En la universidad una profesora de filosofía nos pidió escribir acerca de un algo de ficción que nos resultara especial. Era primer semestre y es cuando los compañeros se quieren lucir hablando de vídeos de Nine Inch Nails, las películas que no entienden de David Lynch y de cómo la Naranja Mecánica los ha marcado, siendo así que resultan especiales como algunos millones de seres humanos más. Hubo quien habló de cine de ficheras y su peligrosamente seguro servidor, quien decidió escribir acerca de su serie favorita, Gilmore Girls.
Como era común mi etapa temprana, a causa de mis gustos pop y escritura inspirada en traducciones robóticas de Editorial Televisa (¡hola, Carqui, Densho, Ruy!), la maestra inmediatamente sospechó de plagio o flojera. ¿Cómo un hombre iba a realizar un ensayo acerca de una serie cuya trama se basa en la relación madre/hija? No sé, tal vez soy [era] un niño-hombre que gusta de diálogos rápidos, paisajes otoñales y la MILF más MILF que ha visto la televisión gringa. Es que la vida es corta, así que hay que hablar rápido, como las chicas Gilmore. De hecho Gilmore Girls es lo más Tarantino desde Tarantino, comparación que aquellos tibios que se quedan en la textura simplemente no entienden, pero es que por ejemplo, el cine del maniático director no tiene su quintaesencia en los mexican standoff sino en la escena de la cafetería y el diálogo super witty acerca de cosas banales. Sin eso, el diálogo, solamente tendríamos a un John Woo chafa y sin palomas blancas.
Hablando de blancura, lo cierto es que no hay serie más WASP y mocha que Gilmore pero eso vale dos pepinos ya que es un diálogo sin parar que haría sufrir hasta a lo personajes de The West Wing. ¿Ven como repito la palabra diálogo? Es que en serio Gilmore Girls era como entrar a una atracción de parque temático donde eres un rehén por 45 minutos de un montón de personajes que vomitan palabras y referencias a cultura pop bastante oscuras. Eso o Rory Gilmore era obligada por su madre a consumir demasiados libros y televisión para así tener las referencias de una mujer de 35 años en el cuerpo de una adolescente.
Lo que no comprendo es cómo la fachada de un drama-comedia familiar en Warner puede alienar a tantos hombres que ven atacada su masculinidad. Digo, usualmente los que rechazan Gilmore Girls son los mismos que van a ver The Expendables, una cinta de acción geriátrica con harto balazo y pecho varonil descubierto, así que hay una incongruencia ahí. No sufre el mismo nivel de abandono que Seinfeld en México pero tampoco es el programa de una hora más conocido, así que con el reciente revival que hará Netflix a Gilmore y siete temporadas disponibles ahora mismo, no veo por qué no pueda ser una opción para aquellos hambrientos de un programa como la vida real: lleno de gente hablando con comida en la boca.
Con la caída de la televisión gringa convencional (es decir, la de aire, la que no es HBO ni AMC) será complicado ver un show así nuevamente. Mientras que HBO va a los extremos con herederos naturales como Girls y los hombres complicados (True Detective, Game of Thrones) en la tele abierta prolifera con éxito la basura a tres cámaras o dramas baratos de tres pesos. En definitivo, ya no las hacen así.
Logro personal: Mis papás y hermanos ya son fans de la serie. Todavía sigo convenciendo a mi novia (debe ser que a su mamá le gusta, un enfrentamiento tipo Lorelai/Emily).
Coincido contigo Paco con lo buena que era Gilmore Girls…jaja saludos, un abrazo!!