Cuando peor estoy es cuando mejor me veo
(G. R. R.)
Modism, Mod living, is an aphorism for clean living under difficult circumstances
(Pete Meaden)
Antes del advenimiento de la Velvet Underground, parece que sólo había dos opciones. O los Beatles o los Rolling.
“Él nos dijo ‘Todos llevan el pelo largo. Vamos a cortar el vuestro’. Ese fue un movimiento realmente peligroso porque lo que querían los jóvenes era llevar el pelo largo para que los expulsaran de la escuela. Ir por ahí caminando con el pelo corto era atrevimiento pero funcionó”.
Quien habla así es uno de los Who; el “él” que se atrevió a desafiar la tiranía de los dos grupos es Pete Meaden, el “dios mod”, el “modfather” que a mediados de los años sesenta ocupaba todo el tiempo que le dejaba libre su trabajo en un restaurante desafiando las modas y los modos de la década en un pequeño night club londinense que se convertiría en el centro de la escena mod de la ciudad y el país y que se llamaba, acertadísimamente, The Scene.
“Soy el tipo que vio el potencial del modernismo que es la forma de vida más grande que te puedas imaginar. Siempre hay gente solitaria que se lo pasa bien”.
Los trajes ajustados, las corbatas delgadas, abrigos de astracán o viejas parkas militares se combinaban con viejos discos de soul en un ambiente que Meaden dominaría durante unos pocos años, los álgidos del movimiento que terminaron con la pelea campal en las playas de Brighton. Su figura, reconocida en la noche londinense era el modelo a seguir. No sólo los Who, de los que sería manager un tiempo hasta ser engañado por otro manager más ávido de dinero, sino mil y un grupos querían ser como él. Grupos y jóvenes que sólo querían bailar, bailar, bailar, toda la noche dando lugar a los famosos, y mil veces repetidos allnighters.
“Peter era o el joven enojado o el buscador de la verdad”.
Meaden fue, sobre todo, alguien consagrado a la verdad del mismo movimiento que él había ayudado a fundar. Su mala suerte fue que cuando la música popular, tras la rebeldía y la lucha contra el sistema, se convirtió en un negocio, el idealismo de Meaden no estaba preparado para semejante cambio. Para Peter se trataba de “pasárselo bien y hacer buena música”, una idea que acabaría llevando a la ruina varias veces. A una ruina tan absoluta que alguno de sus biógrafos ha comentado que había épocas en las que en su casa apenas había un colchón y un armario lleno de los trajes más fantásticos que se puedan imaginar en aquel Londres aún gris.
“No, en aquella época no dormías. Te mantenías todo el día bailando. Todo lo que hacía era escuchar esa música que me gustaba tanto.”
Entre los compañeros de viaje y amigos de Pete Meaden se encontraba la aristocracia pop de aquel momento en Londres. Compartió un departamento con Mick Jagger, hizo de publicista para los primeros Stones y fue inseparable de las giras inglesas de Bob Dylan. Mientras que en los negocios, de los saldría un poco más que engañado, se alió con Andrew Oldham, el hombre para todo, especialmente para lo financiero, de los Stones. Y, sobre todo, el responsable de los High Numbers, el grupo pre-Who, que contenía el himno mod por antonomasia, compuesto por el propio Meaden, “I’m the face”. (Face, en el argot modernistas, es el mod que siempre va impecablemente vestido y a la moda). La magia de esa canción es además de la música, una copia descarada y apenas encubierta del “Got love if you want it” de Slim Harpo, una letra que habla de los temas que más preocupaban a la escena naciente, el baile y la moda.
“Imagínate una fiesta que comienza el viernes por la noche y no termina hasta el domingo en la mañana. Y que la pudiera tener siempre que quisieras. Y que si quisieras empezarla el miércoles por la noche, pudieras”.
Meaden, cuando no estaba descubriendo grupos o paseando su palmito face por Londres, se dedicaba a organizar conciertos, conciertos que para el eran como fiestas con sus amigos, hasta el extremo de descuidar los más obvios detalles de organización. Meaden, siempre un paso por delante, había visto todo el potencial de una de las bandas más extrañas de la época, Captain Beefheart, a los que invitó a una serie de conciertos en Inglaterra que servirían para descubrirle al resto del país esa banda. Lo malo es que a Peter se le había olvidado asegurar el contrato de trabajo de los músicos que tuvieron que ir primero a una improvisada gira alemana antes de entrar a Inglaterra.
“No, no usé a la sociedad. Me convertí en publicista”.
Meaden, que para entonces ya era el modelo a seguir de tantos y tantos jóvenes que, queriendo ser diferentes, diferentes incluso de los diferentes, abrazaban el código modernista como un modo de vida, al mismo tiempo fieramente individual y parte de una subcultura cada vez más arraigada en cierta mentalidad inglesa. Meaden, desde su posición de poder, se dedicó, con gran fortuna artística, pero pica financiera a mantener viva la llama de la explosión modernista mediante conciertos, fiestas eternas y un aluvión de grupos a los que representaba y ayudaba a dar sus primeros pasos antes de verlos marchar con otro manager o promotor un poco más interesado y más ducho en las cosas del dinero que Meaden.
“Kit Lambert llegó una noche en el Railway de Harrow y me dijo que había un promotor buscando una banda para que tocara en su club. Sin saberlo, me había puesto yo mismo fuera de la banda que yo había creado”.
Los setenta fueron una mala época para un Meaden nostálgico, antes del revival mod, las demasiadas pastillas y una depresión le hicieron regresar, pobre y fracasado, a casa de sus padres donde moriría en 1978 sin apenas percatarse de que en el punk había grupos que recuperaban su legado. Su funeral fue pagado por los Who, aunque ninguno de sus miembros acudió a este. En la lápida que sólo contiene su nombre completo y su fecha de nacimiento y muerte le falta, como epitafio perfecto, su más famoso aforismo. “El modo de vida mod es vivir bien aun en las más difíciles circunstancias”.
