Ciertamente, y para referir aquel apotegma partidista que llevó a un mexicano a la primera magistratura del país, no soy el mejor ni el más indicado para proclamar esta causa, probablemente sí me pueda contar entre los más idóneos, para prestar mi voz, dar mi voz, proclamar mi voz por el inaplazable pronunciamiento de carácter histórico de preservar, proteger, fortalecer y redimensionar el invaluable monumento histórico que es el Antiguo Puente San Ignacio, infraestructura urbana de la histórica vialidad también llamada Antiguo Camino a San Ignacio que transcurría, por el poniente de la ciudad, conectando el Cerro de la Grasa -promontorio elevado por los desechos minerales del horno de la Fundición, propiedad de Smelting Company, Inc.- con el poblado de San Ignacio, y que también deriva a la delegación Pocitos del municipio capital.
Ensayos de construir un equipamiento pontal alterno ya se han hecho, de los que fue una furtiva muestra el moderno puente paralelo sobre su mismo cauce, levantado en sus inmediaciones, allá en las postrimerías de la administración del gobernador ing. Miguel Ángel Barberena Vega, cabe la conducción cuidadosa y científica -tengo probada constancia de su capacidad profesional- de mi amigo y condiscípulo preparatoriano otrora secretario de Obras Pública, ing. Marciano Padilla, cuya arquitecta jefa de obras de dicha infraestructura afrontó la infausta e ignominiosa circunstancia de que los mismos días en que había instruido y practicado el vaciado de cemento de tan indispensable equipamiento urbano, se abatió un excepcional e inédito meteoro torrencial bajo el cielo claro de Aguascalientes que, de aquellos suelos áridos y el cauce pedregoso, desértico y polvoriento del Río San Pedro, generó un imponente torrente embravecido de aguas turbulentas que se salió de madre y embistió la osada y naciente infraestructura pontal, deslavándola hasta su mismo esqueleto. No sé cuántos millones de pesos del erario público se fueron por ese mismo cauce, pero lo cierto es que dejó un agujero negro en las arcas estatales que impidió y, por lo visto, ha impedido reintentar obra tan dolorosamente deslavada, como indispensable e inaplazable. Aquel heroico Antiguo Puente, quedó inhiesto, incólume, añoso, y como orgulloso roble sigue de pie.
De aquel incidente ya pasaron bajo el puente de tres hermosos arcos de piedra y mampostería, 22 años. Y a la distancia, lo que salta a la vista es el progresivo deterioro causado por el tiempo, sí, pero también por el uso intensivo, abusivo y descuidado de tránsito vehicular, que está minando sus aparentemente inconmovibles bases centenarias.
En opinión del investigador Miguel Ángel Soto Zamora, alertó que estaría: – En riesgo de colapsar el puente de San Ignacio. Señaló que dicha estructura ha estado descuidada desde los años setenta u ochenta, la mampostería vieja con la que cuenta éste, no tiene palabra de honor, puede fallar en cualquier momento, está recibiendo cargas para las que no fue diseñado; por lo que sugiere la construcción de un puente alterno. “Es un puente que data su primera etapa constructiva de 1747 a 1797 aproximadamente, pero aun así tiene muchas patologías que si no se atienden a tiempo pueden llevarlo al colapso”, indicó el investigador en materia de Ingeniería Civil. Destacó que el crecimiento de la ciudad se está dando hacia el poniente, zona donde se encuentra dicha estructura y ante la falta de atención al puente de San Ignacio cada vez el problema vial va a ser mayor; “va a estar sometido a mayores cargas, entonces, si bien en la actualidad las patologías que presentan no son suficientes como para que lo pongan en riesgo de manera inmediata es probable que en un futuro si no se atienden va a tener problemas serios”. (Nota periodística: El Heraldo, Local, viernes 22 de noviembre, 2015).
(Ricardo Serna).
El mismo investigador indicó: “además que las condiciones de la estructura vial son un problema social, ya que ese puente no está diseñado para soportar las cargas de los vehículos, lo ha hecho gracias a la buena construcción con que fue realizado, sin embargo, no están diseñados y al no contar con esas características, poco a poco los materiales se van a ir fatigando y puede ser que en un futuro a medio o a largo plazo tenga un colapso”.
En sesión ordinaria, hará cosa de dos meses, del Consejo Consultivo del Implan, del municipio de Aguascalientes, a la que me tocó el honor de asistir, se estaba desahogando el tema principal del orden del día referente al estado actual y desarrollo del programa de obra pública que incluía una descripción precisa del camellón de la Alameda, tomé la palabra para señalar que hay varias ciudades importantes del país que están y se muestran orgullosas de su patrimonio histórico y arquitectónico. Como es el caso del estado de Querétaro que, aparte de su famoso acueducto, invita a visitar la multivisitada Peña de Bernal, que se ha ido convirtiendo en destino turístico obligado de esa entidad; y se tiene a tan majestuoso monolito como un sitio de venerada atribución energética natural. En el mismo tenor, comenté palabras más, palabras menos- no sé si sea romántico pero me parece que el Puente de San Ignacio es un monumento histórico digno de proponer como un enclave urbano digno de orgullo, aprecio y especialmente cuidado. -A lo que, por cierto, intervino de inmediato el dr. Andrés Reyes, catedrático historiador e investigador de la UAA: – Nada de romántico, es uno de nuestros monumentos arquitectónicos que debiera ser tenido como de gran valor histórico, digno de preservación y cuidado, so pena que su deterioro sea irreversible.
Se continuó comentando que los nuevos desarrollos inmobiliarios en esa zona precisa del poniente de la ciudad están provocando una afluencia inusitada y masiva de vehículos que, por ahora, no tienen otro punto de desahogo hacia la intersección con el segundo anillo, que no sea por el cruce preciso del Antiguo Puente a San Ignacio. Y, por si fuera poco, también el área se ve señalada por la ubicación de esa otra maravilla ambiental, señalada como el Foco Tonal, como caprichoso hallazgo de un supuesto portal energético que nos está heredando el Universo, cito aquí en nuestra patria chica.
En fin, esta zona clave de la ciudad de Aguascalientes merece atención inmediata, principalmente por parte de nuestras autoridades local y estatales, pero también del concurso de investigadores en participación multidisciplinaria, como urbanistas, arquitectos, historiadores, antropólogos, sociólogos, ambientalistas, comunicadores, empresarios turísticos, inmobiliarias, etc, etc. Sueño el día en que esta zona rivereña del río San Pedro, se transforme en un jardín perfumado con paseos bordeados de pirules, mezquites, huizaches, algunas cactáceas y alfombras de pastos nativos, que sean el orgullo de nuestra ancestral ciudad que rinde justo y merecido tributo a su legendario puente de piedra. A sabiendas y con todo respeto de que ciertamente no soy yo el mejor ni el más indicado, pero sí probablemente quedaría entre los más idóneos para lanzar este mensaje de alerta y, ojalá, impulsar con todos los ciudadanos que aman esta bella ciudad de Aguascalientes, esta noble y digna causa de #Yo Soy Uno+ X el Puente San Ignacio.