Con sus casi 46 millones de habitantes, sus 54,4 millones de turistas contados hasta septiembre de 2015 para un nuevo record que en el mundo solo superan Francia y Estados Unidos, su potente empresariado o sus recientes problemas de desempleo y desahucios generalizados, España es sin duda uno de los países más importantes de Europa. Por eso lo que pase allí, independientemente de sus especiales lazos históricos, económicos, familiares o sentimentales con México y con muchos mexicanos, importa y repercute en todo el mundo.
España no va bien porque lleva años viviendo en la amarga resaca de la pachanga montada al alimón por irresponsables políticos y voraces privados entre 1998, año del primer triunfo electoral del conservador José María Aznar; quien en aquellos años del auge que parecía interminable acuñó la conocida y sobrada frase de “España va bien”; derrotó a unos desgastados socialistas con el desdibujado Felipe González a la cabeza y 2015, año en que Mariano Rajoy y un gobierno gris, que ha dado sobradas muestras de incompetencia, corrupción y autoritarismo, enfrenta graves problemas sociales hasta hace poco impensables en una de las economías que más crecieron hasta antes de la crisis de 2008; ejemplo sin parangón de la prosperidad llevada por la Unión Europea a la región mediterránea y que hacía pensar de una vez y para siempre en un país sólidamente desarrollado.
Sin embargo, hoy España enfrenta, por ejemplo, la gravedad de la tasa de desempleo abierto más alta de los 34 países a OCDE y la tasa de desempleo juvenil más alta de la Unión Europea de 28 miembros, entre otros indicadores económicos nada esperanzadores.
Habrá que recordar que las mentiras del gobierno de Aznar tras los graves atentados de 2004 en el tren de cercanías de Madrid, intentando culpar a ETA y desviando la atención sobre la intervención española en la multitudinariamente rechazada guerra de invasión a Irak encabezada por Estados Unidos; provocaron un sorpresivo vuelco electoral a favor del PSOE, mismo que un joven líder emergente, Rodríguez Zapatero, fue incapaz de manejar con éxito a pesar de su tímida política reformista. Pesaron más la crisis provocada por la corrupción, la llamada “burbuja inmobiliaria” y el despilfarro acumulados en más de 15 años de políticos impresentables, hicieron evidente que el espectacular crecimiento económico español del pasado tenía bases muy poco estables.
Luego vino la recesión, el desastre socialista y la vuelta al poder y también a las andadas de los principales causantes del desastre previo: el Partido Popular con Mariano Rajoy, quien ya había sido un oscuro ministro de todo lo imaginable en tiempos de los dos gobiernos de Aznar. Lo que vino después era previsible: promesas incumplidas de campaña, mas mentiras, pérdida masiva de empleos, trágicos desahucios de muchísimas personas que no podían ni pueden pagar la hipoteca, una desconocida ola de suicidios entre la población más vulnerable, severa austeridad decretada desde Berlín, recorte masivo del gasto y las ayudas sociales y desmantelamiento del estado de bienestar construido con el arduo trabajo de varias generaciones de trabajadores españoles.
Al tiempo, el destape de un sinnúmero de tramas de corrupción por todo el país pasando por todos los estamentos sociales, desde famosas cantantes vernáculas como Isabel Pantoja, hasta deportistas de élite evasores de impuestos como Messi o Mascerano, pasando por reputados empresarios y políticos como Rodrigo Rato o Jordi Pujol; e inclusive hasta el propio entorno inmediato del Rey, quien a resultas de los escándalos terminó abdicando, con el yerno y una de sus hijas procesados por la justicia penal.
Así, el bipartidismo de la transición pos Franquista entre el PSOE y el PP empezó a trastabillar ante la emergencia y el vigor de los movimientos sociales del llamado “15M” y los “Indignados”, producto de los cuales surgió en parte Podemos y sus liderazgos, compuesto por intelectuales, funcionarios y profesores universitarios, entre otros sectores inconformes de la población.
Y claro que el llamado “Sistema”, o lo que acá conocemos como los “Poderes fácticos”, reaccionó ante “la amenaza socializante” de Podemos, a quienes se le ha acusado sin fundamento ni pruebas de muchas cosas sin sustento, desde ser discípulos de Hugo Chávez (historia que nos suena conocida por estos lares), hasta querer volver a la España “roja” previa al golpe fascista-militar que desencadenó la Guerra Civil de 1936.
Fue el propio liderazgo de Podemos, hábil en el discurso y en el debate político y en el manejo de medios, en contraste con sus anquilosados rivales populares y el acartonamiento de los socialistas, el que ha ido aclarando y desmintiendo uno a uno los asertos inventadas para desacreditarlos, pero el sistema y sus operadores actuaron tan bien impulsando un partido regional de derechas llamado “Ciudadanos”, como alternativa al cambio político ofrecido por Podemos, en un escenario donde cada vez es mas difícil diferenciar a los políticos tradicionales del PP y el PSOE, quienes tienden a parecerse demasiado, lo mismo que su oferta política inmovilista y representante del status quo.
Así, la apuesta diseñada desde el poder para quebrar a Podemos parecía funcionar muy bien, pues en algunos momentos de la campaña que recién terminó, Ciudadanos y su dirigente Albert Rivera encabezaron las preferencias. Pero el problema fue que eso tampoco era lo que los autores del entuerto querían: se les pasó la mano, pues hoy, al final de la campaña, hay 4 partidos con posibilidades reales de triunfo. Pese a todo, Podemos en particular ha protagonizado una espectacular remontada que de situarlo en tercer y en cuarto lugar, lo pone en el segundo desbancando al mismo PSOE y disputando el primer lugar al gobernante PP. En este escenario el PP tendría complicado formar gobierno al no alcanzar mayoría en el Parlamento.
Podemos de Pablo Iglesias, curiosamente homónimo del ilustre fundador del PSOE; con sus 5 eurodiputados, sus triunfos electorales en coalición en Madrid, Barcelona, Valencia, o Cádiz, la buena experiencia de gobierno en esas ciudades y el liderazgo genuino de muchos de sus cuadros y candidatos, parece responder mejor a los anhelos y demandas de cambio de un nutrido sector de la ciudadanía española que no se ve representada por los partidos tradicionales y su desastrosa experiencia al frente de las instituciones públicas más preciadas en ese país. Pero lo cierto es que sea cual sea el resultado de las elecciones, se avizora el final de un ciclo político y el inicio de otro mejor y más democrático en España, donde el neoliberalismo radical sea acotado y donde no serán solo dos quienes repartan a su antojo el poder político y recorten en perjuicio de las mayorías un endeble estado de bienestar bajo amenaza constante.
Las últimas encuestas publicadas reflejan que cualquier cosa puede pasar en España el 20 de diciembre, pero lo seguro es que el lunes 21 España será un país más plural, y por ello más democrático.
Post scriptum. Con la venia de mi casa editorial por un año más, nos leemos republicanamente después de Reyes. @efpasillas