- En 1995 quedó impactado por la poética de El laberinto de la soledad de Octavio Paz, desde entonces no ha soltado a este país
- Su proceso creativo es más por el oído que por los ojos, escuchar algo le estimula los sentidos
- Ahora el poeta colombiano vive otra etapa de su vida donde cuenta al lector desde otra manera con otro tipo de lenguaje
Enamorado de México y su poesía, el joven poeta colombiano William Rouge reconoce que este país es más que un territorio político, lo que considera como su experiencia espiritual que hizo encontrarlo como escritor y persona valiente. Siendo licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Pontificia Bolivariana hizo su tesis de grado sobre el poeta mexicano Octavio Paz debido al impacto generado en Rouge durante los años noventa.
Todo comenzó, comenta este joven, cuando leyó por primera ocasión El laberinto de la soledad de Octavio Paz en 1995: “no sabía lo que estaba sintiendo ni cómo contar o decir lo que me pasada en Colombia, yo era un muchacho que me mantenía sólo sin ser consciente de lo que significaba esa soledad”; cuando dio lectura a la obra de Paz se percató de que sentía muchas de esas características o matices de lo que el mexicano poéticamente contaba: “yo las estaba sintiendo, yo no tenía un lugar en mi territorio, era un niño sólo que necesitaba escribir para encontrarse más o menos cómodo en el mundo”, ahí fue cuando sintió que México y la poesía de Paz eran un refugio personal: “empecé a leerlo como si fueran oraciones, como si me estuviera salvando de la perdición y la soledad negativa”.
Para 1999 conoce a dos amigas de Querétaro y de la Ciudad de México en un evento en Costa Rica, estas dos mujeres le mostraron el mundo fraterno de este país lo que causó que William Rouge comenzara a perseguirlo ya consciente de lo que buscaba; compartió a La Jornada Aguascalientes su largo proceso para conseguir el permiso de estancia: “pedí la visa tres veces pero me la negaron, siempre iba leyendo poetas a la entrada de la Embajada como para que fuera admitido pero aun así no”, la cuarta fue la vencida consiguiéndola para su primer viaje al territorio mexicano.
Después Roberto Reséndiz invitó a este colombiano a participar en el Encuentro Internacional de Poetas de Zamora, Michoacán: “es el segundo regalo que tuve por los mexicanos, fue una experiencia increíble”, agregó que siempre que iba algún poeta mexicano al Festival de Medellín enviaba obsequios a sus amigas Adriana y Sofía, como una forma de recordarles que siempre estaba pensando en su país.
Un día conoció a María Baranda, una mujer fuerte con una gran poética, tras quedar impactado por su fraternidad, le envió su primer y segundo libro donde aparecía México: “siempre utilizo mis poemas como mis mensajeros, hoy valió la pena y puedo decir que quiero a México no sólo como un país sino como mi refugio y mi mejor experiencia”.
Además de ser un joven poeta, es un promotor de la lectura, en todo Sudamérica trabaja la promoción de lectura, la literatura en el aula desde nivel básico, prepara constantemente talleres de creación literaria para niños, jóvenes y adultos en conjunto con otros autores; es asesor literario en diversos eventos de su ciudad natal, Medellín, así como jurado de prestigiosos concursos de cuento y poesía. Tiene tres libros publicados titulados El Sudor de la Bailarina (2001), Las Batallas Inventadas (2003) y Árboles de Leche (2009).
Su proceso creativo es más por el oído que por los ojos, el autor destaca que desde siempre, como alumno, funciona por el oído: “necesito escuchar un sonido, una imagen poética o algo que me estimule los sentidos, entonces con esa voz me voy guiando y el poema sale casi siempre completo”.
¿Después de todo este proceso interno, ahora qué pasa con William Rouge?
“Ahora es la realidad, estoy viviendo otra etapa en la que cuento lo vivido, porque antes contaba lo inventado. Se viene una época donde cuento desde otra manera con otro tipo de lenguaje, la verdad estoy muy feliz pero a la vez asustado, porque es como si se me hubiera acabado un lenguaje y ahora tuviera que encontrar otro; eso es un gran reto mío pero lo que sí puedo decir es que nunca me voy a ir de México, siempre estará con una presencia espiritual porque a él le debo todo.”