me enojo, como cuando el árbitro no marca un penal a favor de mi equipo) o que no pude terminar por aburridos (y me pregunto si no me habrá llegado el libro en mal momento). Otras veces, descubro en esas listas títulos que nunca antes había oído mencionar, y me entra la curiosidad: algo han de tener para que alguien los considere tan buenos, ¿no?

En todo caso, creo que esas listas de mejores libros sirven para que nos asomemos a otros ojos lectores, a otras imaginaciones: un libro nos dice mucho de su autor, es cierto, pero también nos dice mucho de sus lectores. Así que acercarnos a una obra porque otra persona la amó (o la odió, que también puede darse el caso) puede funcionar como un íntimo estalqueo, una aventura detectivesca o un ejercicio de empatía y de respeto a la diversidad. Para poder aprovechar esta opción al máximo, yo recomiendo un ejercicio que se puede hacer en familia, entre amigos o en un grupo de escuela. Lo único que hace falta es tener al menos dos personas dispuestas y material para escribir (pluma y papel, tabletas electrónicas, un pizarrón…). Lo siguiente es que cada una de las personas dispuestas a jugar haga su lista de favoritos (porque no es justo que sólo los críticos literarios tengan ese privilegio). Pero es demasiado simple hacer una lista de “los diez mejores”, así que, propongo, hagan una lista que incluya, por ejemplo:

El mejor libro para leer en vacaciones.

El mejor libro para una tarde lluviosa.

El mejor libro para cuando quieres espantarte.

Un libro para leer cuando quieres ponerte de buenas.

Un libro que te trae buenos recuerdos de hace mucho tiempo.


¿Cuántos puntos incluir? Los que gusten. Pero no se engolosinen, que todavía falta la siguiente parte, que yo creo que es la más divertida: intercambiar listas con otro de los jugadores. Y según el número de libros, establecer fechas para volverse a juntar… para intercambiar notas sobre alguno de los puntos. En el tiempo entre una y otra reunión, cada quién leerá alguno de los libros favoritos del otro, para que al volver a verse intercambien notas, tratando de adivinar por qué la otra persona seleccionó ese libro. También, para dar las propias opiniones al respecto. Los descubrimientos literarios pueden ser muy gratos y hasta sorprendentes (sobre todo si incluimos jugadores de diferentes generaciones y procuramos incluir libros que puedan ser leídos por todos). Pero también los descubrimientos humanos. ¿Se animan a intentarlo?

 


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