Me imagino que durante el resto del año esta singular dama se la pasa de vacaciones. ¿Viajará, se quedará en territorio nacional, estará al tanto de nuestra cotidianeidad? Es un hecho que se burla de nosotros los vivos, de nuestra desgracia y de lo desatinados que podemos llegar a ser.
Somos una sociedad única claro está, a veces caminamos por los ladrillos amarillos de la fantasía y nos detenemos a ver cómo pasan las cosas sin cuestionar nada, aun y con las redes sociales operando de manera permanente, otras nos comportamos como verdaderos salvajes, amedrentando y buscando desestabilizar, hay días en que la pasión nos gana, otros donde nos creemos profetas y vaticinamos el fin del mundo; pero sin duda alguna, una de las cosas que más indigna es cuando diputados y senadores derrochan nuestros impuestos en campañas promocionales para anunciar con bombo y platillo el show del informe anual.
Ni a la mismísima Catrina le queda claro cuánto se gasta en una campaña para orquestar un informe de actividades como estos, pero sobre todo, la pregunta es, vale la pena la inversión. Lo que cueste no importa, con eso nuestros representantes garantizarán su traje de chapulín para próximos procesos electorales.
¿Existe algún beneficio para la sociedad, ganamos algo con estos espectáculos ofensivos? Son una realidad los aumentos a la canasta básica, la luz, los servicios básicos y una infinidad de gastos. No se percibe un beneficio directo a nuestra cartera si se hace o no un informe de estos ilustres personajes.
Quiénes son los que asisten a tan pomposos actos protocolarios, atinó, querido lector; acarreados, simpatizantes partidistas, integrantes de las redes ciudadanas de los partidos, familiares y alguno que otro amigo busca hueso. Tanto escándalo para leer un resumen de su trabajo, bueno, “trabajo”, ni siquiera se lo pueden aprender, y el desempeño real ¿dónde quedó?
Tanta exposición mediática parece un acto narcisista donde se esconde la intención de atrapar lo que sigue, es decir otro hueso y seguir viviendo del pueblo y, claro, burlarse de la desgracia del mismo, hay que incrementar los precios de todo, si no, ¿de qué vivirán nuestras y nuestros diputados y senadores?
Cheque usted el dato, si por quince anuncios comerciales en radio, a precio “cuates” se pagan cinco mil pesos, cuánto se paga por tres spots por hora durante quince días o un mes. Cuánto por una pauta mediana en televisión, ¿le gustan treinta mil pesos?, para tener presencia en horarios estelares por tres días. Y en prensa, los anuncios no se regalan y menos si son a todo color y en las páginas centrales. Qué me dice de los espectaculares y las mantas, para donde usted dirija su mirada encontrará los rostros photoshopeados de tan finas personas, bajita la mano 500 mil en total.
Es ahí donde ni a la Catrina le cuadran las cuentas, se imagina ¿cuántos litros de leche se pueden comprar con esos quinientos de a mil, cuántos niños podrían ser becados de todo a todo en un ciclo escolar, cuántas operaciones de paladar hendido se pueden realizar, cuántos bastones, dentaduras postizas, sillas de ruedas de pueden ofrecer a los adultos mayores?
Sí operaran sin fines ególatras, exclusivamente a favor de la sociedad, con una inversión de esas magnitudes se multiplicarían los beneficios, realmente se trabajaría para el bienestar del pueblo y seguro se observaría un reflejo en los votos para el próximo traje de chapulín de los honestos y bien portados políticos mexicanos. Pero vivimos en la tierra de la Catrina, la tierra del nunca jamás, bueno, en México, para que me entienda pronto, en el país donde no pasa nada, nada a favor del pueblo y la democracia es únicamente, el imaginario onírico de lo que podría ser una verdadera nación.
Se dice que la mejor publicidad es aquella que se hace de boca en boca, si partimos de esta premisa, cuando algún diputado, un senador compre equipamiento para una escuela en lugar de gastarlo en su informe o donara el presupuesto asignado para una de las acciones que le acabo de comentar, sin duda alguna se ganaría no sólo mi voto y respeto, sino el de miles de mexicanos como un servidor.
Pero como eso no va a pasar le recomiendo que tome asiento y lo tome con filosofía, seguiremos esperando políticos de verdad, mientras tanto tendremos que continuar aguantando el escucharlos y verlos a través de los medios electrónicos, hacer la “V” de la victoria en la calle, sonreírle de dientes para afuera en los cruceros y claro, por qué no, reírnos del contenido de sus mensajes, además de aceptar el doble contenido de los mismos, la parte oculta y la ingenua contra campaña que ellos mismos orquestan.
La efervescencia del inicio y los dineros abren las puertas en los medios de información, estos personajes visitan casas durante las campañas, después se convierten en verdaderos rockstars y se olvidan de regresar con su gente; después, para hablar con ellos se debe seguir una serie de protocolos que los hacen inalcanzables como el mismísimo presidente de la nación. Dejan de servir al pueblo para adentrarse en un sistema que les permite mantenerse vigentes por mucho tiempo dentro de la política nacional.
Al parecer el poder es como una droga que pide y pide más, sino cuál es el objetivo de hacer actos protocolarios con exceso de derroche de dinero; la coartada perfecta podría ser que estos personajes lo pagan de su bolsa, sin embargo, su sueldo se deriva de nuestras aportaciones al fisco.
Que la Catrina nos oriente, o de plano se los lleve al más allá, aunque lo dudo, de agradarles, desde hace un buen tiempo hubiera cargado con esa clase política, pobre huesuda corre el riesgo de recibir una patada en el trasero, o que Goyo la invite a pasear en el autobús del progreso, recibir un kit de artículos promocionales o de plano quedarse sentada en una oficina esperando a la licenciada o al licenciado por más de dos horas mientras ellos terminan su junta en algún restaurante de la ciudad.
@ericazocar