Eres un adolescente abusivo y con problemas de conducta, maltratas a tus compañeros de la escuela y básicamente eres el rey de tu prepa. Pasan los años, te has convertido en un padre de familia, catolicón, responsable y con la vida de ensueño. Casa, perro, el hijo, un sillón cómodo. ¿Tienes que pagar por tus abusos del pasado? ¿Existe la redención? Es un tema con el que nos podemos identificar, al menos del otro lado. Yo he visto gente que eran verdaderos cretinos durante la educación básica que ahora son mansitos o simplemente buenos ciudadanos. Claro, el resentimiento [si bien no es sano] nadie se lo lleva.
Podemos ver The Gift (2015) como la historia acerca de las consecuencias que trae haber sido un bully en el pasado, aunque su campaña publicitaria más bien quiera vender una especie de cinta de terror basada en la figura de un misterioso acosador que deja regalos con mensajes crípticos. Lo que dejó un sabor de boca agridulce es que en cierto punto de la trama se dice como evangelio la siguiente premisa: hay ganadores y perdedores, no importa lo que te suceda en el pasado, depende de cada quién lidiarlo, siendo que existen personas con mayor capacidad que otras para superar el pasado. ¿Será? ¿Podemos culpar a una víctima de seguir agarrada a su sufrimiento de antaño? Eso suena políticamente incorrecto.
Contaré el final de The Gift porque ya lleva tres semanas en cartelera. El acosador (Gordon), arruina la vida del protagonista (Simon) al destruir su matrimonio. Claro, Simon no es inocente, ya que su pasado lo está persiguiendo; solía maltratar a Gordon durante la escuela, incluso esparciendo un rumor acerca de su sexualidad, lo que derivó en que el padre homófobo de Gordon intentará quemarlo vivo. No hay cicatrices o escenas grotescas, solamente una pincelada de un personaje al cual la vida no lo ha tratado bien y otro que parece buena persona ahora en su etapa de adulto contemporáneo, para luego comprobar que sigue siendo un bully pero ahora en el ambiente empresarial.
El director, Joel Edgerton (quien también actúa como Gordon), nos genera bastantes sensaciones incómodas al mostrarnos al desnudo la manera de pensar de un perdedor, volviendolo un sujeto que nos da lástima pero al que deseamos que no le vaya mal. Caso contrario es con Simon el ganador, una persona que en teoría debería ser agradable pero al ver su intimidad más bien observamos que es un ser despreciable y desalmado. Tiene la casa, la esposa y el perro, pero queremos que le vaya mal. Incluso en algún punto, The Gift nos hace sentir culpables por haber deseado la victoria de Simon. ¿Por qué le debe ir de maravilla a alguien así?
Al final, me llegó una reflexión bastante real. Dentro de dicha ficción, Simon podría recuperar su vida ya que tiene las herramientas [mentales] necesarias para superar las adversidades (aunque sea un cretino) mientras que la victoria de Gordon representa una satisfacción momentánea, ya que seguirá siendo un detestable creep toda su vida. Una lección que nos han repetido muchas películas: la gente no cambia. Es deprimente que la conclusión sea tan real, un hecho definitivo (tomar venganza, por ejemplo) no nos cambia el carácter ni quienes somos en realidad, solamente son triunfos de tres pesos.
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