Espectadores Urbanos / Alegorías Cotidianas - LJA Aguascalientes
23/04/2025

Por Paula Nájera

Cuando nos referimos a cultura tenemos un sinfín de acepciones y nomenclaturas derivadas del gusto de quien la ejerce.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española cultura: Del lat. cultūra. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

Así pues, para que pueda existir una cultura el individuo es influenciado por su modo de vida y costumbres todas ellas derivadas de los intereses personales y preferencias del grupo social donde se desarrolla, sin olvidar que la educación formal también favorece la declinación a un tipo cultura y es, indiscutiblemente, ligada al nivel de cultura general que el docente puede ofrecer a los educandos a partir de su inventario personal de conocimientos.

Entonces ¿qué tipo de cultura artística podemos encontrar en nuestros grupos sociales? Es decir, si ésta es influenciada por el modus vivendi y el ideario colectivo de los individuos probablemente tendremos un porcentaje menor de población que se interese por el arte en general que por la televisión, los partidos de futbol, la cerveza y todos los estereotipos que se le adjudican a los mexicanos.

Aguascalientes tiene un número favorable de museos (aun si su población es menor a los dos millones de habitantes), 14 según el directorio de Gobierno del Estado y 15 si sumamos un museo privado abierto al público hace poco. Lo notable de estos museos es que cada uno ofrece piezas de interés para diferentes sectores de la comunidad artística, sin embargo, cuando se tiene la oportunidad de visitar una nueva exhibición podemos darnos cuenta, en el libro de visitas, que entre la concurrencia el mayor número de visitantes son foráneos ¿qué pasa entonces con los aquicalitenses? ¿Sólo visitan los museos porque estos ofrecen visitas guiadas?

Una lectura literal del significado de cultura nos permitiría vislumbrar que los intereses de la mayoría de la población no es precisamente el cultivar su espíritu en las salas de los museos sino en las salas de los cines con el renacimiento de Rambo 851.

Sería interesante el consultar con los encargados de la cultura locales si tienen algún instrumento que pueda medir la asistencia de la población a los museos y el impacto de las exhibiciones a partir de la propia influencia del medio, ya que nuestra manera de vivir no nos permite tener las mismas apreciaciones.

De no ser por las visitas guiadas que tan pertinentemente ofrecen los museos en números crudos ¿en cuántos niños tendría un impacto la cultura artística? Si la única ocasión que tiene ese niño para acercarse a las artes plásticas es cuando su maestra organiza un viaje recreativo al museo una vez al año o pocas veces durante su educación básica.


Cuando una ciudad como la nuestra, con un número ideal de habitantes cuenta en su acervo con 15 museos y galerías, qué proyecto puede edificarse para cambiar el mínimo porcentaje por el número ideal de espectadores.

Sumemos espectadores, entre ellos se encuentran las amas de casa, los estibadores, los hombres de negocios, los estudiantes, los políticos, clérigos, pastores, cada uno de ellos con gustos particulares por x o y tema entonces ¿cómo convierto x o y en arte?

Los artistas plásticos tienen sus espectadores ideales, a veces no somos nosotros y podemos observar una serie de piezas artísticas de las cuales sugerimos no nos gustan cuando la realidad es que no las comprendemos porque no estamos inmersos en ese contexto. Así, una persona que visita por primera vez un museo puede no volver a éste cuando su primera impresión no es favorable con respecto a lo visto, sin olvidar a algunos artistas quienes ya colgados de la nube no buscan halagar el ojo de quienes no los comprenden o su cultura artística deriva de las opiniones de Wisin y Yandel, la música banda, entre algunas otras que puede bien usted imaginar.

Qué tal si buscamos el interés del común de nuestra población y partimos de ahí para iniciar el arte, los lugares comunes de la población pueden reconstruirse y encontrar un nuevo espacio que permita que el sector de la población elegido asista, participe y comparta el arte.

Andy Warhol logró hacer arte de una lata de sopa, cómo podemos invitar a una ama de casa, experta en sopas, a que viva el arte de algo tan cotidiano como su alimento y lo plasme en una obra plástica que involucre a su familia y dirija su atención dominical a la visita espontánea de un museo.

Lo mismo sucede con los chicos que aman el reggaetón, no es el ideal musical, mas lo que para ellos significa una canción o una estrofa puede volverse una metáfora visual urbana con un collage, una fotografía, un graffiti, un grabado.

El arte, como el rock, es un estilo de vida y se inicia en casa. Las primeras piezas artísticas, e invaluables por cierto, son nuestros primeros trazos de bebés y manchones en la escuela. Si cada uno de nosotros, amantes del arte, logramos contagiar de esta pasión a quienes convergen con nosotros en nuestros grupos sociales podremos hacer que nuestra calidad de vida intelectual se enriquezca y con un criterio un poco más amplio visitemos los museos asiduamente y apreciemos las exhibiciones, las recomendemos y heredemos el gusto por las artes plásticas.

Cultivar desde la propia raíz de cada individuo coadyuva a la toma de decisiones entre los que gusta y disgusta, todo aquel que es tocado por el arte cambia su perspectiva de vida y se convierte en ciudadano del mundo, capaz de ser espectador hasta en los más grandes espacios blancos.

Laus Deo

paulanaj@yahoo.com


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