Mar de la China Meridional. 7 de septiembre de 2010. Una jábega china choca con un buque patrullero japonés. El capitán del navío chino es arrestado y, por su parte, el Gobierno chino demanda una disculpa. Tokio rehúsa excusar su proceder. Como respuesta, Beijing suspende todos los embarques de tierra raras al Japón, lo cual perjudica a los exportadores nipones.
El 14 de septiembre, Japón devalúa su moneda, el yen. Esta acción provoca que el yen caiga un tres por ciento frente a la divisa china, el yuan. De esta manera, las exportaciones japonesas son más competitivas frente a sus contrapartes chinas.
Las escenas arribas descritas sirven como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar qué es la guerra financiera y cómo las tres principales potencias del orbe –los Estados Unidos, China y Rusia- se han visto inmiscuidas en este tipo de lucha.
La guerra financiera “implica el uso de derivados y la penetración de bolsas de valores para causar estragos, incitar al pánico, y incapacitar a la economía del enemigo”1.
¿Cuáles son las armas financieras? Inversión ventajista –uso de información privilegiada para lograr ganancias-, información privilegiada –información sobre una compañía que solamente es conocida por la junta de administración y la alta gerencia pero no por el público-, rumores y estrangulamiento corto –situación en que varios vendedores tratan de recomprar las acciones vendidas para, artificialmente, elevar sus precios.
Preocupados por las amenazas endógenas –la imprenta de dinero por parte del Sistema de la Reserva Federal y la inflación- y las amenazas exógenas –la acumulación de oro por parte de China y Rusia-, el Departamento de Defensa norteamericano determinó que las guerras del futuro se pelearían con una combinación de armas convencionales –aviones, tanques y cañones-, de armas de destrucción masiva –atómicas y biológicas-, en el ciberespacio y con armas financieras.
Para tal efecto, en marzo de 2009, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, conocido popularmente como el Pentágono, llevó a cabo el primer simulacro de guerra financiera. Durante el ejercicio, un grupo de corredores de bolsa y administradores de riesgos –“los lobos de Wall Street”- llevaron a cabo un ensayo en el que “los intermediarios en operaciones clandestinas, los fondos soberanos de inversión y el apalancamiento de derivados podían ser combinados para lanzar un Pearl Harbor financiero para el cual los Estados Unidos estaba completamente impreparado”2.
Ahora que se ha definido guerra financiera e identificado sus armas, se procederá a explicar cuál es la situación en las trincheras de la guerra financiera, cuyos frentes de batalla son dos escenarios: Eurasia y el Pacífico.
En el frente euroasiático, la caída de los precios del petróleo, las sanciones impuestas por Occidente como consecuencia de la anexión de Crimea y de la guerra civil en el este de Ucrania, y la intervención rusa en Siria han vapuleado a la economía rusa. De hecho, se asegura que los fondos de estabilización gestionados por el Estado ruso se terminarán “en diciembre de 2016”3.
Por ello, la nueva Estrategia de Seguridad rusa considera que “el uso de métodos económicos, las herramientas financieras, la inversión, el comercio y las políticas tecnológicas” serán usados para resolver los problemas geopolíticos.
Para protegerse, las reservas de oro del Banco Central de Rusia han alcanzado las mil 415 toneladas métricas. Asimismo, Moscú ha implementado una política de sustitución de importaciones. De igual manera, los rusos son fuertes en los sectores: agroalimentario, aeroespacial y de software.
En el frente del Pacífico, China y los Estados Unidos se han enfrentado en escaramuzas: los chinos saben que “el ascenso de una gran potencia mundial casi siempre va aparejado con su ascensión como una potencia financiera global”4. Por ello, el presidente Xi Jinping visitó la semana pasada el Medio Oriente y ofreció a los sauditas cambiar sus bonos e indicadores financieros –benchmarks– respaldados por dólares por unos iguales, pero amparados por la divisa china, el yuan.
Mientras tanto, China anunció que su economía creció 6.9 por ciento en 2015, por debajo del 7 por ciento estimado como necesario por el Gobierno chino para alcanzar sus objetivos de desarrollo y estabilidad.
Lo anterior motivó al millonario norteamericano de origen húngaro, George Soros, a declarar a Bloomberg que la economía china “chocaría y no aterrorizaría suavemente”, tal y como es el deseo de Beijing.
Todo ello hace pensar al escribano que la Unión Americana, China y Rusia se han involucrado en una guerra de altas finanzas, la cual tiene repercusiones en todo el orbe, y cuyo objetivo es asegurarse la hegemonía mundial.
Y si alguien tiene duda, sólo consulte la depreciación del peso mexicano, de agosto de 2015 a la fecha, y la caída progresiva de los precios del petróleo.
Aide-Mémoire.- Los antiguos romanos sabiamente decían Nervos belli, pecuniam infinitam.
1.- Rickards, James. The Death of Money, Portfolio, New York, 2014, p. 6
2.- Rickards, James, Currency Wars, Portfolio, New York, 2012, p. 9
3.- http://goo.gl/iiXAGk
- – Irwin, Neil, The Alchemists, The Penguin Press, New York, 2013, p. 360