Ha sido imposible para Tlacuilo publicar su columna las últimas semanas debido al intenso trabajo que hemos tenido con los Amigos de Jesús Terán, pero ahora lo hacemos aprovechando que en una de sus recientes charlas cívico-culturales se trató el tema del pensamiento crítico, expuesto de manera espléndida por los maestros en filosofía María Isabel Cabrera Manuel y Pável Ernesto Zavala Medina.
El propósito que perseguimos es el de contribuir a estimular el ejercicio de la crítica desde el trabajador más humilde hasta el más encumbrado académico, pues en todos los medios existen numerosas personas que no ejercen sus responsabilidades ciudadanas.
El caso es que yo recordaba un artículo admirable con el título que hoy utiliza esta columna -escrito por mi querido y recordado maestro de Doctrinas Políticas y agudo periodista Rubén Salazar Mallén- que leí en el diario El Día de la ciudad de México allá por 1960 y que reproduje por primera vez en el número uno de la revista Cátedra, órgano de difusión independiente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes el 24 de junio de 1975.
Ahora que lo localicé lo reproduzco una vez más -gracias a la hospitalidad de La Jornada Aguascalientes– por tratarse de una creación magnífica de carácter lógico y ético aplicable a todos los campos de la vida. Le invito a disfrutarla y reflexionar sobre su profundo contenido:
La función de la crítica
por Rubén Salazar Mallén
La crítica no es solo un derecho, sino, sobre todo, un deber, siempre y cuando se entienda correctamente que crítica es la aplicación de un criterio a determinados hechos o situaciones. Si la aplicación de ese criterio es adversa o favorable, eso en nada afecta a la actitud crítica.
Es en ese sentido que la crítica resulta un deber, mucho más que un derecho. El gobierno es la dirección de la colectividad, y si esa dirección no merece ser aprobada es una culpa no decirlo, pues los ciudadanos son los primeros interesados en que la dirección de la sociedad sea acertada.
Este acierto no se consigue, claro está, prodigando alabanzas a los funcionarios encargados de la dirección. La lisonja impide ver la realidad, y el que se desata en alabanzas es por lo general un enemigo de la sociedad y de aquellos a los que alaba. Pues el efecto de elogiar, o mejor de halagar, aparte de que casi siempre tiene por objeto obtener beneficios, adormece y embota a los que reciben el elogio o el halago.
Nada hay peor que el elogio injustificado o la alabanza gratuita. Por eso, practicarlos, es ocasionar daño. El que los practica suele decir que su actitud es “positiva”; pero nada hay más negativo que la alabanza sin fundamento, esa que es el alma de la adulación.
En cambio la crítica llamada por lo común “negativa”, es benéfica siempre, aun cuando sea injusta o violenta. El que así es criticado, se ve en la necesidad de poner atención en sus actos, en ejercer vigilancia sobre su conducta, y, si tiene conciencia, en corregirla o mejorarla, si ello es necesario, o en ratificarla y defenderla, si la juzga buena.
Alguien puede pensar que la crítica “negativa” hecha a quien se esfuerza sinceramente y acierta, es un modo de provocar desaliento. Pero el que se desalienta al impacto de la crítica “negativa”, da indicio de inseguridad o de no tener noción muy clara y muy firme de lo que hace.
Los funcionarios a quienes enfurece la crítica nunca merecieron ser ciudadanos y están traicionando su función.
Finalmente, aprovecho la oportunidad para informarle que la actividad de los Amigos de Jesús Terán correspondiente al martes 8 de diciembre consistirá en su primera Asamblea General que se desarrollará, como siempre, en la sala de conferencias Alfonso Esparza Oteo de la Casa Terán en punto de las 7:00 pm.
Le invitamos a asistir y enterarse de lo que hemos hecho, de lo que tenemos la intención hacer y a participar activamente si coincide con nuestro propósito, que no es de lucro sino de beneficio colectivo; lo que aportamos es trabajo, no dinero.
“Por la unidad en la diversidad”
Aguascalientes, México, América Latina