Somos hijos descarriados, somos niños buenos y tristes,
Moldeados por una resaca de sesenta y ochos, Beatles y terremotos,
Sin posibilidad de lazar estrellas o dejarnos mojar por chisguetes de luz invernal.
Nos gusta beber y torear autos, llenar de blueses la noche
José Cruz
El 12 de diciembre de 1985 es o debería ser, un fecha muy importante para el desarrollo del blues en México, en esa fecha se registró el primer concierto, oficialmente, del grupo Real de Catorce en Rockotitlán, en la Ciudad de México.
Sin temor al error podemos señalar a Real de Catorce como la primera asociación musical mexicana destinada a tocar blues, el rock siempre ha estado presente en México y se ha visto favorecido por el gusto de un sector muy grande de la población, si bien, no podemos generalizar, sin duda podemos afirmar que el rock, en cualquiera de sus diferentes manifestaciones se ha convertido en patrimonio de la cultura popular mexicana. Pero con el blues no sucede lo mismo, aun cuando este género musical es el antecedente histórico del rock, Otis Span solía decir que el blues tuvo un hijo que se llamó Rock & Roll, esto es inobjetablemente cierto, pero en nuestro país no ha encontrado un desarrollo favorable, y aunque hay una buena cantidad de bandas de rock con una incuestionable base en el blues como son, por ejemplo, Peace & love, White Ink, aunque un poco después asumieron y aceptaron su mexicanidad para rebautizarse como Tinta Blanca, El Ritual, los Dug Dugs , el Pájaro Alberto, que aunque se ubicaba más en el contexto del folk, no menospreciaban en absoluto el blues, o el antiguo Three Souls in my Mind antes de que Alex Lora agotara su ya de por sí desgastado discurso musical. Todos estos grupos partían del blues para terminar hospedándose en los intrincados, largos y sinuosos caminos del rock, pero ninguno de ellos abanderó su propuesta musical desde las más profundas raíces del blues, México no contaba con una agrupación que surgiera del blues y que buscara su destino en esos mágicos sonidos de la región del Delta del río Mississippi.
En el verano de 1985 Real de Catorce era sólo el grupo de apoyo de la cantante Betsy Pecanins, una vocalista cuyos intereses en el blues eran por demás evidentes, aunque con frecuencia solía distraerse con otros lenguajes musicales, no digo que esté mal, claro que no, sólo señalo este hecho. El guitarrista principal de Real de Catorce era un extraordinario músico afroamericano llamado Wright Carroll y eran un grupo de facultades y posibilidades incuestionables, pero eran sólo el grupo de Betsy, nada más, ella era la estrella, todo giraba en torno a su voz.
Yo no sé qué pasó, y la verdad es que tampoco estoy interesado en saberlo, en alguna ocasión tuve la oportunidad de entrevistar a José Cruz de Real de Catorce allá por el 87 y siempre evadía cualquier comentario referente a Betsy, y ella, por las mismas, optaba por cambiar el tema cuando la entrevisté en 1997. El hecho es que para diciembre de ese mismo año, hablamos de 1985, Real de Catorce era un cuarteto de blues que funcionaba por su propia cuenta, se habían emancipado del tutelaje de la Betsy y buscaban abrirse camino por su propia cuenta y sobre todo, con una propuesta muy solvente, tocaban blues en español, algo que parecería imposible, sobre todo si solemos apreciar el arte con una visión estrecha y miope; pero además de lo improbable que resultaba el blues cantado en español, las letras escritas por José Cruz resultaron un delicioso bálsamo que enriqueció mucho la propuesta de Real de Catorce, las letras de sus canciones, verdadera poesía, eran en sí mismas un atractivo independiente de la música, que por otro lado era muy ambiciosa y rica den propuesta. Real de Catorce desechó desde el inicio de su carrera todo facilismo vulgar y conformista, no se trataba de colocar éxitos en la radio comercial ni de lograr ventas millonarias de sus discos, eso está bien en tanto no se atente en contra de la honesta creatividad artística, y esa fue justamente la prioridad para Real de Catorce, por eso, entre otras cosas, se han inscrito en la inmortalidad.
Originalmente Real de Catorce estaba integrado por Fernando Abrego en la batería, Severo Viñas en el bajo, que poco tiempo después dejó el grupo para sumarse al proyecto de Aleación 0720, José Iglesias en la guitarra, para mi gusto, uno de los mejores guitarristas mexicanos dentro de este contexto musical, y José Cruz en la armónica, letrista y voz. Después vinieron cambios, muchos, no quisiera ocuparme de estos asuntos, ni del desagradable litigio emprendido por algunos miembros del grupo en contra de José Cruz por salarios caídos después de que el problema de esclerosis múltiple que padece desde el 2005 se complicara al extremo de llevarlo a una silla de ruedas y pegado a un tanque de oxígeno. El espacio es corto y prefiero seguir compartiendo contigo la cuestión estrictamente musical.
Como te decía, es el único grupo al que podemos reconocer con todo merecimiento como una entidad estrictamente de blues sin algún otro calificativo que suavice o haga más ecléctica su postura musical, nada de eso, Real de Catorce es una banda de blues, así, sin mayores complicaciones e incluso en estos días, en los que José Cruz está tan limitado físicamente por su enfermedad, el blues y la poesía siguen fluyendo con la misma naturalidad que hace 30 años, finalmente el blues no es como el rock, no se transforma, solo existe, sigue existiendo, así, sin más…