- González Serna tuvo charla con jóvenes empresarios de la localidad
- El exdiputado además pidió preparación continua y honestidad en los negocios
El exdiputado federal José Ángel González Serna se reunió con jóvenes emprendedores en el Teatro Morelos con motivo de exponer vivencias del ambiente empresarial. En el oficio, destacó, es de primera importancia no bajar los brazos a pesar de las malas rachas: “En la vida como en los negocios, si queremos llegar a la cima, hay que dar más del cien por ciento, hay que ponerle corazón, todas las agallas y las capacidades de liderazgo para llegar al objetivo”.
Los primeros centavos que llegaron a su bolsa, relató a los convocados por la Confederación Patronal de la República Mexicana, fueron empleados en una deuda familiar, pagada con las propinas del trabajo en el primer supermercado que hubo en esta capital.
El panista insistió en que la vida es para conducirse con principios éticos: “Los fracasos son lecciones. Si ustedes cada fracaso que tengan, porque les aseguro que los van a tener, no los convierten en lecciones, tendrán un doble fracaso. Los fracasos son los escaños al éxito, nadie llega a la cima si no cae varias veces”. Además aconsejó la lectura de El lado positivo del fracaso, de John Maxwell.
Al principio González Serna no tuvo suerte en los negocios. Antes de partir a Monterrey para estudiar un posgrado quebró con la engorda de cerdos y enseguida con la venta de lácteos y embutidos: “Aquí viene una segunda lección en mi vida empresarial: continúen preparándose, en uno de sus libros Robert Kiyosaki dice que el empresario al menos una vez al año debe tomar un seminario o un diplomado. Eso los mantendrá siempre a la vanguardia de los negocios”.
Tres meses antes de concluir el posgrado, y de nueva cuenta en Aguascalientes, tuvo el primer y único empleo en Pasteurizadora San Marcos, donde trabajó como gerente a los 25 años.
El ambiente de oficina no era propio para el futuro político, por lo que volvió a independizarse mediante la ejecución de espectáculos. La primera parte de esta faceta fue fructífera, pero la estelar presentación de José Luis Rodríguez el Puma en la Plaza San Marcos terminó por dejarlo en la ruina total. La inexperiencia se dejó notar en su máxima expresión.
A invitación de un amigo, González entró al negocio de los textiles, donde prosperó de a poco, después de vivir por meses en el Distrito Federal: “Que su palabra siempre valga, que sean empresarios honestos, que en el medio en el que se desenvuelvan los vean como el empresario que cumple sus compromisos. Esto les abrirá las puertas de lo que se puedan imaginar. Un amigo judío me dijo: primero paga a tus proveedores y después retira tus utilidades. A mí me ha funcionado”.