Siempre hemos visto o tenido alguna fotografía donde no nos gusta cómo nos vemos, o hemos pasado por alguna experiencia en la que deseamos que nadie se entere de ello. Pero actualmente en este mundo interconectado, con cámaras, tecnología y plataformas que permiten compartir más rápido y de una manera más permanente la información, el miedo a ello es mayor. Sólo imagine que una foto mal lograda de usted, en la que se observa con disgusto o vergüenza o se exponga de una manera incómoda, sea descubierta en la cuenta de alguien que ni siquiera ha visto alguna vez en su vida… Terrible, y ante ello es necesario generar una mayor conciencia sobre la visibilidad de uno mismo y de los demás.
Diferentes médicos, residentes y estudiantes de medicina, como muchas otras personas, comparten imágenes a través de medios sociales, pero en ocasiones sus publicaciones vulneran la dignidad de las personas expuestas, sin embargo la cuestión no radicará en la censura, sino que la pregunta será ¿las personas habrán dado su consentimiento al médico para ser exhibido? Y es que en ocasiones las fotografías exponen partes íntimas del cuerpo o la decadencia de la corporalidad putrescible, por lo que es necesario apelar de manera reiterativa a la moral y ética de los médicos para que lo antepongan a su deseo de dar a conocer que están tratando de salvar o extender una vida y así evitar reducir el reconocimiento a la loable labor que desempeñan.
Recuerdo diversas imágenes en las que se observaban niños con cáncer junto a sus padres padeciendo por la angustia, selfies (autorretratos) de médicos o residentes dando a conocer su primera cesárea o parto sin importar que se observará la vulva de la madre, o con pacientes terminales o intubados dormidos o en coma. Más allá del texto que pudiese haber acompañado a este tipo de publicaciones, como frases de superación o emotivas, no es posible dejar de cuestionar hasta qué punto se revictimiza o vulnera la dignidad de las personas, en especial si las expuestas dieron su consentimiento o tuvieron conocimiento de lo mismo.
Por otra parte, también se ha han observado diferentes fotografías de usuarios capturando a personas ebrias, vagabundos e indigentes haciendo mofa al plantearlos como personajes cómicos, sin considerar historias particulares. Lo cual sólo ratifica la necesidad de incluir una educación mediática transversal ante la realidad que se nos presenta, el privilegio y responsabilidad de un micrófono y una cámara ya no es sólo de conductores, locutores y productores de programas en radio, televisión o prensa.
Respecto a la censura, que para muchos políticos y personas conservadoras ha sido una urgencia, no es posible implementarla pues se estaría negando la posibilidad de las personas a prestar su imagen para diferentes intenciones, como el apoyar a proyectos artísticos, el desear compartir su historia, por mencionar algunos ejemplos. Por ejemplo, en algunas ocasiones se han bloqueado cuentas en medios sociales, en especial Facebook, por exponer desnudos que el propio actuante publicó, por compartir información que atenta a los “valores” de los usuarios como datos sobre aborto con pastillas o cómo adquirir, suministrar y someterse a un proceso hormonal para cambio de género.
Si la censura no es la opción y debemos reconocer actos inadecuados, la propuesta a esta incongruencia es y continúa siendo la educación, para prevenir y generar una mayor pluralidad y diálogo, reconocer los derechos de las y los demás, así como evitar atentar a la dignidad de las personas, que debe ser el eje primordial de las políticas públicas y leyes.
Las dinámicas y problemáticas derivadas de las nuevas tecnologías y plataformas de comunicación podrían parecernos apabullantes que la única solución sería simplemente cerrar internet y volver a aquellos viejos años donde todo era mejor, sin embargo, los medios digitales no son manejados únicamente por una computadora, sino que son alimentados por personas; ni es que se hayan generado nuevas problemáticas en su totalidad, sino que se han potenciado con las características de los nuevos medios. Bien sabido es que en ciudades pequeñas como Aguascalientes el chisme es un entretenimiento que se ha incorporado a las formas culturales de interacción entre los habitantes, sin embargo antes estaba la esperanza del rápido olvido, mientras que con las nuevas tecnologías todo puede permanecer por más tiempo y extenderse a más allá del vecino; por lo que es necesario reflexionar que la concientización y la educación mediática no sólo están destinadas a los usuarios de dichas plataformas, sino que a toda la población, incluso para hacer valer sus derechos y defender su persona. En un futuro próximo el tener una cuenta en un medio social no será una banalidad o por simple ociosidad, será un recurso indispensable para conocer y enfrentar el escenario que nos rodea, así como para prevenir actos nocivos y defender nuestra integridad.
@m_acevez