Como en cualquier materia de la vida, la electoral puede ver reflejado su desarrollo y actualidad en la historia. Varias páginas se han escrito para mostrarnos que la actividad política, inherente al ser humano, se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo y, a la vez, volviéndose cada vez más sólida como resultado de una adecuada cimentación.
La materia electoral, que abarca por supuesto a sus instituciones, tiene un profundo arraigo en la historia de Aguascalientes, cuyos frutos se observan a la luz de los nuevos tiempos en que coexisten figuras ancestrales y vigentes, con otras que aparecen en función de los nuevos tiempos. Algunas que llegan, pasan y se van sin mayor pena ni gloria, y otras que reaparecen en escena luego de haber sido desechadas.
Dice el Dr. Pérez de los Reyes que la vida electoral de un país y la manera de desarrollarse este ejercicio fundamental de la democracia, resultan básicos para determinar el grado de alcance de su madurez cívica, su estabilidad política y consecuentemente, sus posibilidades de desarrollo y de superación.
La necesidad de producir gobierno siempre ha estado presente en la sociedad, del tamaño que ésta fuere. Dentro de la organización político-social (que mucho tenía de religioso) de los aztecas, el rey azteca era denominado Tlatoani, que significa “el orador”, cualidad que definitivamente debe poseer todo gobernante. Clavijero señala que los pueblos de México, Texcoco y Tacuba, formadores de la Triple Alianza, eran nombrados por elección indirecta: “el pueblo nombraba cuatro electores de entre las personas más nobles, y en el voto de ellos se comprometían todos los votos de la nación. Estos cuatro electores unidos a los ancianos, a los soldados viejos y a la nobleza, designaban al que debía ocupar el trono en sustitución del rey que hubiese muerto.”
Por supuesto que la elección tenía sus reglas, entre otras, el sucesor había de pertenecer a la familia reinante, ser varón, demostrar su valentía y contar con al menos 30 años de edad. Los cargos de elección eran obligatorios y, si bien tenían sus particularidades, también es cierto que el denominador común era que la opinión de los grandes electores nombrados por su posición social, también se apoyaba en los consejos de ancianos que además eran los que hacían la labor de administración en los antiguos barrios de la Gran Tenochtitlan.
A la llegada de Cortés a tierras mexicanas, el viernes santo de 1519 funda el primer ayuntamiento en nuevo mundo. La figura del ayuntamiento tiene reminiscencias de la edad media e iba, en sus orígenes, aparejado a la religión. En un inicio, el ayuntamiento eran asambleas populares, que trataban de resolver en comunidad sus problemas sociales. Ante el crecimiento de las urbes y por lo tanto de las asambleas, con el paso del tiempo se optó por designar delegados, constituyendo de esta manera el cabildo, compuesto por regidores nombrados popularmente. Ayuntamiento, cabildo o regidores son figuras que, desde entonces, forman parte de nuestro vocabulario electoral.
A raíz de los sucesos históricos entre las monarquías de Francia y España a principios del siglo XIX, y los ánimos renovadores de las figuras reales entre los independentistas y reformadores, se estableció que cada virreinato de España debía tener representación a la Junta Central. Por la premura y efervescencia de los tiempos, en 1809 fue el virrey y la Real Audiencia quienes obtuvieron al representante por sorteo y no por elección. Ya para 1810 se establecieron reglas para elegir a los diputados a las Cortes Extraordinarias, recayendo la responsabilidad de las candidaturas en los ayuntamientos de las capitales de cada una de las 16 provincias en que se dividía la entonces Nueva España.
El trabajo fundamental de las Cortes, que en el transcurso fueron conocidas como Cortes de Cádiz, fue redactar finalmente la Constitución Política de la Monarquía Española, en la que quedó de manifiesto el trabajo permanente de las diputaciones representativas estableciendo su duración, renovación y los requisitos de pertenencia.
Será cuestión, en siguientes espacios, de analizar de manera específica y desde diferentes puntos de vista, esta figura de las Cortes, por la trascendencia para el actual sistema electoral de figuras tales como los organismos electorales, el censo de electores, el primer esbozo de la geografía electoral dividida en Juntas Electorales de Parroquia, de Partido y de Provincia, los requisitos para el cargo y la calificación de las elecciones.
De igual manera, en la profundización de posteriores artículos, particularizaremos en la entidad y los casi 80 años de elecciones con que cuenta su trayectoria en la historia moderna.
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