Los animales existen en el mundo por sus propias razones, no fueron hechos para el ser humano; del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos, ni la mujer para el hombre
Alice Walker
A menos de un mes de que se emitieran decenas de compromisos de todos los gobiernos municipales, estatales, federales y hasta internacionales respecto erradicar la violencia hacía la mujer y las niñas sobre todo la firme intención para que desde lo institucional sean los gobiernos quienes vayan a la vanguardia en la erradicación a la violencia de género, la realidad nos alcanzó nuevamente.
El discurso se quedó en eso, es mero discurso para salir pronto del paso, vociferar el enorme esfuerzo que hace el gobierno, cualquiera que esta sea, para al fin dar justicia a las mujeres, y la tan nombrada igualdad sustantiva. Paja, pura paja.
Para muestra, un botón. La declaración del presidente municipal de Tepezalá, Pablo Macías Flores, que asegura ser necesario “hacer una ley para que las mujeres trabajen solamente por la mañana para que ya después de las tres o cuatro de la tarde estén en su casa cuidando a los hijos”, ya que esta necesidad de trabajo y la ausencia de los padres (pues la mayoría se va a Estados Unidos) causa una ausencia de educación, amor y valores que hace que los niños y jóvenes se vayan por caminos incorrectos como drogadicción, delincuencia y violencia. (Nota de Itzel Acero publicada en el periódico La Jornada Aguascalientes el 14 de diciembre de 2015)
Y según el pensamiento de este político la ausencia de la madre es lo que ha generado esta violencia hacia las niñas y niños o adolescentes, después de algunos casos de profunda humillación a la dignidad humana que han salido a relucir, ocurridos en esta entidad. Incluso declaró que también es responsabilidad de las mujeres que salen a trabajar la desintegración familiar. Y todavía va más a fondo, señalando que el alto consumo de drogas, como el cristal, tiene el mismo origen.
Dice ONU Mujeres que la violencia hacia esta población tiene como base tres ingredientes que se combinan y de ahí resulta la desigualdad entre hombres y mujeres que luego se convierte en injusticia e impunidad.
La invisibilidad, producto de una cultura machista en donde se “omite” la discusión y análisis sobre la violencia doméstica, de pareja, el abuso sexual, el abuso familiar son actos que ocurren dentro de esta célula social y que los distintos gobiernos prefieren no tocar y dejar de lado esta grave problemática en el ámbito de lo privado.
La “normalidad” es la cultura patriarcal que autoriza, legitima y justifica a los varones a ejercer la violencia contra las mujeres principalmente a no considerarlas iguales en derechos y oportunidades, al negarles la posibilidad de desarrollo personal y profesional ejerciendo su violencia para imponerle a las mujeres el rol esperado forzándola a que cumpla sus deberes de madre, esposa y ama de casa. La cultura machista justifica cualquier intervención de cualquier varón que tenga como fin controlar la vida de las mujeres para castigar a “aquellas que desafían” las barreras del género. Usan su estatus de hermano, padre, hijo o cualquier tipo de autoridad.
La impunidad, como consecuencia de todo lo anterior. Porque la violencia que viven las mujeres al interior de la familia se cataloga como “natural” algo que solo a ellas les corresponde y se deja de lado la justicia por pensar que es un tema “privado”, al no reconocerse esta violencia no es sancionable. Con frecuencia la violencia hacia las mujeres es justificada cuando la ejerce un hombre porque ella “transgredió” algún mandato impuesto de la cultura patriarcal, y el castigo otorgado a ella o ellas busca instalar en el imaginario común de la población que así “debe ser” que es lo “normal” perpetuando esta cultura machista, haciendo creer que la responsabilidad del hogar, su funcionamiento y su bienestar solo le corresponde a la mujer absolviendo de responsabilidad a los varones y coartando la oportunidad de participación de ellos. De tal manera que los gobernantes, operadores de gobiernos y procuradores de justicia omiten y naturalizan la violencia hacia las mujeres causando la doble violación de sus derechos, eso es lo que se nombra la violencia sistemática.
Y así es, estimadas lectoras y lectores, la impunidad reina respecto a la discriminación, la injusticia y la impunidad a la que se confina a las mujeres, niñas y niños, a la juventud, porque estos gobernantes sumidos en la ignorancia, en los prejuicios, la desinformación y muchos, pero muchos, en la estupidez, son quienes están al frente de la sociedad. ¿Qué se puede esperar de un alcalde como Pablo Macías Flores? Más preocupado por cerrar la única guardería de su municipio, por cortar el agua cerrándoles el pozo de distribución a las comunidades, si es sabido que a la “gente pobre” no la recibe y el retiro del apoyo que se les daba a estudiantes para sus pasajes quienes recorren grandes distancias para asistir al Conalep decidió quitárselos, sus intereses están en otros lados, al menos así lo registran distintos medios informativos.
Las lamentables violaciones que se dan dentro de las familias de Tepezalá y de todo el país, no es porque las mujeres salgan a trabajar, es por esa misma cultura machista que tanto defiende Pablo Macías, porque no se termina de entender que los hombres también tienen el deber de educar, de atender, lavar trastes, limpiar la casa y dar acompañamiento a sus hijas e hijos, esa violencia existe porque hay un sistema de justicia y de gobierno que protege esas acciones, es porque hay una cultura de corrupción e impunidad, de discriminación y menosprecio a las mujeres, niñas y niños.
Los graves problemas de violencia no son nada más que el reflejo de la falta de cumplimiento de los derechos humanos en una entidad, y eso nos dice claramente el nivel de corrupción e impunidad que reina en estos lugares. Habrá que decirle a Pablo Macías que no intente responsabilizar a las mujeres y a la sociedad de su ineptitud como gobernante, de su no saber qué hacer ante estos casos.
Puede ser una buena idea el tratamiento médico y sicológico que propone para niños y padres, pero sería más eficaz que comenzara por tomarlo él mismo.
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