Cómo es la vida… cómo sorprende a veces y tan solo en un segundo tiende a cambiarlo todo. Enfrentar una enfermedad grave, sin duda es duro para cualquiera, y es que además del golpe moral, en casos que se cuentan por montones, el tema económico sin duda llega a desestabilizar a la familia completa.
Pensar en recibir atención médica en un hospital privado es tristemente un sueño. Los costos son inaccesibles para quienes apenas ganan lo suficiente para atender las demandas más apremiantes digamos vivienda, alimentación, transporte, servicios y para los afortunados, uno que otro gusto.
La pérdida de la salud implica lamentablemente para la mayoría de los mexicanos enfrentarse no sólo a un deficiente sistema público del que quisiera resaltar la falta de insumos, una inadecuada infraestructura, incluso hasta la poca limpieza en las áreas de las que hacen uso un vasto número de derechohabientes, además hay que estar preparados para una enorme pérdida de tiempo entre revisiones y tratamientos.
Para poder recibir atención médica de primer nivel, quienes “gozan” de seguridad social deben pasar todo un calvario para sortear una enfermedad, y qué decir de las personas que requieren un servicio más especializado como una cirugía, pasan incluso meses, de acuerdo a la “gravedad” de cada paciente, para poder llegar hasta este punto.
Es indignante que además de la larga espera, el trato que la mayoría del personal da a los pacientes sea totalmente inhumano, lo peor es que la gente ya ni se queja por temor a las represalias y con tal de no ver afectado su expediente no se exige un buen servicio o digamos un tratamiento más o menos adecuado.
Los recursos que descuentan a cada trabajador para la seguridad social no deben ser desdeñados, es pues una obligación de todo el personal médico y administrativo, y más siendo éste un tema tan sensible, hacerlo de manera adecuada, oportuna y eficiente.
Es increíble conocer de casos como el de aquel infante al que le iban a operar un ojo y le intervinieron el sano dejándolo ciego. O aquellos de las mujeres indígenas que tienen que parir a sus hijos en la calle, o el de los que a pesar de tener buenos pronósticos de recuperación fallecen por no recibir un tratamiento oportuno.
Las políticas públicas y los recursos que se inyectan al sector salud en el país son insuficientes, limitados y no están cumpliendo con las necesidades de los ciudadanos. Además de que el sistema de pensiones ha mermado sin duda a las instituciones. Está rebasado, porque además no hay forma de que una persona de la tercera edad pueda sostenerse con las jubilaciones irrisorias que recibe.
El Estado está obligado por ley a garantizar a través de sus instituciones, como es el caso las de salud, un buen servicio. Habría que legislar entonces para que se implementen medidas pero sobre todo sanciones más severas para quienes no cumplan con el otorgamiento de una adecuada atención médica.
Y a nosotros nos toca hacer las denuncias, alzar la voz, no dejar que crezcan los abusos y sobre todo evidenciar al personal que comete actos de maltrato o de corrupción en este gran sistema que hoy todos reprobamos.