En las campañas electorales el término que se puso de moda desde la elección de 2006 fue guerra sucia, un término que lo usaron candidatos a ocupar un cargo de elección popular para ser catalogados como víctimas y los medios de comunicación para desprestigiar a las autoridades electorales (no hacen nada). Algunos otros “académicos” cuestionaron también que la guerra sucia no fue sancionada, desde 2006, 2009, 2012 y 2015, la pugna es la misma.
El punto aquí es que no hay una definición, ni mucho menos alguna legislación que regula la guerra sucia, es decir, nadie sabe qué es exactamente guerra sucia, todos suponen lo que es y cada uno de los actores lo coloca a su modo. Lo cierto es que el concepto de guerra sucia es tan amplio como lo queramos. La guerra sucia es ese conjunto de mecanismos que se utilizan para desprestigiar a un candidato en una campaña electoral. Dentro de la guerra sucia se pueden colocar calumnias, mensajes negativos, estrategias de ataque, mentiras, filtraciones, estar en la vida privada del personaje, presionar a otros actores para que emitan mensajes negativos y falsos con el fin de bloquear a un candidato.
Así la guerra sucia en 2006 se orquestó desde el PAN para desfavorecer a López Obrador, el perfil empresarial usó todos sus recursos para emitir mensajes negativos y en su mayoría sin fundamentos sobre la política de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Jumex y Televisa lo hicieron con el potencial económico que sus empresas le permitieron. Así se creó una imagen socialista, comunista, al Hugo Chávez de México y otros términos que Andrés Manuel nunca ha dicho y ni siquiera se fundamentaban con sus propuestas de campaña.
Según la película de Luis Mandoki sobre El Fraude habla de una carta falsa que recibió Emilio Azcárraga firmada supuestamente por Obrador donde se comunicaba que de llegar Obrador a la presidencia le quitaría Televisa, información que Andrés Manuel negó y afirmó no tener la intención de retirar a Televisa. Esta carta obligó a Azcárraga a negar la cobertura igual para Andrés Manuel y beneficiar a Calderón, todo fue guerra sucia y Calderón ganó.
Fuera de posiciones ideológicas la guerra sucia es ilegal e inmoral porque manipula la información para crear un perfil, una idea falsa sobre algo o alguien. Sea o no sea nuestra ideología, creamos o no creamos en que Andrés Manuel le haría daño a México por ser socialista, no se puede manipular la información, la ciudadanía tiene derecho a elegir, a equivocarse o acertar. No sólo es el caso de AMLO, es el caso de lo que pasó en Colima en la elección extraordinaria.
Una elección realmente sucia, los candidatos ensuciaron la manera de hacer campañas, las campañas sirven para conocer propuestas, sin embargo se incluyeron calumnias, acusaciones sin fundamentos y de una manera vil. Se ensució el nombre de un candidato al llamarlo asesino, a otro abortista, un escándalo amoroso, a otro con vínculos del narco, robo de boletas, volantes con mentiras, ataques, extorsión, violencia, en conjunto, todo eso es guerra sucia y el resultado fue menor participación ciudadana.
Habrá que hacer una precisión, no todo lo que se dice que es guerra sucia es guerra sucia, y cito al consejero electoral del estado de Jalisco, Mario Ramos: “Los mensajes negativos no son ilegales e incluso la ciudadanía tiene derecho a conocer esa información sobre los candidatos. Suscribo este argumento, la información negativa siempre y cuando no caiga en las calumnias, siempre que se tengan pruebas y argumentos sólidos, la información negativa es necesaria en las democracias porque la información es un derecho fundamental”.
Hay un límite, claro, la libertad del otro, la moral y la ley. Mientras eso no se viole, los mensajes negativos son válidos. Sin embargo en México, un país de la ausencia de creatividad en las campañas políticas, se abusan de los mensajes negativos, se violan las reglas, hay ausencia moral, mentiras, falsedades y disminuyen la cantidad de mensajes positivos, los que realmente deberían incidir o declinar el voto.
En conclusión, los mensajes negativos como decir que Humberto Moreira endeudó a Coahuila demostrando cuentas y datos o que Peña Nieto gastó en comunicación, o que tiene una mansión, es legal y bueno siempre y cuando se demuestren argumentos sólidos. Y si fuera una campaña electoral, tendría que haber contrapeso con mensajes positivos y de propuestas.
La guerra sucia disminuye la participación ciudadana, promueve una cultura política de ataque, mediocre, busca denigrar y no aporta en realidad nada, pero hay una diferencia, los mensajes negativos aportan información, lo cual es un derecho. Habrá que realizar un equilibrio entre los mensajes positivos y negativos, no satanicemos los negativos y tampoco busquemos regularlos. Pero en cuanto a la guerra sucia habrá que sancionar las calumnias, observar el comportamiento de los medios de comunicación y ser una sociedad más crítica, no se puede regular todo, es un contrasentido de la democracia liberal. Busquemos más libertades y mejores juicios, la expresión es una libertad.
@caguirrearias