Colegio de Internacionalistas del Estado de Aguascalientes
Por Paola Swift Noriega
Todos nos lamentamos con los atentados ocurridos hace un par de semanas en París, nuestra solidaridad con Francia no tardó en dejarse ver y de pronto veíamos banderas francesas hasta en los perfiles de Facebook. La cosa no es tan simple. El rechazo al fundamentalismo como respuesta a cualquier conflicto es incuestionable; pero… ¿no será que occidente esté cosechando aquello que ha ido sembrando por décadas?
Para entender la raíz del conflicto habría que regresarnos más de un siglo en la historia: desde finales del siglo XIX los políticos europeos habían tomado nota de la importancia de exaltar los valores nacionales y culturales de las civilizaciones que formaban sus colonias. El gran califato al que alude ISIS existió en una forma imperfecta con el imperio turco a pesar de no estar del todo unificado. Al desintegrarse éste después de la primera guerra mundial; la repartición deliberada de los territorios que antes formaban los otomanos entre los aliados plantó la semilla que un siglo después detonaría una de las mayores crisis de nuestra historia contemporánea. El medio oriente presentaba las condiciones óptimas para volverse un campo de batalla ideológico entre los soviéticos y occidente pero las repercusiones que esto tendría estaban más allá de la imaginación de los políticos de la época. Grupos como Al Qaeda nacieron en éstas tierras para repeler la invasión de los rusos y derrotar así al comunismo; financiados y entrenados por los Estados Unidos, claro está. Al término de la guerra fría, ambos bloques se retiraron de la zona dejando grupos armados que pronto se radicalizarían y verían a la cultura occidental como el principal enemigo para el Islam.
Sería absurdo creer que la religión no es la pieza clave de los choques entre naciones de la última década; pero sería aún más ingenuo pensar que es lo único (y tal vez lo más importante) que motiva a un bando y a otro a actuar de la manera en que lo hacen. Los atentados a las torres gemelas le dieron a los estadounidenses la prerrogativa de ser los protagonista en la lucha contra el terrorismo internacional; y al parecer lo mismo ha sucedido con Francia a partir de los atentados en el París para bombardear Siria, teniendo como principales afectados a su población civil.
La crisis de los refugiados también ha contribuido a agravar la situación. De acuerdo con fuentes como la BBC y El País, ISIS obtiene diariamente miles de euros por transportar de Siria e ingresar mercancía al territorio; detener el financiamiento del califato se ha vuelto una prioridad para los países que la combaten; pero habría que analizar también la situación de la población musulmana en las sociedades europeas. La Xenofobia y la discriminación de los migrantes de países musulmanes y africanos sobre todo en Europa ha generado ciudadanos de segunda clase, resentidos con los gobiernos y en un estado de vulnerabilidad que los vuelve candidatos a enlistarse en las filas de grupos terroristas. Hay que atacar el problema desde la estructura: fortalecer las diplomacias y hacerlas auténticas, integrar nuestras sociedades y aceptar la pluralidad innegable en la que vivimos; porque sólo atacando el problema desde su raíz es como va a tener soluciones duraderas. Es muy difícil tenderse hacia una versión de la historia cuando es tanta la información a la cual tenemos acceso y a la vez no: la ironía de la era de las comunicaciones y la complejidad de hacerse de una opinión objetiva radica en que la manipulación de la información nos ha vuelto escépticos. Sin embargo, la guerra nunca será la solución.