La noche anterior programó las actividades del día siguiente. Se levantó tarde. Desayunó azufre. Mandó saludos a sus adversarios. Guardó en la billetera los devaluados pesos. Salió a media mañana de su hogar-dulce-hogar. Se dirigió al tianguis para comprar los objetos con que adornaría su altar de muertos: cerillos, velas, calaveritas de azúcar, cañas, flores, mezcal, botana y un churrito de mariguana por si se llegara a legalizar su consumo recreativo.
En uno de los puestos, el dueño platicaba del huracán Patricia. Alarmado escuchaba en la radio de la aldea al merolico que vaticinaba que después de tanto tijeretazo de agua con vientos de más de 300 kilómetros por hora, México quedaría como esas faldas que usan las polinesias para bailar el hula kahiko en el Parque Nacional de los Volcanes de Hawai; Aguascalientes se encogería, ahora sí, al tamaño de un Pequeño Gigante; y el Registro Civil registraría en sus libros el saldo de la tragedia: once mil muertos… de hambre en los mojados panteones municipales.
Presa del espanto, concluyó rápidamente las compras. Caminó hacia donde estaba su automóvil. Encendió el motor. Sintonizó la estación de radio para seguir consumiendo una buena dosis de adrenalina. Enfiló al averno, su lujosa casa. Al llegar abrió la cajuela. Agarró las bolsas de plástico color azul. Se deslizó por el rápido tobogán. Abrió el portón metálico. Moviéndole la colita lo recibió Cerbero, el can de las tres cabezas en la mitología griega. Puso a funcionar la caldera. Le pareció que 900 grados centígrados eran suficientes para quitarle a su cuerpo la temblorina propiciada por la alarmante noticia, la alterada presión arterial y el retumbar de su agitado corazón.
Después de darle vida a su altar de muertos, el enemigo de Dios quedó reducido a un parroquial Nini. Largas horas de apanicada espera le fueron suficientes para mirar orgulloso el diploma que le acreditaba como el honorable Señor de los Amparos y recordar el dicho varias veces escuchado a la autora de sus días: la ociosidad es la madre de todos los vicios.
Sacó del armario de la abuela el peligroso trinche. Afiló las cuatro púas hasta dejarlas puntiagudas. Después le pasó el sacudidor. Lo limpió de cabo a rabo con agua sin bendecir. Secó el largo instrumento. Y le aplicó unas gotas de Brasso para eliminar las manchas dejadas por anteriores travesuras.
Pasada la tormenta y restaurada la calma, El Diablo prendió la computadora de la famosa manzanita. Se puso a escribir -redactar es otra cosa- el pronunciamiento político en las redes sociales para clavarle el trinche a su examigo, al correligionario por mandato judicial, que la Wikipedia describe en forma por demás lúdica, quizá con demasiada “ternurita”, como… un hombre nacido en el campo, en una población llamada (Santa María de los Ángeles, Jalisco, 25 de junio de 1967), en el estado de Jalisco; en una familia de 10 integrantes, donde todos debían trabajar para poder tener el alimento diario.
Como es costumbre en las comunidades urbanas y campesinas inició en el trabajo de la agricultura desde los cinco años sembrando, apoyando en la guía del ganado y ya más grande manejando la yunta.
Vivir en el campo significa para él llevar las raíces mexicanas en la sangre, conocer a fondo sus necesidades y el trabajo que representa salir adelante por un ideal. Buscando oportunidades de crecimiento y estudio, llegó a Aguascalientes hace 30 años y desde entonces conoce profundamente a esta tierra, su evolución, pero ante todo su gente.
En primera instancia estudió contador privado, para luego ingresar en un despacho de contadores, con lo que pudo seguir estudiando hasta concluir sus estudios profesionales como contador público y luego un posgrado; al graduarse formó su propio despacho, con el que continúa hasta la fecha.
En el ámbito político se inicio desde la universidad donde un compañero de aula, lo invitó a participar en el Partido Acción Nacional, comenzando su trabajo en éste ámbito.
La enciclopedia libre destaca que en el servicio público, como él mismo dice, ha buscado siempre dar a la gente lo que necesita; sostiene también que el contacto con la sociedad es fundamental para lograr un buen gobierno, escuchar a la población para saber que se debe hacer.
Como a toda acción corresponde una reacción igual o mayor en la física política, la versión femenina de Robin saltó en apasionada defensa de Batman, su legendario patrón, al poner en tela de juicio la credibilidad de la carta que hizo pública en su perfil de Facebook el odiado Satán, enemigo de Batman, desde que aquel traicionó al jalisciense en la elección estatal de 2010.
La apresurada salida al tercio mediático de La Robin para responder a una información no confirmada -como suelen hacerlo políticas y políticos de ligera formación en el campo de batalla- quedó hecha añicos al reconocer El Diablo la autoría de sus líneas publicadas en el vecindario de la posmodernidad. Pero además, la inexperiencia en momentos embarazosos llevó a la vocera a la acalorada cocina para engordarle el consomé de pollo al Chamuco, en innecesario lance gastronómico, como mejor pudiera escribir la distinguida propietaria de la Cocina Política jornalera.
Un beso de El Diablo azul no se le niega a cualquiera, aunque bueno, hay de Luciferes a Satanases.
Porque alguien debe de escribirlo: El sábado empiezan las campañas para elegir, otra vez, al diputado federal del Distrito I de Aguascalientes. El PVEM hace alianza con el PRI local, muy a su pesar. El Panal se une al PAN para ajustar cuentas pendientes con un ex secretario general del SNTE, al que le quiere impedir el paso a la diputación plurinominal pendiente de asignar.
Saque usted sus conclusiones. También el pronóstico. Sin que sea deportivo.