Este es el Ser sin rostro, es la imagen de un separador de libros. Si se fijan, sobre su rostro, que no es un rostro en sí sino una máscara, descubrirán un nombre: The Mountain with Teeth, la montaña con dientes. ¿Qué come una montaña con dientes? De entrada, supondríamos que carne, digo, por aquello de los dientes, pero como no me queda claro si tiene caninos o sólo molares, podría decir que come piedras o gemas, pues puede triturarlas y hacerse cada vez más grande. Claro, dirán que las montañas no comen, propiamente dicho. No podría afirmarlo, creo que es una respuesta que el Ser sin rostro podría responder porque él ahí vive. No está solo, coexiste con otros personajes: el Capitán Depresión, el Señor Cocodrilo, un pingüino, sirenas, fantasmas, calaveritas y una Alejandra. Bueno, Alejandra vive y no vive ahí, a veces está allá y otras veces acá. Cuando está aquí se llama Alejandra Elena Gámez, cuando está allá es la creadora de The Mountain with Teeth, un libro de viñetas, un concepto, un mundo paralelo que muchos habitamos como lectores y que muchos deberían conocer, para reconocerse, para autoconocerse.
Conocí las viñetas de Alejandra por Facebook. Por ella, conocí lo que es la Fondeadora: un sitio en internet donde creadores diversos buscan fondear sus proyectos para llevarlos a cabo. Las aportaciones son variadas, pero accesibles para casi cualquier bolsillo. Tuve la mala suerte de tener mi paypal indispuesto cuando quise “fondear” por primera vez. Para cuando pude, la fecha del proyecto de Gámez había expirado. Sí, hay una fecha tope para juntar el dinero. Lo bueno fue que Gámez logró fondear su proyecto y publicar el primer número de The Mountain with Teeth. Este año acaba de salir el segundo libro de la serie.
No soy experta en cómics, soy un lector simple: me gusta, lo leo. Y digo que algo me gusta cuando descubro un sello personal, algo que hace a las creaciones de cada comiquero inconfundibles. Cuando veo al Ser sin rostro digo “es de Gámez”. Las viñetas tienen sabor, y hay sabores que me gustan más que otros, porque son compatibles con la mesa imaginaria que pongo cada día. Gámez me ofrece esos sabores.
Los cómics siempre han tenido un nicho algo escondido en nuestro país. Hay eventos, convenciones y lugares donde los ilustradores pueden tener stands para vender sus productos. Pero en realidad deberían poder ofrecer su producto a más gente: de distintas generaciones e intereses, gente que no sabe a dónde ir para conocer estos trabajos, o bien gente que no sabe que las viñetas de los mexicanos son coleccionables. Todos, lectores o no lectores, deberíamos tener la opción de buscar nuestro cómic, nuestras viñetas. La comunión entre la gráfica y las palabras que sea el maridaje perfecto en nuestras mesas imaginarias. Para ello necesitamos conocer el menú y creo que hace falta que esté más disponible. Lo sé, las redes ayudan mucho, pero no todo mundo tiene internet ni todos tenemos conocidos tan variados que nos llevan a creadores diversos.
Como dice mi separador, yo me he encontrado en el trabajo de Gámez. Ya estoy construyéndome un bonito estudio en The Mountain with Teeth. Creo que viviré ahí todo diciembre, me tomaré unas vacaciones de varias cosas, incluidas estas minutas. Ya regresaré a desear Feliz Año Nuevo. Por supuesto que invitaré al Ser sin rostro a comer, aunque no sé si coma, si no tiene boca. No importa, ahí todo puede ocurrir. Busquen a Gámez, encontrarán muchas respuestas: conozcan gente de otro sabor, reconozcan a otros que podrían vivir en esa montaña. Entiendan, descubran, maravíllense.