Todos los hombres son iguales / #PolíticaForDummies - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Estuve en la capital de la diversidad en México, la ciudad que no tiene inicio y no tiene fin; por allá, por los ejes poniente y norte, se atraviesan unas vías del tren, la ciudad se comió un tren que no está. Ahí en la ciudad que es desierto para los peatones, infierno para los ciclistas y monopolio del automovilista, ahí en esa ciudad monstruosa de edificios imponentes, donde convive también lo más hermoso de nuestro país en los pinceles de Rivera o Siqueiros, ahí en esa ciudad donde el Zócalo pone a competir a nuestro lábaro patrio con un árbol de navidad de Coca Cola y la iglesia católica se mueve entre las subculturas, ahí estuve y descubrí una de las razones de existir de nuestra democracia.

Mi hermano, el más pequeño, preguntó: ¿Por qué la gente se viste tan raro?, mi hermano el mayor lo reprendió: Respeta, es el liberalismo, cada quien puede estar como quiera. Yo entiendo a mi hermano, criado y habitante de una ciudad aparentemente conservadora pero que abre sus puertas a la libertad, a final de cuentas es el interior de la República, donde todos son diferentes pero no tanto, donde hay minorías muy visibles y siguen siendo discriminadas, donde las mayorías son homogéneas y las minorías son heterogéneas y casi sin voz.

Mi hermano menor no conoce otras subculturas, no sabe cómo visten, no entiende de botas largas, de chaquetas negras, de tintes de cabello, de aretes, de tatuajes. Pero mi hermano mayor, un hombre liberal que respeta a los demás, sus ideas, sus derechos, e incluso su trabajo es promover los derechos de los demás y defender el de la libertad de expresión, entendía de más.

Un mural de David Alfaro Siqueiros tiene por nombre democracia y es una mujer con brazos de hombre, rostro de hombre, pechos de mujer, labios de mujer. Frente a esa mujer-hombre mi hermano menor dijo: Todos son iguales. Mientras que el mural de Siqueiros en una mano cargaba la universalidad, en otra un grillete y emergía de un volcán, la democracia nació para todos.

Sin embargo hay algo que se opone a la diversidad: la igualdad. Para muchos pudiera ser complejo hablar de que todos somos iguales siendo todos diferentes, pero esa es la virtud de la democracia moderna y de los franceses. Todos nacimos y seremos libres, incluso entre mis hermanos hay una diferencia abismal, todos estamos feos pero somos diferentes, cada quien con su fealdad.

Así pasa con todos los seres humanos, algunos son heterosexuales, algunos son negros, otros son racistas, unos más son punketos, otros hippies, unos hípsters, otros feministas, unos machistas, otras futboleras, unas lesbianas, otras bisexuales, unas católicas, otras budistas, unas equivocadas y otras no.

Así, todos convivimos en un planeta, en una ciudad, en una calle, en un restaurante y nos reconocemos tan diferentes que quizá somos incapaces de establecer una conversación, de poner un tema en común, de discutir ideas. Algunos piensan que tal o cual persona no se merece hablar con ellos porque está equivocada, algunos socialistas piensan que el que trae un celular iPhone no puede hablar con ellos porque no tiene ni idea, tenemos miedo a ser diferentes y hablar con alguien diferente.

Ese es el miedo de mi hermano cuando dijo que la gente se vestía tan raro, sin embargo dentro de esa diversidad, de esos millones de seres humanos diferentes, la democracia hizo una tarea primordial y nació sobre el pilar de la égalité. Dentro de esa pluralidad estableció que todos somos iguales, no en el sentido de esencia o de físico. En el sentido de los derechos todos somos iguales ante la ley, y la ley es la que rige que todos podemos caminar por la misma calle, del lado que queramos y entrar a los mismos museos, usar los mismos camiones, cantar las mismas canciones. Las leyes así nos deben defender.

Sin embargo, a lo largo de la historia han habido leyes y hombres injustos que han construido alrededor de ellos un mensaje de odio y de diferencia, resulta que para algunos sí somos diferentes, resulta que para los estadounidenses los negros eran diferentes, que para Adolf Hitler los judíos eran diferentes, que para todos los hombres durante siglos las mujeres eran diferentes, que para muchos las personas con discapacidad eran diferentes.


Esas leyes y esos hombres se merecen la desobediencia, justo leo un libro que se llama Desobediencia civil que justifica moralmente la desobediencia a las leyes injustas. Nadie se merece ser tratado de manera injusta o desigual. Es una tarea de la democracia moderna y de las instituciones establecer esa igualdad, buscar el cumplimiento de todos los derechos de todos los seres humanos. De eso se trata la pluralidad y la igualdad, a fin de cuentas entendí que la democracia de Siqueiros puede ser más ilustradora que muchas explicaciones y mi hermano terminó convencido de que en la democracia todos los hombres son iguales.

@pochaquito

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