- El dinero ganó el interés de producir música de calidad y crearon a los artistas plásticos
- El mejor consejo de este músico mexicano es: no metas tus rolas al iTunes, los impuestos te comen
Durante el Festival Cultural de la Ciudad, el Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura organizó una clínica musical con Yocu Arellano, baterista y manager del grupo mexicano Los de Abajo. Ante una decena de personas (entre músicos, estudiantes y seguidores de su trabajo), Yocu Arellano habló de que muchos jóvenes se encuentran un tanto confundidos sobre lo que sucede hoy en día con la música, por lo que el punto de partida debe ser el conocer de dónde viene la cuestión del negocio musical: “Todo comenzó cuando el artista crea su música y empieza a tocar puertas para entrar a una disquera”, si lograba hacerlo, la disquera colocaba al artista en un ambiente comercial con la asignación primero de un productor, figura encargada de modelar al artista según las tendencias del momento, posteriormente cuando el disco estaba listo comenzaban con el trabajo de posicionamiento en la radio, para después organizar una presentación oficial de un LP (material discográfico con diez o 12 canciones) ante la prensa y ya comenzaba su distribución en las tiendas.
Este era el esquema básico, pero en los años 70 se vino abajo por la corrupción. Las disqueras le pagaban al programador de radio para que metiera a sus artistas hasta que el New York Times comenzó a hacer pública la desigualdad de condiciones: “para zafarse de esta problemática rentaron a una agencia de promoción independiente”, pero el ambiente se volvió hostil y complicado.
Con la creación del CD, época dorada para las disqueras porque debido a la publicidad sobre la calidad mayor de la música (más que en un vinilo) volvieron a sacar todo su catálogo musical en este formato, “lo que las disqueras vendieron en 40 años, lo vendieron en un periodo de tres años pero en CD”.
Las disqueras empezaron a cotizar en la bolsa, pero en Wall Street no podían compararse con las de conglomerado industrial, que comenzaron a comprar las disqueras (es cuando nació Sony, antes Capitol); grupos de abogados, contadores y otras profesiones alejadas de la música para quienes: “ya no era importante el músico, sino que les diera más dinero”. Cuando Pink Floyd prepara Dark side of the moon se tardó tres años en hacerlo y los nuevos dueños dicen: “no pueden hacer eso, deben hacer material que venda rápido”.
A partir de ahí nacen los llamados “artistas plásticos”, que no cantan pero funcionan para la venta comercial; el claro ejemplo son Milli Vanilli: “estos eran dos jóvenes atractivos fortachones que no cantaban pero vendían imagen, y quienes sí tenían talento eran feos y gordos, según la empresa”. De 1988 a 1990 tuvieron un éxito total hasta que en unos Premios MTV en plena presentación se les rayó el disco y se confirmó su espectáculo con playback: “fue un bochorno tremendo, uno terminó tan mal que se suicidó y el otro vende pizzas en Nueva York”.
Con la creación del MP3 las ventas de las disqueras disminuyeron y comenzó una guerra que acabó con la plataforma digital, pero no contra los millones de usuarios que había en la red; de ahí nació el quemador de CD de Microsoft y la piratería musical.
Las disqueras crearon iTunes, el iPod y después el iStore, sitio donde venden canciones mas no discos completos, esto causó que los LP comunes se convirtieran en sencillos: “como ya los discos no vendían pues crearon los sencillos para meterlos al iStore”, lo que hoy se conoce como la industria digital.
Una recomendación para los músicos y creadores
“En la actualidad todos quieren meter sus canciones al iStore o Spotify, la verdad es que no se los recomiendo”, Arellano explicó cómo está repartido el “pastel de ganancias” en estas plataformas; en iTunes esta repartición no es nada equitativa: el 46% se lo queda Apple, el 10% el autor, el 10% para el intérprete y el 34% restante para quien sube la canción: “Si uno dice yo soy el autor, el intérprete y quien la va a subir, pues ya chingué, tengo más ganancia; pero no es así”, el problema de esta repartición es que subir la canción a la plataforma no es algo sencillo, iTunes no es mundial, algo de la plataforma de México no estará en Alemania ni Estados Unidos, entonces si quieres hacerlo global debes pagar impuestos en cada una de las naciones, tener una cuenta bancaria que genera más impuestos: “Si yo quiero mis canciones en Estados Unidos entonces tienes que tener cuenta bancaria allá, para empezar el iTunes México está en Miami (cosa curiosa e ilógica), tienes que tener un seguro social, impuestos gringos y crear cuenta bancaria ahí para después pasar a la mexicana y de ahí pagar más impuestos ahora mexicanos; en pocas palabras: No subas tus canciones al iTunes”.