Estimado doctor Enrique Graue Wiechers, bienvenido a su encargo como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), menuda encomienda que tiene por afrontar, no sólo la comunidad universitaria, sino toda la sociedad mexicana esperan de usted una labor intachable, coherente, ejemplar, pero sobre todo comprometida.
Usted bien lo apuntó en su primer discurso como rector “hoy recibo la responsabilidad de conducir a la mejor institución de educación superior de México” y claro, lo que esto conlleva, es decir a sus egresados, mismos que forman parte de nosotros, que construyen día a día, que proponen, que curan, que comunican, que organizan, que educan, que hacen patria.
“Un país sin educación no tiene futuro”, dijo usted, cuál es su propuesta para hacer de este México una nación con futuro. Como máxima casa de estudios, completamente autónoma tiene la obligación moral de marcar la pauta de la exigencia y el ritmo que necesitamos para salir adelante, construyendo un pilar que se llama educación. Si bien la Secretaría de Educación Pública (SEP) fracasa constantemente en sus intentos por reformar la educación, aún tiene la responsabilidad de formar individuos con alto sentido de la responsabilidad, con el conocimiento necesario para poder acceder a niveles de educación superior con el fin de generar un bienestar social que permita a los habitantes de esta hermosa tierra valerse por sí mismos, satisfacer todas sus necesidades y por consiguiente posicionar a México como una sociedad verdaderamente emergente. La educación es, pues, la base para el crecimiento económico, del bienestar social, en ella encontramos los principios de equidad, los valores, el desarrollo de la ciencia, el conocimiento de la historia y la raíz de los mexicanos.
Señor rector, acerque a sus estudiantes a la docencia, a la extensión y a la investigación. Ponga de ejemplo a los Pumas para que el resto de las instituciones se comprometan a moldear profesionistas calificados, pero también personas íntegras. Hágase de los mejores docentes, prepárelos para estar frente a grupo, ofrézcales las herramientas para poder transmitir el conocimiento pero también para formar mexicanos ejemplares, que no haya cabida para los docentes que buscan un empleo mientras encuentran otra opción laboral, no les abra la puerta a aquellos profesores soberbios, viciados, contagiados por el sindicalismo nacional, cerrados a las nuevas tendencias del aprendizaje, que el constructivismo llene las aulas y que el conocimiento ronde por las butacas. Deje que la extensión de los servicios llegue a la sociedad en general, comparta el arte, la ciencia y la tecnología, el deporte y la cultura, hágase de candidatos a formar parte de la matrícula universitaria mucho antes que las nuevas generaciones caigan en conciencia que la UNAM está ahí, lista para recibirlos. Como lo apunté párrafos arriba, marque la pauta para que las instituciones particulares de educación superior sigan sus pasos, estén a la altura de sus estudiantes y así la población se verá beneficiada, logrará que apaguemos la televisión, que utilicemos las redes sociales para coadyuvar a la adquisición del conocimiento, que la violencia disminuya, que los empleos sean mejor remunerados, que nuestros habitantes caigan en conciencia que el cambio está en nosotros y no en las decisiones de la esfera política.
No deje de impulsar a la investigación, muchas son las metas que se han alcanzado no sólo en el ámbito nacional, también en escenarios internacionales.
La formación y la educación son responsabilidades compartidas, usted apuntó que existe un legado de imaginación y esperanza, de dedicación al trabajo académico y a México, nutramos nuestra imaginación para encontrar la respuesta a muchos de nuestro pendientes, hagamos del trabajo académico un pilar que sostenga el desarrollo social entre nosotros. “La inseguridad, en sus diferentes manifestaciones, campea en el país. Sería de extrañar que en nuestra casa de estudios, que es y seguirá siendo un espacio abierto no existan problemas de seguridad”, apuntó. Estamos viviendo un capítulo más de una lucha racial, de grupos sociales bien definidos que pretenden exterminarse entre sí, de violencia sin sentido y de víctimas atrapadas en el juego del poder. No somos la excepción, ni estamos exentos a hechos como los que ocurrieron en el viejo continente el pasado viernes. Evitemos el “ojo por ojo, diente por diente”, es imperdonable cómo una sociedad tan avanzada y desarrollada como la francesa responda con ataques bélicos hacia los supuestos responsables de los hechos terroristas. Qué me dice del ámbito local, mexicanos contra mexicanos, que bueno que nos solidaricemos con los franceses como ellos se solidarizan con las víctimas de Tlatlaya, Ayotzinapa, Ciudad Juárez, Michoacán, Guerrero, entre otras localidades de nuestra patria.
Es buen tiempo para cambiar el rumbo, para voltear a las aulas y buscar la respuesta en los jóvenes pero sobre todo en sus docentes, es las instituciones. Apoye, querido rector, sume, integre, comparta, ayude al crecimiento del resto de las instituciones. Tiene la batuta, es el líder, es quien marcará la pauta, como dice el lema de mi casa de estudios, “por siempre responsables de lo que se ha cultivado”, de esos estudiantes que pronto serán las personas que lleven la rienda y tomen decisiones, responsables de egresarlos e insertarlos en la sociedad.
Bienvenido, doctor Enrique Graue Wiechers, estamos esperando de usted su mejor esfuerzo, cuente con nosotros, con todos y cada uno de los mexicanos comprometidos con sacar adelante nuestro país, le apostamos a la educación, a la información, pero sobre todo a la verdad. Ya lo dijo Vasconcelos “Por mi raza hablará el espíritu”.
@ericazocar