Los mexicanos estamos expectantes ante los resultados de los proyectos que nos dijo el Gobierno de la República serían el motor del despegue de nuestro país a mejores niveles de vida, y que nos insertaría en el grupo de las naciones más competitivas del mundo. Sin embargo, la preocupación nos embarga, pues hemos visto que, una tras otra, las acciones anunciadas se van cayendo, colapsadas por el entorno económico, tanto interno como externo, y por no haber sido concebidas de manera realista, y veamos, una a una, lo que ha sucedido y lo que creemos sucedió.
Se anunció que en virtud de la situación económica del país, y de los problemas que se prevé a futuro sucederán, que presentarían ante el Congreso de la Unión un presupuesto “cero”, lo que quiere decir que se partiría de cero en cada uno de los rubros para reordenar las finanzas del país, y así racionalizar el gasto, y evitar el dispendio y la corrupción que ha llegado a niveles que ponen en riesgo la estabilidad del país. Pero lo que sucedió fue que se presentó un presupuesto igual a los anteriores, solo con un recorte de 122 000 millones de pesos. Y aún así este pasa de cuatro billones de pesos, con el agravante que por la quiebra de Pemex, ahora la mayor parte de dicha cantidad la pondrá el pueblo a través de sus impuestos; y hablamos de más del 60%, lo cual provocará que el año que entra la falta de liquidez sea la constante, con la consecuente desaceleración de la economía. O sea que no hubo presupuesto cero como se ofreció.
Por otro lado se nos dijo que la Reforma Energética sería el motor que nos llevaría a la modernización, y a que los precios de los energéticos bajarían; sobre todo que Pemex y CFE pasarían a ser empresas de orden mundial y que la inversión extranjera llegaría a raudales. Ninguna de las dos cosas sucedió. Y ahora nos encontramos con una realidad catastrófica, pues ambas empresas presentaron sus estados financieros a la Bolsa Mexicana de Valores y el panorama no puede ser más desolador. Pemex reconoce haber perdido 352 810 millones de pesos en nueve meses. Comparado con los resultados de 2014, es un 138.4% más. La CFE reconoce que sus ingresos cayeron 9.3%, que equivale a 24 000 millones de pesos en el mismo periodo.
En otro orden de cosas, reconocen ambas empresas que sus pasivos actuales son de 4 billones 362 000 millones de pesos, más que el presupuesto nacional de 2016, pero no sólo eso, nos dicen que sus pasivos laborales, presentes y futuros, con los trabajadores sindicalizados, de confianza y jubilados, a septiembre, son de 2 billones 101 000 millones. Todo esto en un entorno que no puede ser más negativo.
Y ahora nuestro principal cliente, los Estados Unidos, ha pasado de importador y ya está exportando, pues ha logrado extraer suficientes hidrocarburos para su consumo y tener excedentes. En México, la mayoría de la extracción de petróleo es del tipo pesado, y para las refinerías nacionales se necesita del tipo ligero, así que ahora vamos a mandar crudo pesado y a traer crudo ligero, pagando la diferencia, pues el ligero es más caro. Se importarán 75,000 barriles diarios durante un año y después a negociar de nuevo.
Por otro lado el Banco de México nos dice que la devaluación del peso frente al dólar nos beneficia, pues somos más competitivos para poder exportar, pero se le olvida que importamos más de lo que exportamos, y una muestra de esto es que dentro del reporte de Pemex dice que tuvo una pérdida por la devaluación por 136 269 millones de pesos, y por parte de la CFE fue de 33 625 millones de pesos. Si eso le pasa a las dos más grandes empresas de nuestro país, que tienen asegurado su mercado. ¿Qué estará pasando con las empresas que tienen que importar insumos y que tiene una competencia muy fuerte dentro del país?
Por ello la pregunta es: ¿Qué sigue? Y si es así como se están manejando las finanzas del país, creo que no nos espera un futuro mejor al que estamos viviendo. Y conste que nos dijeron que eran mejores que los que manejaron el país los dos sexenios anteriores.