La cultura musical de México es tan extensa y variada como su misma geografía, eso hace verdaderamente difícil determinar exactamente qué podemos entender por música mexicana o, más complicado aún, ¿cuál es la auténtica música mexicana? Hace años, 25 o 30, no sé, tuve la oportunidad de conocer y convivir algunos días con tres jóvenes británicos, londinenses para mayor exactitud. Fue en la ciudad de Guadalajara en donde yo me encontraba unos días de vacaciones y, claro, el inevitable tema de varias de nuestras amenas conversaciones fue la música. En algún momento ellos me preguntaban acerca de cuál es la auténtica música mexicana, lamentablemente en el extranjero siempre se tiene al mariachi como la primera y principal experiencia de la música de México. Hice mi mejor esfuerzo por hacerles entender que México es mucho, mucho más que eso, y que en México como en cualquier país europeo existe también una sólida cultura de la gran música de concierto que es tan mexicana o más que el multicitado mariachi, y de la que estamos profundamente orgullosos. Entonces me puse a platicarles de Carlos Chávez, de Ponce, tan nuestro, de Blas Galindo, de José Pablo Moncayo, por supuesto de Silvestre Revueltas, para tu servidor, el mejor compositor mexicano, en fin, además de toda la extensa lista que les propuse de algunas buenas bandas de rock nacionales, aunque sobre este asunto fui más mesurado y discreto, finalmente, como ingleses que son, el rock les corre por las venas, cierto es que los británicos no inventaron el rock, pero sí lo perfeccionaron.
En fin, el punto es que el repertorio que la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes ejecutó el pasado viernes 20 de noviembre en el concierto de música mexicana posrevolucionaria fue uno de los mejores ejemplos de la auténtica música mexicana, ¿estás de acuerdo conmigo que para vibrar de emoción nacionalista no necesariamente hay que estar gritando con un mariachi, con una botella de tequila en una mano y una pistola en la otra?
El sexto concierto de temporada inició con Cuauhnáhuac de Silvestre Revueltas, continuó con un boceto sinfónico estructurado entre partes: Primavera, Nocturno y finalmente Canto y Danza de Manuel M. Ponce, llamado Chapultepec, una obra musical de evidentes y elocuentes características descriptivas por lo que lo podríamos considerar como un poema sinfónico. Después, del maestro José Pablo Moncayo, escuchamos una exquisita ejecución de la Sinfonietta, la más joven de las cinco obras que formaron este programa, La Sinfonietta de Moncayo es de 1945, mientras que todas las otras partituras están fechadas en los años 30.
El maestro Revueltas, quien tuvo el compromiso de dirigir este programa, omitió el intermedio para continuar inmediatamente después con el poema sinfónico: Las Pueblerinas de Candelario Huízar, para terminar, conforme lo programado, con una de las obras que más dignamente representan la auténtica cultura musical mexicana, la Sinfonía India de Carlos Chávez, con una extraordinaria ejecución del maestro Revueltas, quizás con un tempo ligeramente acelerado, si nos ponemos ortodoxos, pero con una intensidad que hizo por demás justificable el tempo de nuestro director, entiendo que era muy difícil lograr esa intensidad, esa catarsis, a un tempo más lento, extraordinaria ejecución.
Lamentablemente la acústica de Palacio de Gobierno no es la mejor para disfrutar dignamente de una buena audición musical, el domo que recientemente fue colocado cumple sin duda su función, pero afecta sensiblemente la acústica, claro, lo entiendo, este lugar no está diseñado para conciertos, aunque se puede adaptar si la situación lo amerita, recientemente ha sido la sede de nuestra sinfónica para sus presentaciones en el programa cultural de la Feria Nacional de San Marcos y siempre con una muy favorable respuesta del público, pero no me parece el sitio adecuado para presentaciones de la OSA en un concierto de temporada, como ya lo hemos apuntado, la acústica no es la mejor y el rebote de sonido es inevitable. El tambor, por ejemplo, colocado debajo de los arcos, reflejaba el sonido de una manera muy intensa, pero con eco que demeritaba mucho la ejecución.
Creo que todos los que gustamos de la gran música de concierto y que apreciamos en todo lo que vale nuestra sinfónica estaremos de acuerdo en la imperante necesidad de que nuestra máxima entidad musical cuente con una casa propia de la que no tenga que salir ante cualquier eventualidad, espero realmente que esto suceda pronto, nuestra orquesta merece un trato digno y seguramente a esto se refería el maestro Luis Herrera de la Fuente cuando dijo que la sinfónica, la nuestra, es una pieza de cristal cortado y que merecía un sitio digno para que pudiera lucir con toda su grandeza y esplendor.
Volviendo a la música que escuchamos en este sexto concierto de temporada, fue en realidad un programa que dignifica la música mexicana, esta es la música de la que yo, como mexicano, me siento muy orgulloso, no son himnos al machismo ni al vicio, sino una expresión musical que surge de las mismas entrañas del pueblo y que son la más grande representación del nacionalismo musical mexicano, así que cuando algún extranjero te pregunte por la verdadera música mexicana, no dudes, amigo melómano, en mencionar este repertorio, efectivamente, esto también es México.
El próximo viernes se cierra la cuarta temporada con un concierto de música contemporánea: El llanto de Shofar de Georgina Derbez, el Concierto para Violín de William Walton, con la participación solista de Marta Magdalena Lelek. En la segunda parte escucharemos la Sinfonía No.1 del francés Henri Dutilleux, la dirección estará a cargo del maestro Román Revueltas. La cita con su majestad la a música es el viernes 27 de noviembre a las 21:00 en el segundo patio de Palacio de Gobierno, esto si no hay cambios de última hora. Por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario.
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