La bruma para las mujeres, Yucatán a 100 años / Un cuarto propio - LJA Aguascalientes
23/11/2024

A 100 años del primer congreso feminista efectuado en Yucatán, México, en los pasados días se llevó a cabo, como acto de conmemoración el Primer Encuentro Internacional Mujeres en el Conocimiento y la Innovación. En dicho evento se dieron cita personalidades principalmente del mundo político, el exsecretario de las naciones unidas, Kofi Annan, Al Gore, diputadas como Diva Hadamira, la senadora Gabriela Cuevas, la presidente del Instituto Nacional de las Mujeres, Lorena Cruz, la representante de ONU Mujeres, Ana GÜezmes, en fin,  algunas presentes y otras en videoconferencia. Un despliegue de nombres y cargos a favor de las mujeres, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis María Aguilar, la titular de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, el gobernador de Yucatán, Rolando Zapata, el padre de Malala Yousafzai y mucha, pero mucha gente, desde luego principalmente mujeres.

Vale la pena analizar lo ocurrido en Yucatán. 100 años han pasado desde aquel congreso feminista, antes y ahora el feminismo tiene una capacidad transformadora en la sociedad y en el sistema patriarcal que se levanta con una sola visión, jerarquizado y donde las mujeres como grupo seguimos perteneciendo a la idea que todos tienen sobre nosotras, esa idea donde por “naturaleza” somos sensibles, madres, heterosexuales y si se puede bellas y ricas. Como dije, el feminismo tiene esa habilidad para desentrañar las trampas cuidadosamente escondidas del sistema neoliberal y patriarcal que nos vende la idea de “avances y progresos” para las mujeres, incluso “derechos” aunque ninguno de esos “logros obtenidos” nos expliquen la feminización de la pobreza, la impunidad feminicida y la migración por desplazamiento que actualmente miles de mujeres, millones, padecen en todo el mundo.

La representante de ONU Mujeres en México dijo que ha habido avances, por ejemplo hace 100 años sólo en dos países las mujeres votaban mientras hoy es ya una práctica universal y va más allá, cuando declara que será hasta dentro de 80 años, según los cálculos de las Naciones Unidas, que las mujeres logremos la igualdad en el empleo.

El feminismo no es un pensamiento estático, es entre muchas cosas la acción y la resistencia de las mujeres ante estos futuros desastrosos, desesperanzadores. Nunca el feminismo se quedó sólo en la lucha por el voto, incluso varias feministas de entonces cuestionaron este sistema democrático porque no iba a cambiar nada. Si bien es cierto que ahora los partidos políticos tienen que cumplir con la mitad de candidaturas para las mujeres eso no asegura por mucho ningún avance que desentrañe la cotidianidad de la violencia que en todas sus expresiones vivimos las mujeres.

Ya tenemos las candidatas, ya hay mujeres en los congresos y municipalidades en México, que es el caso que nos ocupa. ¿Y el derecho a decidir sobre el cuerpo? ¿Y la igualdad de salarios, de oportunidades de empleo y de formación académica? ¿Y el acceso a la justicia? Y los huesos en el desierto, los diablos del edén, las mulas del narco, las presas que traían mariguana, las esclavas del sexo, las desaparecidas, las hijas que no vuelven a casa, las madres asesinadas que luchaban por justicia para sus hijas también asesinadas. ¿En serio creen que a 100 años del primer congreso feminista las mujeres seguimos teniendo como prioridad el voto?

Para la ONU faltarán 80 años más para que las mujeres tengamos igualdad laboral, la instancia asegura que los países con mayor crecimiento son los que han logrado la equidad, la eterna sesgada visión de las Naciones Unidas que cree que esas cosas atroces contra las mujeres sólo ocurren en países de economía “emergente” como México, en los otros, en los desarrollados, donde ya hay equidad no hay esas luces rojas de emergencia contra el feminicidio, el desplazamiento, la migración, el acoso callejero, la violencia sexual y el dominio general de las mujeres bajo el sistema heteronormativo del matrimonio.

La bruma va cayendo suave y logra envolver a muchas y muchos, pero los millones gastados en dicho evento, los salones y foros lujosos, los hospedajes, los vuelos y comidas, todo, absolutamente todo el lujo que se derramó para conmemorar los 100 años del encuentro feminista no tuvieron como destino los bolsillos ni la economía de las mujeres, pues son los hoteleros, las líneas aéreas, los restauranteros y en general la gente que más dinero tiene, donde justo hay menos acceso para las mujeres, fue ahí donde quedó lo derramado para este encuentro.

El lujo envolvió a quienes hablan de “las mujeres”, el conocimiento y la innovación, por ejemplo Al Gore, premio Nobel de la paz, cree y dice que las mujeres somos “sensibles”, que seguimos cuidando a la familia y que no vamos a la guerra porque no nos interesa mostrar ese liderazgo; poco sabe de historia y mucho menos de lo que las mujeres pensamos sobre la guerra y la forma en que nosotras pagamos sus conflictos patriarcales, la familia y todo el trabajo gratuito al que nos han confinado, menos sabe de la subjetividad que recorre la mirada que tenemos del mundo. Lo que hemos resistido para liberarnos de la apropiación y lo que nos ha costado. A 100 años del congreso feminista en Yucatán cualquiera habla de feminismo, tristemente.

La bruma penetra hasta los huesos y la urgencia de acomodar el discurso para decir que las mujeres hemos avanzado en esa lógica patriarcal es un punto de los muchos que necesita el fallido gobierno mexicano, que quiere darnos atole con el dedo, preocupado por su legitimidad. Mientras las mujeres están en Yucatán, en Davos, Suiza, está eso que llaman el cambio de un futuro cercano.


Davos ha dejado de ser de los banqueros multimillonarios, hoy pertenece a las empresas de informática y robótica, que prevén que para 2020 al menos cinco millones de puestos de trabajo se perderán debido a la incursión de la robótica y electrónica en tareas comunes de las empresas. Lo malo es que de esos cinco millones el 70% son mujeres trabajadoras, quienes serán el sector más golpeado por los despidos y el desplazamiento que harán los robots y la revolución tecnológica. La  cuarta revolución industrial la llaman, que se dejará sentir en las maquiladoras y todas aquellas áreas laborales donde principalmente hay trabajadoras, si de por sí ya se ahorraban con menor pago salarial, ahora una de esas máquinas suplirá a decenas o cientos de mujeres.

Por cierto, en contraparte del futuro prometedor de los países desarrollados que aseguran las despistadas Naciones Unidas, según estos mismos hombres dueños de la tecnología, proyectan que tan solo en los Estados Unidos el 47% de empleos están en riesgo de perderse debido a la informatización que está incursionando.

Así pues el espejismo que ocurrió en Yucatán pronto se desvanecerá, mientras en Davos se concretaron los nuevos agentes del poder, donde por cierto no figuran las mujeres. A 100 años, vaya avance ¿no?

 

[email protected] | @Chuytinoco


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